Enfoque de desarrollo integral de la educación Cristiana
Orientación
Esta lección es la continuación de los conceptos del desarrollo integral de la lección anterior.
Hoy seguiremos con la discusión del desarrollo humano a lo sicosocial, moral y espiritual.
Objetivos de aprendizaje
Al final de esta lección, los participantes podrán
• Identificar las ocho etapas de desarrollo sicosocial.
• Comparar y contrastar las etapas de desarrollo sicosocial con las etapas de desarrollo moral.
• Mencionar y describir cuatro etapas de crecimiento vocacional.
Tipos de crecimiento
En la última sesión discutimos dos tipos de crecimiento: físico e intelectual.
Continuaremos hoy con otros tipos de crecimiento.
Crecimiento sicosocial
La personalidad se compone de dos partes:
• Temperamento. El temperamento influye sobre la forma en que actuamos o sentimos. Describimos a una persona como tímida, extrovertida, introvertida, dependiendo de su temperamento.
• Identidad. La identidad contesta la pregunta muy dentro de nosotros: “¿Quién soy en realidad?” Cuando nos sentimos bien acerca de nuestra identidad, nos invade un sentir de salud emocional. Cuando nos sentimos mal por nuestra identidad desarrollamos muy baja autoestima.
Ocho etapas de desarrollo sicosocial
Eric Erikson estudió el desarrollo de la personalidad en toda la vida.
Combinó las ideas del yo y nuestra interacción con el mundo para estudiar la personalidad.
Estableció en su teoría que hay ocho etapas de la vida en que se desarrollan ciertas características de la personalidad.
Cada etapa se basa en la anterior.
Al avanzar en la vida, vamos formando nuestra identidad de acuerdo con estos desafíos que enfrentamos en cada nivel.
1. Infancia: Confianza.
En la infancia el desafío es el desarrollo de la confianza.
El recién nacido depende de los demás para todo. De acuerdo a como se le suplan esas necesidades el bebé desarrolla un sentido de confianza o de no ser capaz de confiar en los demás.
Por ello es muy importante en las primeras etapas de la vida que mostremos amor o afecto a los niños.
2. Párvulo: Autonomía.
El segundo nivel comienza a la edad de dos años. Aquí el desafío es el desarrollo de un sentido de autonomía, el deseo de decir: “Quiero hacer esto”.
Es el desarrollo de un sentido de voluntad.
Si desarrollan ese sentir, pueden pasar a la etapa tres.
3. Preescolar: Iniciativa.
Esta etapa ocurre justo antes de entrar en la escuela.
El desafío en esta etapa es el desarrollo de iniciativa o un sentir de propósito.
El niño comienza a planear sus actividades, por ejemplo, jugar.
Puede usted comenzar a ver esto en los niños justo antes de la edad escolar.
Quieren seleccionar su ropa, comer ellos solos, y arreglar sus juguetes de la forma que desean.
Desarrollan un sentido de propósito e iniciativa.
4. Edad escolar: Competencia.
En la edad escolar el niño quiere desarrollar competencia.
Esta es la edad de la respuesta correcta, de ser capaz de decir: “Lo hice. Llené todos los blancos.
Memoricé todos los versículos”.
Es el desarrollo de confianza. “Puedo, lo haré”.
Lo mejor de esta etapa es desarrollar esa confianza porque la siguiente presenta un gran desafío.
5. Adolescencia: Identidad.
En la adolescencia tiene uno que desarrollar su propia identidad y contestar la pregunta: “¿Quién soy?”
No sólo soy el hijo de mis padres.
Soy especial.
¿Quién soy?
Erikson pasó mucho tiempo estudiando la adolescencia.
Este es un tiempo crucial para las decisiones religiosas, porque la respuesta a la pregunta de identidad tiene que ver con las creencias personales.
Los adolescentes pueden tratar con conceptos abstractos, por lo que comienzan a hacer preguntas sobre la fe.
¿Qué creo?
Por esa razón en campamentos de adolescentes se registran muchas decisiones de aceptar a Cristo, incluso por jovencitos criados en hogares cristianos.
Tienen una nueva habilidad de hacer un compromiso con algo.
Eirkson habla de comprometerse a ser fieles a algo o alguien.
Esto forma parte de la formación de identidad.
Los adolescentes deben comprometerse a alguien o algo mucho mayor que ellos.
Tristemente, muchos adolescentes deciden comprometerse con alguien más aparte de Jesucristo o de la fe cristiana.
Los adolescentes están en busca de algo que abrazar y tienen la habilidad de hacer ese compromiso.
La mayoría de los que aceptan a Cristo desde niños pasan por otro encuentro con Dios en su adolescencia que realmente los define como cristianos.
Si esa entrega no ocurre de forma saludable, se experimenta confusión de identidad.
No sé quién soy y trato de encontrarme a mí mismo buscando mi identidad en la ropa.
Tenemos en esta etapa la gran oportunidad de evangelizar a los adolescentes.
Es quizá la etapa más fácil para conducir a una persona a los pies de Jesucristo.
Cuanto más espere uno, más difícil se vuelve esa decisión.
6. Joven adulto: Intimidad.
El siguiente nivel es el de joven adulto.
El desafío en esta etapa es el desarrollo de relaciones significativas con otras personas, ahora que la persona ha desarrollado su identidad e invertirla en relaciones con los demás.
Con frecuencia una de estas relaciones conduce al matrimonio, pero incluso si la persona no se casa, este es el tiempo de desarrollar relaciones con los demás.
Las amistades no son las mismas que cuando se era adolescente.
Son más sólidas y significan compromisos reales de unos con otros o con grupos de personas.
También desarrollamos la oportunidad de relaciones más cercanas con los demás (no sólo en lo físico, sino en lo espiritual).
Piense en la iglesia y nuestra habilidad de ser honestos los unos con los otros.
La confianza tiene sus riesgos y requiere un fuerte sentido de ser uno mismo.
Piense en las amistades cercanas que desarrolló cuando era joven adulto; éstas tienen la tendencia de durar por toda la vida.
Como niños, no éramos capaces de ese tipo de intimidad.
Como adolescentes estábamos muy ocupados en busca de nuestra identidad.
Pero en la etapa de joven adulto las relaciones cobraron tanta importancia que perduran para toda la vida.
En esta etapa aprendemos a amar y a darnos a otra persona.
Con frecuencia en esta etapa de la vida es más fácil para las mujeres relacionarse unas con otras porque tienen un mayor sentir de salud.
No hay competencia entre ellas (a menos que deseen al mismo hombre), pero tienen la habilidad de desarrollar amistades más profundas.
Los varones, más competitivos, con frecuencia temen establecer relaciones con otros hombres y compartir su espíritu, porque temen al rechazo y a no ser suficientemente buenos.
El movimiento de Hombres de Valor (Promise Keepers) da la oportunidad a los varones de pasar dos días juntos en alabanza, oyendo conferencias.
Es un fenómeno interesante.
Los hombres se abrazan, lloran juntos.
Regresan con mayor interés de establecer lazos más sólidos con otros amigos varones.
Se reúnen a orar y a leer la Biblia juntos.
Se confiesan y se comprometen unos a otros.
Es como si alguien les hubiera dado permiso para estar en relación más estrecha con otros hombres, cuando antes ni lo pensaban.
Pensaban que para ser hombres de verdad no podían hacer esto.
¿Cuáles elementos de su cultura le ayudan o le estorban para establecer relaciones más estrechas?
Al comenzar a crecer la iglesia, es importante que comiencen a surgir relaciones más estrechas y sólidas, de modo que se experimente un sentir de pertenencia, de familiaridad, de que pueden confiarse unos a otros.
Es importante que la iglesia propicie oportunidades de este tipo.
En algunas partes del mundo hay iglesias muy grandes, por ejemplo, de 3 o 4 mil personas.
Es muy difícil establecer relaciones estrechas en grupos como esos.
En esas iglesias grandes, entonces, se desarrollan grupos pequeños para permitir esa intimidad.
A través del grupo pequeño sentimos que pertenecemos al grupo grande total.
En particular si cuenta con jóvenes adultos en su iglesia, es importante proveer oportunidades para esas relaciones.
Aunque la oportunidad no tiene que ser necesariamente espiritual.
Puede relacionarse con recreación o de comer juntos.
El propósito es ayudar a la gente a desarrollar un sentido de pertenencia en forma tangible.
7. Adulto maduro: Inversión en el futuro.
El desafío aquí es escoger entre dos opciones: Me doy a mí mismo en inversión para el futuro, es decir, mis energías para desarrollar la siguiente generación que viene detrás de mí, o protegeré todo lo realizado y me enfocaré en su conservación y a no permitir cambios.
En la segunda opción, mi valor se centra en lo realizado en lugar de lo que he dado para un futuro mejor.
En iglesias más antiguas algunas personas desean que la iglesia siga como siempre.
Eso es proteger el pasado en lugar de invertir en el futuro.
Esta es la etapa de la vida en la que el adulto maduro debe hacer la decisión de invertir en el futuro o proteger el pasado…
Cuando hago la decisión de invertir en el futuro, comienzo a compartir mi conocimiento y sabiduría con otros más jóvenes, de modo que desarrolle mi lugar de liderazgo entre ellos.
Comienzo a cederles el lugar de liderazgo de la iglesia u organización a ellos más y más, de manera que en las últimas etapas de mis años de joven adulto, soy más mentor que líder.
Un ejemplo:
Cuando entré a enseñar en el seminario, el decano era mi antiguo maestro.
Era mi jefe.
Después de unos años, comenzó a enseñarme a hacer su trabajo.
Comenzó a mostrarme cómo ser decano académico.
Me preparó para el trabajo que hoy tengo.
Y luego dejó su empleo para que alguien más lo tomara, aun cuando seguía como empleado del seminario.
Cuando tomé el empleo de decano académico que tengo hasta el presente, yo sabía que se lo debía a él.
Él invirtió para el futuro y yo también me he comprometido a hacer lo mismo.
No voy a ser decano académico hasta que me jubile.
En otros siete u ocho años le daré el puesto a alguien más.
Pasaré los últimos días de mi carrera en el aula.
Eso significa invertir para el futuro.
--Ed Robinson
Esta es la aplicación que me gustaría que usted hiciera.
Me gustaría que comenzara a pensar cómo va a desarrollar líderes en la iglesia para el futuro, cómo va a invertir para la generación que viene detrás de usted.
Tiene que decidir si conservar el pasado y protegerlo o invertir para el futuro.
¿Cuál escogerá?
8. Tercera edad: Integridad.
La etapa final es la tercera edad.
Aquí el desafío es la integridad o la realización total, decir: “Sí, he vivido bien.
Ha sido bueno lo que he hecho.
He llegado al final de mi carrera y estoy en paz, sin remordimientos”.
Es un sentir de integridad sencillamente.
Integridad significa totalidad o estar completo, sin nada significativo que falte.
Es más que ser honesto, es ser todo lo que se esperaba que fuera.
En las últimas etapas de la vida con frecuencia las personas reflexionan sobre lo que han hecho en la vida y muchos se lamentan porque se dieron a cosas sin verdadera importancia.
Es más bien un sentir de realización total en la que se dieron a una buena causa e hicieron lo mejor que pudieron.
En las últimas etapas de la vida esto es lo que necesitamos que comprenda la gente.
La comunidad de fe ayuda a la gente a comprender cuánto han contribuido y cuánto valen en verdad.
Con frecuencia los de la tercera edad en nuestra sociedad sienten que ya no tienen nada que ofrecer.
Tenemos que hacerles ver que necesitamos su sabiduría, oraciones y ejemplo.
En ocasiones, sin embargo, muchos llegan al final de su vida y se dan cuenta que la han dado a causas no muy nobles.
Sienten que han malgastado su vida.
Tenemos el privilegio de ofrecerles la gracia de Dios de modo que puedan pedirle perdón y reciban su salvación.
Dios toma lo que ellos creen que malgastaron y lo usa para bien.
Incluso al final de la vida cualquiera puede comenzar de nuevo.
No pase por alto a los ancianos que necesitan la conversión.
La tercera edad es la etapa crítica para un sentir de realización propia e identidad.
En ocasiones nos ocupamos tanto en la edificación de la iglesia para el futuro que olvidamos a estas personas que ya no estarán con nosotros en el futuro, pero que siguen necesitando la gracia de Dios en su vida.
Aplicación de las etapas del crecimiento de la personalidad
Deseo ahora retroceder y hacer aplicaciones a algunas de estas etapas.
Confío en que ustedes podrán hacerlas, pero aquí les damos una ayudadita:
1. Trate a los bebés con cariño y afecto.
Si asocian el afecto con la iglesia, lo asociarán con Dios también.
2. Los niños de edad escolar están desarrollando competencia.
Algunos ya saben leer o tienen aptitudes musicales.
No tema usarlos en el culto de adoración para leer la Biblia y la música especial.
Recuerde que no están sólo practicando; están dirigiendo.
Pídales que hagan cosas que pueden hacer.
Deles la oportunidad de saborear el éxito.
Deles los pasajes bíblicos desde una semana antes y ayúdeles a practicar.
Trate su contribución en serio orando con ellos antes del culto.
Así se desarrollarán en liderazgo y mostrará a la congregación lo que usted cree acerca de ellos.
Si tiene coro de niños, pídales que canten.
Entonces exprese el valor de su contribución.
Comente el mensaje que han proclamado.
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