Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

3 razones para buscar más a Dios


El corazón me dice: «¡Busca su rostro!» Y yo, Señor, tu rostro busco. (Salmo 27:8)

Mientras caminamos este camino de fe, hay tres razones esenciales por las que debemos buscar más de Dios:

Primero, porque él es nuestro creador y salvador, el que nos conoce íntimamente y tiene un plan perfecto para nuestra vida. Al buscarlo descubrimos nuestra verdadera identidad y propósito.

Segundo, la búsqueda constante de Dios nos conecta con su poderosa presencia. En intimidad con él encontramos consuelo en tiempos de angustia, guía en medio de la confusión y paz en medio del caos. Él es nuestra roca inquebrantable, lista para sostenernos y fortalecernos en todas las circunstancias.

Tercero, buscar a Dios nos permite experimentar su amor transformador. Su gracia nos libera de la culpa y del pecado, permitiéndonos vivir una vida abundante y llena de esperanza. A medida que nos acercamos a él, somos moldeados y renovados, reflejando su amor a los que nos rodean.

Mientras buscamos a Dios encontramos nuestro propósito, experimentamos su presencia y somos transformados por su amor. Que nuestra búsqueda sea constante e intensa, para vivir una vida plena en comunión con él. ¡Amén!

¿Oramos?

Oh Dios misericordioso, ayúdame a perseverar en la búsqueda de tu presencia. Sé que en ti encuentro la verdadera plenitud. Derrama tu gracia sobre mí y permíteme ser una luz en este mundo, llevando esperanza a los perdidos y consuelo a los afligidos. En el nombre de Jesús, amén.

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...