Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Permite que el amor de Dios te llene de amabilidad y equilibrio

Su amabilidad sea conocida por todos los hombres. ¡El Señor está cerca!

(Filipenses 4:5)


El equilibrio, la suavidad y la amabilidad son valores que tendremos que cultivar en los días venideros. 

Es triste, pero no parecen abundar las personas amables, consideradas y moderadas en las casas, en el barrio, en el tráfico, en la escuela, en el trabajo, en las oficinas públicas, en las redes sociales y, lamentablemente, ni siquiera en las iglesias.

El discurso del odio (la grosería y el extremismo) ha cobrado fuerza en los medios de comunicación, en las relaciones y en las actitudes de muchas personas. 

Pero la Biblia nos muestra un camino opuesto: la moderación que genera el amor. 

Amar es la respuesta correcta a un mundo tan hostil y desequilibrado. 

Considera el ejemplo de Cristo y aprende de él, que es manso y humilde de corazón (Mateo 11:29).

El amor de Dios nos hace más bondadosos y amables

Reflexiona: incluso tus convicciones más fuertes deben estar equilibradas por el amor de Dios.

Deja que el Espíritu de Dios produzca su fruto en ti. 

Lee Gálatas 5:19-23.

Dios está cerca de ti cuando hablas, escribes, trabajas, estudias, conduces... 

¡Busca agradarlo!

La moderación se ve en el pensamiento y el habla, en las relaciones, en la forma en que nos vestimos, incluso en la forma en que comemos.

Busca ser más como Cristo en todas tus actitudes, en la vida cotidiana.


Para orar:

Señor, ayúdame a ser más como Jesucristo. 

Quiero ser equilibrado, manso y humilde de corazón. 

Enséñame a vivir demostrando tu amor en todo lo que hago. 

Quiero que mis actitudes demuestren que tú eres mi Dios. 

Ayúdame a no imitar al mundo, que yo no te avergüence ni te entristezca, oh Padre. 

Quédate conmigo y ayúdame cada día. 

En el precioso nombre de Jesús, Amén.

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...