Hace años atrás hablaba con un buen amigo en Cristo, y le gregunte como fue su niñez en la iglesia de su lugar natal . Y el me decía; en la iglesia de mi ciudad natal era enorme! Recuerdo la larguísima escalera que llevaba hasta el campanario, donde funcionaba un anticuado reloj y resonaban las campanas. La adjunta cancha de baloncesto era tremenda porque hasta podíamos jugar día y noche en ella. ¿Y el café de nuestra juventud con música y juegos? Era lo máximo en que podía pensar. Hasta que ya en mis años adolescentes advertí, súbitamente, que mi iglesia no era tan grande después de todo. Si bien comprendí al mismo tiempo que no por ello era la más pequeña tampoco, no me quedaron dudas de que definitivamente aquella no era la enorme, la colosal estructura que impresionó mi niñez. Referencia Biblike: Libro del Exodo La vida de fe de Moisés no comenzó en Hebreos 11, el capítulo de los famosos héroes de la fe. Comenzó junto a una zarza ardiendo, durante una conv...
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