Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Velar y orar

Devocional de hoy.

Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.

(Mateo 26:41)


De esas 2 órdenes de Jesús, «velar» (o estar alerta) nos puede parecer una actitud más pasiva que «orar», pero ambas son igualmente activas. 

Tanto la oración como la vigilancia deben ser constantes y llevadas a cabo de una forma eficiente en nuestras vidas. 

El fervor, la prevención, la observación y la fiscalización forman parte de la vida consagrada del cristiano.

Jesús en Getsemaní estaba en profundo sufrimiento y angustia cuando dijo esas palabras, pero sus amigos más cercanos no pudieron vigilar en oración con él. 

El sueño (espiritual) y las distracciones de esta vida nos impiden supervisarnos y orar todo lo que es necesario.

¡Está atento! 

La carne es débil y nuestro enemigo sabe eso. 

Está preparado para resguardar y cuidar lo que realmente importa: el propósito de Dios, tu vida espiritual y tu corazón.


Vela y ora sin cesar

Mantente activo y alerta. 

Ora, ten cuidado y pide a Dios que te ayude a cumplir esos mandamientos.

Cuidado con las distracciones. 

Ocurren grandes accidentes debido a que 1 motorista estaba distraído. 

Mantén tu enfoque en Dios y en su Palabra.

No bajes la guardia en tiempos de paz ni en tiempos de guerra. 

El diablo está siempre buscando a quien devorar y destruir (1 Pedro 5:8).

Vístete de la armadura completa de Dios (Efesios 6:11-17).

El vigía debe estar en constante estado de alerta y monitorear con atención lo que necesita protección y vigilancia.

Para orar:

Señor mi Dios, ayúdame a velar y orar siempre sin desanimarme. 

El pecado y las tentaciones de la vida están siempre rodeándome por todos lados. 

Solo tú, Señor, puedes ayudarme a vencer todo el cansancio, las distracciones y la desmotivación. Susténtame por medio de tu Espíritu Santo. 

En el nombre de Jesús, amén.

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...