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ARREPENTIRSE, CREER Y RECIBIR!

¿Estás preocupado con dudas acerca de tu salvación? Quizá has pasado adelante en alguna reunión, orado y pedido a Cristo que entre en tu corazón y a pesar de todo eso, no estás seguro de ser salvo. Te dices:

“Algunas veces siento que soy salvo y otras no. ¡Si sólo pudiera estar seguro de mi salvación!” ¡Claro que puedes estar seguro!  Dios no quiere que pases la vida preguntándote si eres o no eres un cristiano salvado.

¿Qué es un Cristiano? En primer lugar necesitamos descubrir lo que es un verdadero cristiano. 

Si alguien te llegara a preguntar:  “¿qué es un cristiano?”  ¿Qué le contestarías?  Quizás le dirías: “un cristiano es una persona que lee su Biblia, ora a Dios y asiste a una iglesia”. 

Tendrías toda la razón al decir que un cristiano debe hacer todo eso, pero una persona puede hacer todas esas cosas sin ser cristiano.  O podrías decir: “un cristiano es una persona que lleva una buena vida, ayuda a los demás y hace buenas obras”. Nuevamente, una persona puede hacer estas cosas sin ser un verdadero cristiano. 

¿Qué es, entonces, un cristiano? Un cristiano es una persona en la cual vive Cristo.  Él vive en nosotros por medio de Su Espíritu. 

La Biblia dice: Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo . . .
(Gálatas 4:6).

La Biblia deja en claro que cualquiera que no tenga esta relación personal con Jesucristo, no es un verdadero hijo de Dios. 

La Palabra de Dios dice:

Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él (Romanos 8:9b).

¿Comó se llega a ser Cristiano?

Mucha gente no es salva o no tiene la seguridad de su salvación, porque ellos nunca han comprendido realmente lo que deben hacer para ser cristianos. Las palabras que expresan mejor lo que hay que hacer son: 

(1) Arrepentirse, 
(2) Creer y 
(3) Recibir. 

Veamos qué queremos decir con estas palabras.


ARREPENTIRSE — Debemos arrepentirnos de nuestros pecados. El arrepentimiento es esencial para la salvación. 

Se menciona más de 55 veces en el Nuevo Testamento.

La Biblia dice que Dios: . . . manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan (Hechos 17:30). 

¿Qué significa arrepentirse?  No sólo es estar triste o lamentar nuestros pecados. Judas lamentó haber traicionado al Señor Jesús, pero nunca se arrepintió. 

Arrepentirse no es sólo dejar de hacer un acto pecaminoso. Algunos hombres han dejado ciertos pecados, no porque deseaban obedecer a Dios, sino por razones personales como salud, negocios, reputación o familia. 

Esto no es arrepentimiento.

¿Qué es entonces, el arrepentimiento? 

El arrepentimiento es el sincero pesar del corazón por el pecado, que lleva a una persona a volverse de sus pecados a Dios, para hacer Su voluntad. 

David expresa el verdadero arrepentimiento cuando dice:

Consideré mis caminos, Y volví mis pies a tus testimonios (Salmo 119:59).

El Señor Jesús nos dio una ilustración clara de lo que significa arrepentirse. 

Habló de un hombre que tenía dos hijos. Fue con uno de ellos y le dijo: hijo, vé hoy a trabajar en mi viña (San Mateo 21:28). 

El hijo respondió: “no iré”.  Después el padre le dijo al otro: “hijo, vé a trabajar hoy en mi viña”. Ese hijo respondió: “sí, señor, voy”. Pero no fue. No hay duda que el padre se sintió muy herido por la forma en que sus hijos respondieron. 

Pero la historia no termina ahí. Algo ocurrió en el corazón del primer hijo. 

Sin duda se dio cuenta de cuán rebelde y desobediente él había sido y cómo había herido el corazón de su padre. Se arrepintió de su pecado y fue e hizo lo que su padre quería que hiciera.

Nosotros somos como el primer hijo. Muchas veces hemos dicho “No” a Dios. 

Hemos sido egoístas y egocéntricos. Hemos seguido nuestro propio camino, haciendo lo que nos place. 

Hemos endurecido nuestro corazón contra Dios. En Su amor y misericordia, Dios usa varios métodos para ablandar nuestro corazón y hacernos acercar a Él.  Envía Su Espíritu Santo a convencernos de nuestros pecados y mostrarnos cuán pecadores y egoístas hemos sido. 

A veces es la bondad de Dios lo que nos mueve a arrepentirnos. 

Vemos cuán paciente y amoroso ha sido Él con nosotros.

Cuando nos arrepentimos y nos volvemos hacia el Señor, encontramos que Él es misericordioso, lleno de gracia, y está deseoso de perdonarnos. 

La Biblia dice:

Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar (Isaías 55:7).

He aquí algunas preguntas sencillas para ayudarte a saber si de verdad te has arrepentido o no. 

Cuando abandonamos nuestra rebelión y volvemos nuestro corazón hacia Dios, estamos listos para creer en Su Hijo y recibirlo como nuestro Salvador y Señor.


CREER — Debemos creer en el Señor Jesucristo. Mucha gente cree las verdades referentes a Cristo.  
Creen que es el Hijo de Dios y que murió en la cruz por los pecados del mundo. 

Pero no se han entregado a Él; no lo aman por sobre todas las cosas, ni están dispuestos a obedecerle ni a seguirle.  Esto no es fe verdadera en Cristo y nunca traerá salvación. La salvación de Dios es por medio de una persona, el mismo Viviente Señor Jesucristo.  La Biblia dice: “El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:12). 

Nos dice que creamos en Él:“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo . . .” (Hechos 16:31).

¿Qué significa creer en Él?  Creer en el Señor Jesucristo significa creer que Él es el Hijo de Dios y que es digno de ser amado, adorado y obedecido.

La Biblia no sólo hace énfasis en la fe, sino también subraya el amor.  Debemos darle al Señor nuestro corazón. 

Un día le preguntaron al Señor Jesús: “Maestro ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?” Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento” (San Mateo 22:37–38).

Amar al Señor no es sólo tener un sentimiento; es la elección definitiva de nuestra voluntad. 

David dijo: “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía” (Salmo 18:1). 

Eso es lo que debemos hacer. 

Elevemos hacia Dios nuestro corazón y digamos: “¡Señor Jesús, te amaré con todo mi corazón, con toda mi alma y con toda mi mente!  Tú eres digno de ser amado, adorado y obedecido!” Si amamos verdaderamente al Señor, le obedeceremos. 

No es posible amar al Señor sin desear obedecerle. Jesús dijo: El que me ama, mi palabra guardará . . . (San Juan 14:23).

Las preguntas siguientes te ayudarán a saber si crees verdaderamente en el Señor Jesucristo.



RECIBIR — Debemos recibir al Señor Jesús como nuestro Salvador.

Para llegar a ser un hijo de Dios hay algo que creer y  Alguien a Quien recibir. Ese “Alguien” es el Señor Jesucristo.  Debemos creer no sólo las realidades que a Él se refieren (Quién es y lo que Él hizo) sino que debemos recibirlo como nuestro Salvador personal. 

Lo recibimos pidiéndole que entre en nuestro corazón.   Jesús compara nuestro corazón con una casa con puerta. Él dice: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él . . . (Apocalipsis 3:20).

Esta es la salvación verdadera: que el Señor Jesús venga a vivir en nuestro corazón. 

La Biblia dice:

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12).

Las Evidencias de la Salvacióon de Dios

Si una persona a la verdad se ha arrepentido, creído y recibido a Cristo, tendrá ciertas evidencias claras de salvación en su vida.

Seguidamente vamos a considerar algunas de estas evidencias. 

Al pensar en ellas, pregúntate:“¿son dichas evidencias una realidad en mi vida?” 

Con toda seguridad Dios hablará a tu corazón mientras que las comparas con tu propia vida.

1 El deseo de compartir a Cristo con otras personas.

Una de las primeras señales de que una persona realmente ha nacido de nuevo es que desea que otros conozcan a Cristo como su Salvador. 

Desea que otros experimenten el gozo y la paz que ella misma ha encontrado en Cristo.

2 El amor por otros cristianos.

Una forma de saber que realmente somos salvos es que amamos a otros cristianos, a aquellos que son nuestros hermanos en Cristo. 

La Biblia dice:

Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. 

El que no ama a su hermano, permanece en muerte (1 Juan 3:14).

3 Un cambio en sus deseos.

Una persona verdaderamente salva tiene deseos nuevos. 

Ya que, en el pasado, no le importaban las cosas del Señor, ahora las ama. La Biblia dice:

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17).

4 El testimonio del Espíritu Santo.

Cuando realmente hemos nacido de nuevo, el Espíritu Santo viene a morar en nosotros. 

Una de Sus obras es la de hacernos comprender que Dios es en verdad nuestro Padre y que nosotros somos sus hijos. 

La Biblia dice:

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Romanos 8:16).
 
5 La presencia de Cristo.

¿Por qué han acontecido todos estos cambios en tu vida? Han acontecido porque Cristo mismo ha venido a morar en tu corazón. 

El Apóstol Pablo dijo:

. . . ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados [que no sean cristianos verdaderos]? (2 Corintios 13:5).

Cristo en forma muy definida y muy personal, viene a vivir en el corazón de cada cristiano verdadero. 

El Apóstol Pablo dijo:

Vive Cristo en mí (Gálatas 2:20).

Repasa estas evidencias de salvación hasta que llegues a una conclusión firme y clara en cuanto a tu salvación. 

O, la evidencia de la presencia de Dios es real en tu vida y eres salvo, o Su evidencia no es real en tu vida y en realidad nunca has nacido de nuevo.

Comó estar seguro de tu Relación con Dios.

Si no eres salvo o si tienes dudas acerca de tu salvación, necesitas tener completa seguridad de ella.

Un joven que vivía en una granja a menudo tenía dudas sobre su salvación. 

A menudo por su mente cruzaban pensamientos como éstos: ¿estás seguro que has aceptado a Cristo como tu Salvador? ¿Sabes si en verdad eres un hijo de Dios?

¡Un día decidió hacer algo para acabar con sus dudas de una vez por todas! 

Se fue por el campo cerca del granero, se puso de rodillas y oró algo así:

“Señor, si nunca te he recibido como mi Salvador, lo hago ahora. 

Ven a mi corazón, límpiame de todos mis pecados y hazme tu hijo de hoy en adelante. 

Te acepto como mi Salvador desde este momento”.

Después tomó una estaca de madera, la enterró en el sitio donde había orado y escribió la fecha.

De allí en adelante, cuando Satanás trataba de hacerle dudar de su salvación, él regresaba a la estaca y señalándola decía.

“Mira Satanás, aquí está la fecha y el lugar donde recibí a Cristo como mi Salvador. 

La Palabra de Dios dice: 

“El que tiene al Hijo tiene la vida”.

Si tienes dudas acerca de tu salvación, 

¿por qué no imitas lo que hizo este joven y dejas el asunto aclarado de una vez por todas? 

Puedes hacerlo ahora mismo. 

Ve con humildad, arrodíllate ante el Señor Jesús y dile:

“Señor Jesús, yo creo que Tú eres el Hijo de Dios que murió por mis pecados y resucitó para ser mi Salvador viviente. 

En este momento estoy confiando en ti como mi Salvador personal. 

Ven a mi corazón y ocupa el lugar que te pertenece en el trono de mi corazón. 

Quiero amarte y obedecerte con todo mi corazón”.

Después que hayas orado sinceramente, confiando en Cristo como tu Salvador, haz un registro de tu decisión. 

Escribe en tu Biblia:

“Hoy _________________________ (Pon la fecha) he aclarado mis dudas y he puesto mi confianza en el Señor Jesucristo como mi Salvador personal.

¡El asunto está terminado!”

Esta puede ser la “estaca” a la cual puedes referirte cada vez que Satanás te tiente a dudar de tu salvación.

Un Asunto Último: El Comprender pero no estar Dispuesto.

Si has comprendido bien lo que significa creer en el Señor Jesucristo y recibirlo y aún no eres salvo, hay una razón. 

La razón es que no estás dispuesto a entregarle tu corazón al Señor. 

No estás dispuesto a obedecerle.

Para ayudarte a comprender qué es lo que te impide ser salvo, estudia cuidadosamente las preguntas siguientes:

•¿Hay algún pecado en tu vida que no estés dispuesto a abandonar?

•¿Estás envuelto en alguna relación pecaminosa y no estás dispuesto a dejarla?

•¿Estás guardando rencor o amargura en tu corazón contra alguien y no estás dispuesto a perdonar y arreglarlo?

•¿Hay algún rasgo de orgullo que no estés dispuesto a dejar para venir a Cristo?

•¿Has cometido algún pecado contra alguien que no estés dispuesto a enmendar?

Cualquier cosa que pueda haber en tu vida, si no estás dispuesto a obedecer a Dios, significa que no te has arrepentido. 

No serás salvo a menos que cambies la actitud de tu corazón y te arrepientas. 

El Señor Jesús dijo:

Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente (Lucas 13:3).

Tú necesitas volver tus pensamientos a ese Salvador que te amó tanto como para morir por ti. 

El Señor Jesús no sólo derramó Su sangre preciosa por nosotros, sino que derramó muchas lágrimas por nuestros pecados. 

Amorosa y fervientemente nos advirtió sobre las consecuencias terribles de morir sin ser perdonados de nuestros pecados. 

Ahora lee San Marcos 9:43–48. 

Permite que Dios hable a tu corazón.

Es posible que estés diciendo: “Sí, Dios está señalando cierto pecado en mi vida, pero no sé como puedo dejarlo”. 

Pero aún hay esperanza para ti, si te acercas a Jesús, ¡Él es el amigo de los pecadores!

Jesús dijo: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Ven a Jesús tal como eres. 

Arrodíllate ante Él y dile la verdad sobre ti mismo. 

Si no estás dispuesto a abandonar tus pecados, díselo a Él. 

Y si quieres que Él te haga dispuesto, díselo también. 

No tengas miedo de decirle al Señor Jesús cualquier cosa, con tal que sea la verdad. Sé completamente sincero con Él. No endurezcas tu corazón.  Al contrario, pon tu vida en las manos de Jesús. 

Él puede cambiarte. Él dijo: Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera (Juan 6:37).


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