Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Limones en Limonada...No los puedes convertir.

Todos conocemos el dicho: “Cuando la vida te da limones, haz limonada”. 

De alguna manera esto se ha convertido en una especie de mantra para manejar las decepciones de la vida. 
  • Cuando la vida no va a tu manera, sácale algo bueno. 
  • Cuando estás decepcionado por la forma en la que están las cosas, sácale lo mejor. 
  • Cuando algo malo te pase, no dejes que te deprima. 

Ahora, 
¿es esta la mejor manera de manejar las decepciones? 
¿Poner una sonrisa en nuestros rostros y pretender que lo amargo es realmente azúcar disfrazada? 

No sé tú, pero yo no puedo hacer eso.


| Sombras de la caída |  

Todos enfrentaremos decepciones. Ya sea el fracasar en la formacion de una familia conforme a las buenas costumbres (confesión real), o no conseguir el trabajo que tanto necesitas, las decepciones empiezan temprano y continuarán hasta llegar a la tumba. Si vives lo suficiente, experimentarás decepciones de una forma u otra. 

Eso es un hecho. 
Pero, ¿hay alguna manera de pensar teológicamente sobre nuestras decepciones? Creo que sí. 

Como cristianos, vemos todo a través de estos lentes tri-focales: 
  • (1) fuimos creados a la imagen de Dios, 
  • (2) vivimos en un mundo caído, y 
  • (3) confiamos en la redención de Cristo. 
Este paradigma nos ayuda en nuestras decepciones.

Recuerdo haber escuchado que cada día es un “Lea”. Al igual que en el ejemplo de Lea en el Antiguo Testamento, cada día nos recuerda que la vida no resultará exactamente como lo esperábamos. En Génesis, Lea enfrentó grandes decepciones. Si vivir bajo la sombra de la hermosura de su hermana no hubiera sido suficiente para desalentarla, ella sería entregada en matrimonio a un hombre que no la amaba. 

Imagínate despertar cada día sabiendo que ninguna cantidad de cuidado, esfuerzo o maternidad hará que tu esposo te ame más que el día anterior. Igualmente, cada día enfrentamos circunstancias que destruirán nuestras expectativas y nos llevarán a la desilusión. 

Otros pecadores nos hieren o defraudan. Nuestros cuerpos están quebrados y devastados con la enfermedad o infertilidad. Los niños nos confunden y nos abruman. Los cónyuges no nos entienden ni nos aprecian. Las ofertas de trabajo se caen. Tu casa necesita reparación justo cuando menos lo esperas. 

Entonces, cuando estás decepcionado, ¿simplemente sacas lo mejor de las circunstancias y esperas por algo mejor la próxima vez? 

Gracias a Dios, la Biblia nos da otro camino.


| Mejor que limonada |

Lidiar con las desilusiones, cualquiera que sean, es más que solo verle lo positivo a las cosas. 

Inténtalo durante un tiempo y te darás cuenta que es imposible. 

Considera la historia de José, otra figura del Antiguo Testamento cuya vida estuvo envuelta en decepciones. 
Él fue despreciado por sus hermanos y vendido a la esclavitud (Génesis 37:12-36), luego fue incomprendido y falsamente acusado por seguir la Ley de Dios (Génesis 39). 

Él fue un extraño en tierra extranjera sin familia a quien llamar. Aun cuando fue finalmente vindicado ante sus hermanos, él exhibió una gran confianza, no en sus propias habilidades de sacar lo bueno de su mala situación, sino en Dios que llevaba cada desilusión a bien (Génesis 50:20). 

José entendió que Dios estaba trabajando todo el tiempo. Dios no está en el negocio de “sacar lo mejor de esto” cuando las cosas no van a nuestra manera. Él no solo barre y recoge los pedazos después de que nuestros planes se desmoronan. Él siempre está trabajando, incluso en nuestras decepciones, y usa esas pruebas para propósitos mayores.

Por tanto, no lidiamos con las decepciones escogiendo nosotros mismos en nuestras propias fuerzas, o cambiando nuestro ceño fruncido. 

Por el contrario, confiamos en Dios, que siempre está haciendo que las cosas cooperen para nuestro bien. 

La vida, sin duda nos da limones. 
Pero necesitamos más que una dulce limonada 
para remplazar la acidez de los limones circunstanciales. 

Cada día decepcionante nos recuerda que este NO es nuestro hogar,

Cuando las cosas no van a nuestra manera, anhelamos una vida mejor, donde no hayan más lágrimas, decepciones, penas y sufrimientos. 

Una vida en la que Dios fielmente prometió 
que nos llevará hasta el final 
y enjugará toda lagrima de decepción para siempre. 



Y eso, hermanos y hermanas en Cristo, 
es mucho mejor que la mejor limonada. 

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...