El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas. (Salmo 126:5-6) La «ley de la siembra» o la regla de plantación es un concepto bastante abordado en toda la Biblia. Jesús enseñó diversas parábolas sobre el sembrador, sobre los tipos de suelo y las semillas (como el grano de mostaza, por ejemplo). Pablo también dijo (en Gálatas 6:7) que «cada uno cosecha lo que siembra». Por esas y otras referencias, entendemos que de forma natural y en todos los ámbitos de la vida, nosotros recogemos aquello que sembramos. El Salmo de hoy nos habla de un aspecto diferente de la siembra. En realidad, este es el único lugar en la Biblia donde se menciona un tipo de cosecha diferente de lo que se plantó. Aquí la ley de la siembra está envuelta por la gracia y la misericordia del Señor que sustenta todas las cosas. Dios concede a los que siembran con lágrimas (humildad, confianza y contrición) que recojan sus gavillas llenos de alegría (fe...
La afirmación "Pero yo y mi casa serviremos al Señor" suele estar impresa en placas con las que se adornan los hogares de los cristianos de hoy. Es una afirmación del compromiso de la familia de servir al Señor. Esa lealtad familiar no es una aplicación incorrecta del texto, aunque tenía connotaciones ligeramente diferentes en la época de Josué. Por primera vez, Dios hizo un pacto con Israel en el Sinaí. Explicó lo que requería, y el pueblo dijo que lo haría. Este tipo de pactos era común entre los vasallos y los soberanos de la época. El soberano se comprometía a proteger y mantener a los vasallos, y los vasallos se comportarían de manera que reflejaran un buen comportamiento hacia el soberano. Si los vasallos se rebelaban, el soberano se volvía contra ellos y los castigaba. En el Sinaí, el soberano no es un rey humano, sino Dios mismo. Dios le dijo a Israel lo que esperaba de ellos (Éxodo 20-23), y luego el pueblo se comprometió a hacerlo (Éxodo 24). Por supues...