Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Tienen Los cristianos la libertad para orar en cualquier forma que elijan ?

Es posible recibir respuestas afirmativas a oraciones más a menudo, pero para hacerlo, los cristianos debemos orar conforme a la voluntad de Dios.


Un pastor dijo: “Para que la oración sea contestada, la gente debe orar, obedecer la palabra  en conformidad con la voluntad de Dios”.

Ejemplo, es la oración que el mismo Jesús hace en el Jardín de Getsemaní, en Mateo 26:39, en el que ora a Dios antes de su doloroso crucifixión: “Padre mío, si es posible, esta copa será tomada de mí. Pero no se haga lo que yo quiero, sino como quieres tú”.
  • Los cristianos tienen la libertad para orar en cualquier forma que elijan, pero deben asegurarse de agregar “hágase tu voluntad” para cada oración. Poner el asunto en manos de Dios y pedir voluntad perfecta (obediencia y humildad).

La oración no es superar la resistencia de Dios; la oración no es que se haga nuestra voluntad en el cielo, es que se cumpla la voluntad de Dios en la tierra. Junto con hacer y seguir la voluntad de Dios, otra manera de tener nuestra oración contestada es confesar nuestros pecados, practicar el perdón, y no practicar el pecado.

“Si usted piensa que no necesita de la gracia de Dios, entonces usted no pasa mucho tiempo en la presencia de Dios. Creo que la persona que realmente está creciendo espiritualmente será plenamente consciente de que su vida espiritual puede presentar deficiencias, mas confesar el perdón es también importante porque nos permite avanzar hacia adelante e implicarnos más en la voluntad de Dios.

Los cristianos debemos dar gracias a Dios por todo, por contestar nuestras oraciones, y también por no complacer lo que no es parte de su voluntad.

Que hermoso es decir: “Dios prevalecerá sobre mis oraciones, porque yo he orado fervientemente, creyendo que se hará la voluntad de Dios”.


* * * *


Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...