No se conformen a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. (Romanos 12:2) En un mundo que nos empuja constantemente hacia modelos pasajeros, donde los valores se confunden y las verdades se diluyen, el llamado de Dios es claro: ¡no te ajustes a este mundo! No aceptes los estándares impuestos por una sociedad que a menudo va en contra de una vida plena. En cambio, renueva tu mente. Transforma tu manera de pensar, de sentir y actuar. Esta renovación no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso diario, una entrega continua, una búsqueda constante de una mente alineada con el corazón de Dios. Cuando dejamos de seguir los valores del mundo y nos volvemos a la sabiduría divina, comenzamos a ver con nuevos ojos, los ojos de la fe. La vida deja de ser solo una secuencia de obligaciones y se convierte en un viaje con propósito. La buena, perfecta y agradable voluntad de Dios no...
Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación. (Romanos 14:19) Todo siervo de Dios tiene la responsabilidad de llevar el Evangelio. ¡Cristo nos dio esa misión! Jesús es la fuente de la verdadera paz y nos corresponde a nosotros proclamar esa verdad. Todo cristiano es un canal de la Palabra de Dios. Otra de las responsabilidades del cristiano es la de edificar la vida de su prójimo. Crecemos mutuamente cuando nos dedicamos a edificar la vida de nuestro hermano. Vivimos en verdadera comunión cuando ayudamos y recibimos ayuda. Ser siervo de Dios exige esfuerzo, pero Dios recompensa toda esa dedicación. No escatimes esfuerzos en tu servicio al Reino de Dios. Él no escatimó esfuerzos para salvarte. Edifica y recibe edificación Siempre que vayas a auxiliar a alguien ayuda de una forma constructiva. Edifica la vida de tu hermano como si estuvieras edificando tu propia vida. Eso es amor. Usa la Palabra de Dios para fortalecer, no para destru...