… Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 27:46) |
Aportacion de: Ben Ayala
«A veces,
me parece que Dios no me escucha».
Estas son mis palabras al intentar
mantenerme firme en mí andar con Dios mientras lidio con miembros de mi familia,
esas palabras reflejan el clamor de muchos creyentes.
Durante años, y hasta hoy día, le he pedido al Señor que los cambiara, pero eso nunca sucedió.
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¿Qué
debemos pensar cuando le pedimos una y otra vez a Dios algo bueno, algo que
podría glorificarlo con facilidad, pero la respuesta no llega?
¿Nos escucha o
no?
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Observemos
la vida del Salvador.
En el huerto de Getsemaní, agonizó durante horas en
oración, derramando su corazón y rogando: «pase de mí esta copa» (Mateo 26:39).
Sin embargo, la respuesta del Padre fue un «No».
Para proveer salvación,
Dios tenía que enviar a su Hijo a morir en la cruz.
Aunque Jesús estaba atravesando
una prueba durísima, oró con intensidad y pasión porque confiaba en que su
Padre lo estaba escuchando.
Cuando
oramos, quizá no veamos cómo está obrando Dios ni entendamos que haya algo
bueno en lo que nos pasa.
Por eso, debemos confiar en el Señor, renunciando a
nuestros derechos y dejando que Él haga lo más apropiado.
Debemos
dejar lo desconocido en manos del Omnisciente.
Él oye y lleva a cabo las cosas
a su manera.
Oremos:
"Señor, no
necesitamos saber por qué a veces parece que no respondes. Ayúdanos a esperar
tu tiempo, porque eres bueno."
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Ben Ayala |
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