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"¿Dejar a nuestros padres/familiares y unirse a una nueva casa?"






Respuesta: 

Esta frase “dejar y unirse” viene de Génesis. 

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” (Génesis 1:1). 

Para una excitante narración de la verdadera historia de la creación, 

lee Génesis 1—2. “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,... (“Nuestra” se refiere a la Santísima Trinidad – el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.) 

“Y creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó: varón y hembra los creó.” (Génesis 1:26-27). 

“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” (Génesis 2:7).

Entonces Dios hizo a la mujer. 

La hizo de la costilla que había tomado del hombre, y la trajo ante él. “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue formada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:23-24

“Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” (Mateo 19:6).

Dios hizo primeramente al hombre y después a la mujer. Dios Mismo la trajo ante él. Dios Mismo ordenó que se juntaran en santo matrimonio desde el principio del mundo. El dijo que los dos serían una sola carne. 

Esta es la figura de la intimidad marital – el acto de amor que jamás debe ocurrir sino entre ellos dos. “Unirse” significa adherirse, pegarse o juntarse con. Es la unión única de dos personas en una sola identidad y significa que no debemos renunciar cuando las cosas no van bien. 

Esto incluye hablar las cosas, orar por ellas, ser paciente mientras confías en que Dios trabaja en los corazones de los dos, estando dispuesto a admitir cuando estés equivocado y pedir perdón, permaneciendo con tu esposo (a) cuando todo lo demás parezca salir mal, y buscando regularmente el consejo de Dios en Su Palabra.

“Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: 
Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer. 

Y a los demás yo digo, no el Señor;
Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.” (1 Corintios 7:10-13). 

La voluntad de Dios para el hombre y la mujer es dejar y unirse “hasta que la muerte los separe.” “Jehová Dios de Israel ha dicho que Él aborrece el repudio...” (Malaquías 2:16).

El “dejar y unirse” en el lazo matrimonial es también una ilustración de la unión que Dios quiere que tengamos con Él. 

“En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a Él temeréis, guardaréis Sus mandamientos y escucharéis Su voz, a Él serviréis y a Él seguiréis.” (Deuteronomio 13:4). 

Significa que debemos dejar a todos los demás dioses, en cualquiera de las formas que hayan adoptado, y unirnos solo a Él como nuestro Dios. Nos unimos a Él cuando leemos Su Palabra y nos sometemos a Su autoridad sobre nosotros, y a través de la oración de fe.

Entonces, mientras lo seguimos de cerca, encontramos que Su instrucción de dejar padre y madre, para unirnos al esposo(a), es con el fin de descubrir el compromiso y la seguridad, como El lo ideó. 

Deja atrás la opción del divorcio, el cual nunca es una solución, sino más bien un intercambio por problemas aún más complejos. 

Dios toma nuestros votos matrimoniales muy seriamente. Así que, dejar y unirse, es el plan de Dios para aquellos que se casan y cuando seguimos el plan de Dios, jamás salimos decepcionados.

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