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APRENDIENDO A TENER CONTENTAMIENTO

(En las buenas y en las malas) 

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!

Dios quiere que aprendamos a enfrentar la vida con gozo y confianza.

Para hacer esto debemos aprender a contentarnos en todas las circunstancias variables de la vida.

En esta lección aprenderemos una gran verdad que puede cambiar nuestra vida.

¿Cuál es esta verdad?

Es la siguiente:
Dios y lo que Dios me da, es todo lo que necesito.

Dios El Proveedor
La Biblia enseña que el soberano Dios del universo nos ama y ha prometido darnos todo lo que realmente necesitamos.

Él no ha prometido darnos todo lo que “queremos”, pero sí, prometió suplir nuestras necesidades.

El apóstol Pablo dijo:
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19).

• Dios suple nuestras necesidades materiales.

En San Mateo, capítulo cinco, el Señor Jesús nos dice que no estemos ansiosos por nuestras necesidades materiales, como comida, ropa y otras necesidades de la vida.


Jesús dijo:

No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. . . . vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (San Mateo 6:25, 32–33).

• Dios suple nuestras necesidades emocionales más profundas.

En las dos lecciones pasadas vimos cómo Dios suple nuestra necesidad de significación propia y seguridad.

Él nos ha hecho miembros del cuerpo de Cristo, y todo miembro del cuerpo de Cristo es importante. Él nos ha “aceptado en el Amado”. Nos ama incondicionalmente.

Dios nos dice:
Con amor eterno te he amado . . . (Jeremías 31:3).

• Dios suple nuestras necesidades espirituales.
En Cristo, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida espiritual.

La Biblia dice:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo
(Efesios 1:3).

• Dios nos da libremente todas las cosas.

Al darnos Su Hijo, Dios nos ha dado un regalo grandioso. 

Puesto que Él nos ha dado el regalo más grande de todos, Su Hijo, podemos estar seguros de que Él nos dará también cualquier otra cosa que podamos necesitar.


La Biblia dice:
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Romanos 8:32).

Es maravilloso saber que tenemos un Padre celestial que por sí mismo ha tomado la responsabilidad de suplir todas nuestras necesidades.

Un conocido predicador, A. W. Tozer, dijo:

Teniendo nosotros la bondad de Dios que desea nuestro mayor bienestar, la sabiduría de Dios que lo planea y el poder de Dios para realizarlo, ¿qué más nos puede faltar?

Seguramente somos las más favorecidas de todas las criaturas.*

Satanás el Tentador

Aunque Dios ha provisto todas nuestras necesidades, no debemos olvidar que tenemos un enemigo que nos odia y desea destruirnos.

La Biblia dice:
Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8).

Necesitamos comprender como nos tienta Satanás; la mayor parte, si no todas, de las tentaciones de Satanás, consiste en poner en nuestra mente pensamientos erróneos.

Satanás nos pone pensamientos como éste: “Dios no ha provisto todas tus necesidades. Necesitas algo más que Dios y lo que Él te ha dado”.

Ésta fue exactamente la forma en que Satanás tentó al primer hombre y a la primera mujer.

Adán y Eva fueron creados por Dios y puestos en un jardín bellísimo que Dios mismo había creado para ellos.

En el Jardín del Edén cada árbol era agradable a la vista y bueno para comer. Dios había dado a Adán y a Eva una tarea:

debían cuidar el jardín que Él había plantado. Ellos gozaban del amor y aceptación de Dios. Tenían una comunión diaria con Él. Tenían un ambiente perfecto.

Imagínate un círculo que representa el mundo que Dios hizo para Adán y Eva. En ese mundo, Adán y Eva tenían todo lo que necesitaban. Si hubieran necesitado cualquier otra cosa, es seguro que Dios la hubiera provisto.

Adán y Eva podían decir con toda veracidad:
“Dios y lo que Él ha provisto es todo lo que necesitamos”.

Tal vez nos preguntemos, “¿Cómo es que Satanás pudo tentar a alguien que vivía en un medio ambiente perfecto?”

Pero la tentación de Satanás a Eva fue muy sencilla. Le insinuó que ella y su esposo necesitaban algo más de lo que Dios les había dado. Satanás quería que Eva pensara: “Dios nos está negando algo que es bueno”.

Eva creyó la mentira de Satanás. Llegó a ser una realidad en su mente y ella actuó según su creencia. Comió del fruto prohibido. Se lo dió a su esposo y él también lo comió.

Su desobediencia trajo al mundo el pecado y la muerte, junto con toda la tristeza, miseria y dolor, que son resultados del pecado.

Cómo nos tienta Satanás

Imaginémonos nuevamente un círculo representando las circunstancias que Dios ha arreglado para nosotros.

Dentro de este círculo, Dios ha provisto todo lo que realmente necesitamos.

Las cosas no son perfectas en nuestro pequeño “círculo” y nunca lo serán en esta vida.

Vivimos en un mundo que está bajo la maldición del pecado.

Por lo tanto, enfrentaremos muchas pruebas y problemas.

Dios no nos ha prometido una vida fácil ni ha prometido darnos todo lo que queremos.

Pero ha prometido suplir nuestras necesidades y estar siempre con nosotros.

Yo puedo decir con toda veracidad: “Dios y lo que Dios ha provisto para mí, es todo lo que necesito”.

Satanás, nuestro gran enemigo, intentará engañarnos tal como engañó a Adán y Eva.

Tratará de poner en nuestra mente pensamientos erróneos.

Satanás nos mostrará algo que está fuera de “nuestro círculo” y nos sugerirá: “Tú necesitas ésto. De hecho, no podrás ser feliz si no lo tienes”.

El Peligro de Aceptar Pensamientos Erróneos
Tal vez no podamos evitar que Satanás nos sugiera pensamientos erróneos, pero sí, podemos rechazarlos.

Para comprender el peligro de aceptar pensamientos erróneos, debemos recordar esta verdad:

Estamos controlados por la forma en que vemos y creemos las cosas.

Lo que creemos determina lo que hacemos y lo que sentimos.

Si aceptamos un pensamiento malo, éste se transforma en una creencia errónea y las creencias erróneas nos llevan a acciones erróneas y a sentimientos erróneos.

Estos sentimientos erróneos por lo común nos llevan a conflictos internos.

Enfrentando Nuestros Conflictos Internos

Los cristianos también, como la gente inconversa, tienen conflictos internos tales como resentimientos, miedo, preocupaciones, culpabilidad y complejo de rechazo.

Para sobreponernos a estos problemas, debemos descubrir su causa y cómo luchar contra ellos.

La raíz de la mayoría de los problemas internos es la creencia errónea de que necesitamos algo más que Dios y lo que Él ha provisto para nosotros.

Veamos algunos de los problemas más comunes y la creencia errónea que está involucrada en cada uno de ellos.

• El Resentimiento
El resentimiento viene cuando creemos que lo que Dios ha provisto para nosotros no es lo mejor.

Podemos sentir resentimiento por algo respecto a nuestra persona También podemos estar resentidos con nuestros padres o algún otro familiar.

Podemos estar resentidos con nuestras circunstancias, o aún con Dios.

La solución a este problema es creer que Dios y lo que Él nos ha dado es lo que nosotros necesitamos.

Tal vez no comprendamos nuestra situación, pero no debemos sentirnos ofendidos por lo que Dios hace o deja de hacer.

Jesús dijo:
Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí (Mateo 11:6).

• El Miedo
Cuando siento miedo, quiere decir que no estoy confiando en Dios y su cuidado. Dios conoce nuestro corazón y sabe la propensión que tenemos al miedo.

En la Biblia cientos de veces Él nos dice: “No temas”.

La razón por la que no debemos tener miedo es que Dios mismo está con nosotros. Dios dice:

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia (Isaías 41:10).

• La Preocupación
Nos preocupamos y nos afanamos porque no creemos que Dios nos cuidará ni suplirá nuestras necesidades.

La preocupación tiene un efecto destructivo en nosotros. Además es un pecado contra Dios.

El preocuparse es pecado porque duda del amor de Dios, duda de la sabiduría de Dios y duda del poder de Dios. David aprendió cuál era el remedio para la preocupación.

Dijo:
Jehová es mi pastor; nada me faltará (Salmo 23:1).

• La Culpabilidad
La culpabilidad es ese sentimiento de condenación que tenemos cuando pensamos en nuestros pecados.

El recordar constantemente nuestros pecados produce una gran angustia en nosotros.

En la raíz de este problema está nuestra falta de entender y confiar en el hecho de que Dios ha provisto para nosotros el perdón completo.

Él ha provisto un Salvador, el Salvador perfecto: Jesucristo.

La Biblia dice:
Sabed, pues, esto . . . que por medio de él [Jesucristo] se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree (Hechos 13:38–39).

Dios nos ha dicho que, en Cristo, somos perdonados de todo pecado. Cuando seguimos condenándonos por nuestros pecados, no estamos creyendo a Dios. 

La Biblia dice:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús . . . (Romanos 8:1).

• Los Sentimientos de Rechazo
Hay veces que nuestro interés en cierta persona crece hasta que sentimos que es indispensable tener el amor de esa persona para poder ser feliz.

Sin embargo la persona no parece tener ningún interés en nosotros. Como consecuencia, nos sentimos rechazados y heridos y posiblemente aún enojados.

En la raíz de este problema radica la creencia de que yo debo tener el amor de aquella persona en particular para llenar mis anhelos. Ésta es una creencia errónea.

Dios ha prometido suplir todas mis necesidades. El hecho de que Él no me ha dado el amor de esa persona significa que en realidad no lo necesito.

Puedo creer que necesito el amor de esa persona y puedo estar muy triste y herido porque no lo tengo, pero debo volver a esta gran verdad: Dios y lo que Él ha provisto para mí es todo lo que necesito.

No es malo amar a alguien y estar triste cuando esa persona no corresponde a tu amor. Pero nunca debes creer que tú tienes que tener el amor de esa persona para ser feliz.

En realidad, Cristo y sólo Cristo, puede satisfacer plenamente tu corazón. Ningún ser humano puede hacerlo.

Si buscamos en la gente lo que sólo podemos encontrar en Cristo, seremos desilusionados. Solamente el amor de Cristo puede satisfacer completamente los anhelos del corazón.

Aunque todos estos conflictos internos son diferentes, tienen la misma raíz. La raíz común en cada caso es la creencia errónea de que necesitamos algo más que Dios y lo que Dios ha provisto para nosotros.

En cada caso el remedio es volver a esta gran verdad:Dios y lo que Dios me da es todo lo que necesito.

El Secreto para estar Contento
El apóstol Pablo no tuvo una vida fácil. Sufrió muchas persecuciones.

Era pobre y a menudo tenía aflicciones. Tenía problemas físicos de los cuales no fue liberado.

Pasó mucho tiempo en prisiones. Sin embargo, con todo ésto, Pablo era un cristiano muy contento.

El dijo:
. . . He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación (Filipenses 4:11).

Pablo aprendió a estar contento tuviese mucho o poco, estuviese en prisión o libre, en abundancia o en aflicción. Había aprendido que Dios y lo que Él había provisto era todo lo que necesitaba.

Pablo dijo:
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad (Filipenses 4:12).

Pablo escribió,
. . . He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación (Filipenses 4:11).

¿Cuál es el secreto del contentamiento?

El secreto del contentamiento es creer que Dios y lo que Él me da es todo lo que necesito. Es aprender a estar contento en cualquier situación en la cual Dios me ha puesto.

Dios dice que debemos vivir sin codicia. Codiciar significa desear ardientemente algo que pertenece a otra persona.

Se nos manda no ser codiciosos, sino, lo contrario: estar contentos con lo que tenemos.

La Biblia dice:
Sean vuestras costumbres (tu manera de vivir) sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: NO te desampararé, ni te dejaré (Hebreos 13:5).

En este versículo, Dios nos dice por qué debemos estar contentos.

Debemos estar contentos (1) porque tenemos a Dios mismo viviendo en nosotros, y (2) porque tenemos lo que Él ha provisto para nos otros.

Ésto es todo lo que necesitamos.




Adquiere sabiduría y buen juicio; no eches mis palabras en olvido.
(Provided by Reina Valera - revsión 1995, texto). Proverbs 4: 5
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Comentarios

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