Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Tu vida tiene valor y fue pagado con amor

Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida.
Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente.
Nadie vive para siempre sin llegar a ver la fosa.
(Salmo 49:7-9)

¿Quién podría pagar el precio de una vida? 

¿Cuánto vale una vida? 

Definitivamente, el valor de la vida va más allá de lo que podemos pagar, pero Dios pagó el precio y nos rescató de la muerte.

Jesús se entregó por nosotros como pago: vida por vida. 

Al ofrecerse como sacrificio en nuestro lugar Jesús nos libró de la condenación eterna (Isaías 53:5). 

Nadie más habría podido pagar ese precio sino solo Dios.

Dios no nos cobra la vida, pero quiere que reconozcamos lo que él hizo. 

Cuando creemos en su sacrificio y aceptamos a Jesús como nuestro Salvador pasamos a disfrutar gratuitamente de esta vida interminable.

Gracias a él, recibimos la vida eterna. ¡Todo por amor!

Tu vida tiene valor y Jesús pagó el precio

Lee la Biblia. 

En ella leemos sobre cuánto valemos para Dios.
Reconoce el sacrificio que Jesús hizo por ti. 

Muestra tu agradecimiento.

Habla con tu prójimo sobre el sacrificio de Jesús. 

Para él todos somos valiosos.


Para orar:
Señor Jesús, muchas gracias por tu amor y gracia. 

Pagaste un precio por mi vida, algo que yo no podía pagar. 

Tu sacrificio me salvó, por eso te alabo con mi vida. 

¡Gracias, Jesús!

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...