Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Señor, ¿qué pasa? Yo te estoy sirviendo!


 Aportacion de: Ben Ayala
Eduardo se sentía culpable y no sabía por qué. ¿Acaso no estaba haciendo todo lo que un cristiano tiene que hacer? 
 
Después de todo, había escogido una universidad cristiana y había dedicado su vida a servir a Dios. 
 
Sin embargo, una nube de culpa cubría su vida. Temía el momento de ir a la capilla a causa de la hora de dar testimonios, cuando los estudiantes alababan a Dios por Su bondad en la vida de ellos. 
 
Para Eduardo, esa parte de la capilla había degenerado hasta convertirse en una exhibición cristiana superficial.

Semana tras semana, alguien se ponía de pie e informaba de manera radiante «cómo el Señor había provisto». 
 
¡Cómo odiaba Eduardo esas palabras! 
 
Un estudiante contó de un giro postal anónimo que llegó a tiempo para pagar la cuota de mitad de semestre. Otro estudiante recibió un auto gratuitamente. Y otro recibió una beca por sorpresa.
Eduardo no oró en voz alta, pero pensó lo siguiente: Señor, ¿qué pasa? Yo te estoy sirviendo. Estoy estudiando arduamente. Oro y leo tu Palabra. Mi cuota también se va a vencer, Señor. ¿Cómo es que yo no recibo ningún dinero gratis?

En 2 Reyes 4, una viuda se encontraba desesperada (v.1). Su esposo, el cual temía a Dios, había muerto, dejándola sola ante un acreedor malo que estaba a punto de tomar a sus dos hijos como esclavos.

Como profeta de Dios, Eliseo pudo haber satisfecho instantáneamente las necesidades de la viuda. Pero optó por hacer un inventario de sus recursos: una simple vasija de aceite. Ese aceite, junto con la diligente obediencia de la mujer, se convirtió en súbita suerte económica (vv.2-7).

En el caso de
Eduardo no sucedió instantáneamente, pero Dios contestó sus oraciones.  
 
Eduardo podía trabajar. Tenía salud y un empleo decente. 
Su auto, aunque no era impresionante, era confiable. 
Se graduó sin tener deudas y hoy sirve a Dios como pastor. 
 
Tal vez pienses que todos los «milagros» les suceden a otras personas. 
 
                        Y bien, ¡alaba a Dios por ellos! 
 
      Alábalo también por las provisiones 
que hace para ti cada día. 
~~~~~
~~~
~
 

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...