Felipe buscó a Natanael y le dijo: Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron los profetas. ¡De Nazaret! —replicó Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo bueno? Ven a ver —le contestó Felipe. (Juan 1:45-46) Al encontrarnos frente a actitudes de prejuicio con relación a la persona de Jesús, ¿cuál debe ser nuestra postura? Felipe nos da un buen ejemplo en este episodio. Él no se ofendió, ni recurrió a la argumentación teórica, ni acusó a Natanael de falta de respeto. Al contrario, lo invitó a una experiencia personal y concreta con Jesús: «ven y compruébalo tú mismo». Quizás esta sea la forma más efectiva de superar las barreras que alejan a las personas de la verdadera fe en Jesucristo. «¡Ven y conoce a Jesús (a través del estudio de la Biblia y la oración) para que veas (y saques tus propias conclusiones sobre) quién es él!» Invitar a la gente a la iglesia, dar nuestro testimonio personal u ofrece...
El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas. (Salmo 126:5-6) La «ley de la siembra» o la regla de plantación es un concepto bastante abordado en toda la Biblia. Jesús enseñó diversas parábolas sobre el sembrador, sobre los tipos de suelo y las semillas (como el grano de mostaza, por ejemplo). Pablo también dijo (en Gálatas 6:7) que «cada uno cosecha lo que siembra». Por esas y otras referencias, entendemos que de forma natural y en todos los ámbitos de la vida, nosotros recogemos aquello que sembramos. El Salmo de hoy nos habla de un aspecto diferente de la siembra. En realidad, este es el único lugar en la Biblia donde se menciona un tipo de cosecha diferente de lo que se plantó. Aquí la ley de la siembra está envuelta por la gracia y la misericordia del Señor que sustenta todas las cosas. Dios concede a los que siembran con lágrimas (humildad, confianza y contrición) que recojan sus gavillas llenos de alegría (fe...