Ir al contenido principal

Compartir nuestra fe: Por qué puede resultar difícil?

A algunos seguidores de Cristo les resulta natural compartir su fe con otros. Conversaciones comunes, aun con extraños, se convierten en encuentros espirituales. Anticipan obstáculos que se les presentarán en la marcha, responden objeciones con amabilidad y, a menudo, terminan contando una historia sobre otro corazón cambiado.

Desde afuera, muchos los envidiamos. Nos gustaría tener la capacidad de hablar con libertad sobre Aquel que murió por nosotros. Escuchamos que otros dicen que si ellos pueden hacerlo, cualquiera puede. Pocos pensamientos alteran más que la suposición de que si no llevamos a los demás a un encuentro personal con Cristo, nos estamos avergonzando de Él o realmente no amamos al prójimo.

Además sabemos que Jesús dijo: «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado…» (Mateo 28:19-20).

Pero ¿qué pasa si no estamos haciendo discípulos personalmente en todas las naciones, bautizándolos y enseñándoles que hagan todo lo que Jesús nos mandó? ¿Eso significa que no estamos tomando en serio la Gran Comisión del Maestro?

Cuando preguntamos de esa manera, la respuesta es obvia. Jesús les pidió a sus seguidores que hicieran discípulos en todas las naciones trabajando juntos y noindividualmente. En el proceso, dejó claro que solo con la ayuda de su Espíritu podemos ser la clase de testigos que nos pide que seamos (Hechos 1:8).

Uno de los amigos más cercanos del Señor aprendió, de la manera difícil, a no pensar que es sencillo ser fieles a Cristo. Unas horas después de decir que estaba dispuesto a sufrir y a morir por su Maestro (Lucas 22:33) no solo cedió ante sus miedos, sino que, con insistencia, también negó estar vinculado con Jesús (Lucas22:54-62).

Sin embargo, unas semanas después, el mismo apóstol descubrió que lo que no podía lograr con su propia fuerza podía conseguirlo con el poder de Dios. Luego de recibir el poder de Espíritu Santo el día de Pentecostés, Pedro arriesgó su vida y valientemente les habló a las multitudes en nombre de su Señor (Hechos 2:14-40)

Entonces, ¿Pedro llegó a la conclusión de que si un fracasado como él podía confrontar a los líderes religiosos con su necesidad de Cristo, cualquiera podía hacerlo también? En realidad, los escritos del apóstol parecen convocar a testigos que prediquen con el ejemplo y no mediante confrontaciones audaces. Alentó a los cristianos a soportar las circunstancias difíciles con actitudes que dieran razones para que los demás empezaran a hacer preguntas (1 Pedro 3:15).

Al pretender obtener testigos arraigados en un cambio de vida, demandaba más que lo que vio que había sucedido después de su mensaje en Pentecostés. El mismo texto que registra su valiente llamado a creer en Cristo sigue describiendo lo que ocurrió entre aquellos que se unieron a él al creer lo que el Hijo de Dios crucificado había hecho por ellos. El libro de Hechos describe que, en un principio, miles se volvieron a Dios con alabanza y adoración agradecidas. Luego, relata cómo esos mismos adoradores comenzaron a responder con generosidad a las necesidades espirituales y materiales de los demás (Hechos 2:41-47).

Más tarde, en su primera carta del Nuevo Testamento, Pedro usó el mismo principio de dar lo que previamente se había recibido para que se convirtiera en el cimiento de una vida que apunta a Cristo. Mucho tiempo después de que la multitud de Pentecostés volvió a sus hogares o fue esparcida por el mundo debido a la persecución (1 Pedro 1:1), el apóstol enseñó el principio de usar para beneficio de otros lo recibido. Escribió: «Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos» (1 Pedro 4:10-11).

Imagina la credibilidad del evangelio cuando los que han recibido la gracia de hablar cuentan con el respaldo de una comunidad de fe que tiene buena reputación por ese tipo de amor y servicio a los demás.

Al mismo tiempo, piensa en cuánta culpa falsa y sentimientos innecesarios de derrota espiritual hemos impuesto sobre otros al suponer que todos somos llamados a ser el mismo tipo de creyentes e insistir en ello.

Hermanos y Hermanas en Cristo, oremos:

"Padre celestial, danos la sabiduría de saber cómo y cuándo transmitir lo que hay en nuestro corazón, y cuándo dejar que la esperanza y el amor que nos diste hagan la tarea silenciosamente."

Amen.


Comentarios

NOVEDADES

¿Que significa Esfuerzate y se valiente, no temas ni desmayes?

Respuesta: Muchas veces a lo largo de nuestras vidas, cuando estamos mas cerca de la bendición que Dios tiene para nosotros, somos victimas del desanimo y olvidamos que Dios prometió no desampararnos nunca.  A propósito, las únicas personas que se desaniman son aquellas que luchan por algo grande.  El desanimo rara vez toca al corazón de la gente sin visión y sin metas, siendo el arma del enemigo para aquellos que saben lo que quieren. “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes.  Porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” Josué 1:7 Dios ha prometido estar contigo todos los dias de tu vida. En el libro de Josue, cuando el pueblo de Israel se preparaba para la conquista de Canaan, y entrar en la tierra prometida,  Dios le promete a Josuè que nunca lo desamparará y requiere de él de dos virtudes indispensables, el esfuerzo y la valentía.  Dios no ha cambiado hoy y requiere que sus hijos nos mantengamos en pie ...

No le des la espalda a Dios, por tu propio bien!

No te expongas al peligro, por tu propia voluntad Muchos sabemos lo que es estar en una situación difícil, cuesta arriba  o en una pendiente muy inclinada y resbaladiza, ya sea por agua, lodo,  hielo o cascajo suelto. Hace años atrás, hablaba con un amigo y hermano en cristo, acerca de las entonces dificultades y obstáculos que un cristiano suele enfrentar en su diario vivir. Cuando alguien usa estas palabras  «estoy en una situación difícil y no quiero fallarle a Dios»  para tratar de evitar un paso en falso, aunque sea pequeño, en una dirección peligrosa, entendemos muy bien la advertencia. Sentimos ansiedad por una decisión que, de pronto, podría colocarnos en un terreno perjudicial (peligroso). Muchos también sabemos que la Biblia describe los caminos resbaladizos en los que terminamos cuando deliberadamente le damos la espalda a Dios. El profeta Jeremías se refiere a aquellos que voluntariamente ignoran el peligro real, la palabra d...

Quién escribió la Biblia: descubre los verdaderos autores (análisis bíblico)

San Jerónimo fue un teólogo, monje, traductor, exegeta bíblico y santo de la Iglesia católica que se dedicó a estudiar las Sagradas Escrituras: Tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín por encargo del papa Dámaso I. La traducción se llamó "Vulgata", que significa "para la gente común". Es considerado uno de los más grandes doctores de la Iglesia y un sabio de enorme trascendencia. Es el santo patrono de los traductores, bibliotecarios y enciclopedistas. Fue un gran impulsor de la educación femenina y de las peregrinaciones, en especial a Tierra Santa. Se le atribuye la máxima "La ignorancia de las Escrituras es la ignorancia de Cristo". Murió en Belén el 30 de septiembre de 420, a los 80 años. En su recuerdo se celebra el Día Internacional de la Traducción. La Iglesia católica ha reconocido siempre a san Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la B... San Jerónimo, patrono de los lingüistas y traductores -. 9 ...