Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Vive feliz de la vida


No te hagas amigo de gente violenta, ni te juntes con los iracundos, no sea que aprendas sus malas costumbres y tú mismo caigas en la trampa. (Proverbios 22:24-25)

Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!

(Filipenses 4:4)

¡El pueblo de Dios es, o debería ser, el pueblo más feliz de la tierra! No porque la vida con Jesús sea un mar de rosas o porque todo nos salga siempre bien, sino porque Jesucristo es nuestra alegría, fuente de esperanza y paz. Él es la razón de nuestra existencia. También tenemos la certeza de que él nos cuida y nos ama incondicionalmente.

Por todo eso, tenemos motivos de sobra para estar alegres.

No te dejes influenciar negativamente. Tu alegría no debe estar condicionada por los problemas o dificultades. Todo lo que Jesús ya hizo es suficiente para motivar nuestro sentido del humor diariamente. Cristo se entregó por amor, permitiéndonos vivir una nueva vida con esperanza y alegría.

Alégrate en Dios

Recuerda todas las mañanas lo que Jesús ha hecho en tu vida. ¡Él te ama con amor eterno!

Da gracias por la salvación, el perdón, la transformación y la liberación que Dios ha traído a tu vida.

Lee la Biblia y llena tu corazón de satisfacción verdadera a través de la Palabra de Dios.

¡Alaba, canta y adora al Señor! Celebra la gracia abundante promovida por Cristo.

Influencia a todos los que están a tu alrededor con la alegría verdadera del Espíritu.

Para orar:

¡Señor Dios, tú eres el motivo de mi alegría! Aunque vengan días tristes, mi corazón se alegrará en la salvación maravillosa que Cristo conquistó por mí. Ayúdame a no volverme amargado ni descontento como los que no te conocen. Capacítame para ser una luz irradiando paz, amor y alegría verdadera. ¡Tu alegría me fortalece, hoy y siempre! En el nombre de Jesús, amén.

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...