Aportacion de: Benjamin Ayala
Hermanos y Hermanas en Cristo, Oremos:
¡Oh Padre!
"Hiciste al hombre para tu gloria, y cuando él no sirve
a este propósito, de nada sirve; Ningún pecado es mayor que el pecado de la
incredulidad, pues si la unión con Cristo es el mayor bien, la incredulidad es
el mayor de los pecados y contraria a Tu voluntad; Veo que, cualquiera que sea
mi pecado, nada se compara a estar lejos de Cristo por la incredulidad.
Señor, líbrame de cometer el pecado mayor de apartarme
de Él, pues aquí nunca podré obedecer y vivir perfectamente para Cristo.
Cuando Tú retiras mis bendiciones exteriores, es por
causa del pecado, de no reconocer que todo lo que tenemos viene de ti, de no
servirte con todo lo que tengo, de sentirme seguro y fortalecido en mí mismo.
Bendiciones legítimas se convierten en ídolos
secretos, y causan un gran daño; la gran injuria está en aferrarse a tener, el
gran bien consiste en dar.
Por amor me privas de
bendiciones de manera que glorifique más de Ti; removiste el combustible de mi
pecado, para que pudiera apreciar la ganancia de una pequeña santidad como
contrapartida de todas mis pérdidas.
Cuanto más Te amo con
un amor verdaderamente gracioso más deseo amarte y más miserable soy en mi
falta de amor; Cuanto más tengo hambre y sed de Ti, Más vacilo y fallo en
encontrarte; Cuanto más mi corazón está quebrantado por el pecado, más oro para
que él sea quebrantado aún más.
Mi
gran mal es que no recuerdo los pecados de mi juventud; de hecho, los pecados
de hoy, de mañana ya se olvidan.
Líbrame
de todo aquello que conduce a la incredulidad o a la falta de sentimiento de
unión con Cristo,
Amen ~"
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