Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Dando gracias al Señor

¡Cuán bueno, Señor, es darte gracias y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre. (Salmo 92:1)

La gratitud nos conecta con el amor del Señor que nos rodea diariamente con sus bendiciones. Al despertarnos por la mañana, respiramos profundamente y expresamos gratitud por un día más de vida, un regalo de Dios. En cada paso que damos, recordemos estar agradecidos por el camino que él nos ha marcado.

Al mirar atrás, reflexionemos sobre los tiempos difíciles que hemos enfrentado. La gratitud nos permite ver la mano del Señor guiándonos y sosteniéndonos. Él es la fuente de fortaleza en nuestras debilidades y por eso estamos agradecidos.

La gratitud no es selectiva; ella nos llama a estar agradecidos no solo por las victorias obvias, sino también por los desafíos que moldean nuestro carácter. En medio de las dificultades, agradezcamos la oportunidad de crecer y confiar en el Señor.

Demos gracias al Señor por su amor incondicional, por la gracia que nos cubre y por la esperanza que encontramos en él. ¡Que la gratitud impregne cada aspecto de nuestra vida, haciéndonos vivir en constante alabanza a Dios!

Dando gracias a Dios

Al despertar, respira profundamente y agradece a Dios por el regalo de la vida. Adquiere el hábito de comenzar el día reconociendo la presencia y bondad de Dios.

Cultiva la gratitud incluso en los momentos difíciles, reconociendo que Dios está presente en las pruebas moldeando tu carácter y fortaleciendo tu fe.

Antes de acostarte, tómate un momento para reflexionar sobre las bendiciones del día. Agradece al Señor por su gracia, expresando tu gratitud por cada detalle del camino.

Para orar:

Señor, mi corazón rebosa de gratitud por tus bendiciones diarias. Estoy agradecido por la vida, por la gracia que me rodea y por los desafíos que fortalecen mi fe. Gracias por el amor incondicional, por la esperanza que encontramos en ti. Ayúdame, para que mi vida sea una alabanza constante por tu gran presencia. Amén.

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...