Aportacion de: Ben Ayala
Pregunté a varios amigos y amigas cuál había sido la experiencia más difícil y dolorosa que habían atravesado, y mencionaron: guerras, divorcios, cirugías y pérdidas de seres amados.
Mi comentario y/o respuesta personal los somprendio; para mi fue: «El nacimiento de nuestra primer hija, una preciosa niña», ya que fue una difícil concepción después de varios años de intentos y oración; pero un embarazo muy deseado y un parto no muy complicado, en un humilde hospital de la Ciudad de Zamora, Mechoacán.
Pero, al mirar atrás, agrege que lo consideraba una inmensa alegría, «porque el dolor de la búsqueda, la espera y el parto tuvo un gran propósito».
Antes de que Jesús fuera a la cruz, les dijo a sus seguidores que iban a atravesar un período de gran dolor y tristeza, y lo comparó con lo que siente una mujer durante el alumbramiento, cuando su angustia se convierte en gozo después del nacimiento del bebé (Juan 16:20-21) . «También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo» ( v. 22) .
En la vida, enfrentamos angustias; pero Jesús, «el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio» (Hebreos 12:2) , compró el perdón y la libertad para todos los que lo reciben como Salvador.
Su doloroso sacrificio llevó a cabo el propósito eterno de Dios de abrir el camino a la comunión con Él.
El gozo de nuestro Salvador superó su sufrimiento, tal como la alegría que Él nos da aplaca nuestras angustias.
Padre, gracias que mi dolor hace que me parezca más a Cristo.
El sufrimiento puede ser como un imán que atrae al creyente hacia Cristo.
Pregunté a varios amigos y amigas cuál había sido la experiencia más difícil y dolorosa que habían atravesado, y mencionaron: guerras, divorcios, cirugías y pérdidas de seres amados.
Mi comentario y/o respuesta personal los somprendio; para mi fue: «El nacimiento de nuestra primer hija, una preciosa niña», ya que fue una difícil concepción después de varios años de intentos y oración; pero un embarazo muy deseado y un parto no muy complicado, en un humilde hospital de la Ciudad de Zamora, Mechoacán.
Pero, al mirar atrás, agrege que lo consideraba una inmensa alegría, «porque el dolor de la búsqueda, la espera y el parto tuvo un gran propósito».
Antes de que Jesús fuera a la cruz, les dijo a sus seguidores que iban a atravesar un período de gran dolor y tristeza, y lo comparó con lo que siente una mujer durante el alumbramiento, cuando su angustia se convierte en gozo después del nacimiento del bebé (Juan 16:20-21) . «También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo» ( v. 22) .
En la vida, enfrentamos angustias; pero Jesús, «el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio» (Hebreos 12:2) , compró el perdón y la libertad para todos los que lo reciben como Salvador.
Su doloroso sacrificio llevó a cabo el propósito eterno de Dios de abrir el camino a la comunión con Él.
El gozo de nuestro Salvador superó su sufrimiento, tal como la alegría que Él nos da aplaca nuestras angustias.
Padre, gracias que mi dolor hace que me parezca más a Cristo.
El sufrimiento puede ser como un imán que atrae al creyente hacia Cristo.
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