Aportacion de: Benjamin Ayala
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Aún después de 14 años de haber perdido a nuestro bebé de solamente unos meses de concebido en el año 2002, en un accidente atribuido a medicamentos mal prescritos, me encuentro a veces sumido en el mundo del « si hubiese…».
En medio del dolor, es fácil imaginar cambios en los sucesos de aquella trágica mañana de Noviembre, que habrían traído a mi hija o hijo ( al término de el embarazo de mi esposa ) a casa sana y salva o sano y salvo.
- Sin embargo, la tierra del « si hubiese…» no es un buen lugar para nadie.
- Allí hay remordimiento, sentimientos encontrados y desesperanza.
Aunque el dolor es verdadero y la tristeza no termina, la vida es mejor y Dios es honrado si permanecemos en el mundo de « esta es la realidad ».
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En esta "realidad",
podemos encontrar esperanza, ánimo y consuelo.
- Tenemos la esperanza segura (1 Tesalonicenses 4:13) y la certeza de que, gracias a Cristo nuestro Salvador, nuestro bebé está en un lugar «muchísimo mejor» (Filipenses 1:23).
- También disfrutamos de la presencia del Dios de toda consolación (2 Corintios 1:3) y de su «pronto auxilio en las tribulaciones» (Salmo 46:1).
- Además, solemos recibir ánimo de parte de otros creyentes.
Nadie desea experimentar tragedias en la vida, pero, cuando estas aparecen, nuestra mayor ayuda es confiar en Dios, la esperanza segura en la tierra de «esta es la realidad».
Hermanos, Hermanas...oremos:
"Señor, consuela mi corazón con la esperanza en ti, Amen"
Nuestra mayor esperanza viene de confiar en Dios.
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