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Dios no te creó por casualidad

Porque yo conozco los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. (Jeremías 29:11) El versículo en Jeremías 29:11 nos revela el corazón amoroso de Dios y su profundo propósito para cada uno de nosotros.  Dios no nos creó por casualidad, sino con un plan específico.  Él nos conoce íntimamente y sabe exactamente qué es lo mejor para nosotros. El propósito de Dios para nuestras vidas es un plan de prosperidad, no solo material, sino también espiritual y emocional.  Él quiere que tengamos una vida plena y abundante, llena de alegría y paz, sin importar las circunstancias que nos rodean.  Dios no quiere causarnos daño, sino guiarnos hacia su voluntad, que es perfecta y buena. Dios también nos promete esperanza y un futuro.  Él nos da la promesa de un mañana lleno de posibilidades y oportunidades donde podremos crecer en nuestra fe y llegar a ser más como él.  Nos invita a confiar en su guía y sabiduría, s
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Aprende a hacer el bien

¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y restituyan al oprimido! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda! (Isaías 1:16-17) En la reflexión de hoy se nos invita a adoptar muchas actitudes que nos dirigen a vivir más cerca del Señor y de sus principios, alejándonos, al mismo tiempo, del pecado. Lávense, límpiense: Nuestra naturaleza corrupta está manchada de pecado. Afortunadamente, tenemos un Salvador que nos purifica, Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Apartar las obras malvadas: Esta es una actitud intencional que todo converso debe adoptar: actuar sin maldad, sin engaño, injusticia y corrupción. Dejar de hacer el mal: La aplicación práctica es dejar, parar. Abandonar conductas dañinas y buscar la transformación a través del arrepentimiento. Debemos alejarnos de las prácticas pecaminosas, o aquellas que conducen al error y al mal. Aprender a hacer el bien: Aqu

El que persevera bajo la prueba será aprobado

Estar vivo significa que somos puestos a prueba con frecuencia. Las pruebas pueden parecer montañas insuperables, pero cada desafío es una manera de fortalecer nuestra fe. La Biblia nos recuerda en Santiago 1:12: Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman. (Santiago 1:12) Cada obstáculo que enfrentamos es una oportunidad para demostrar nuestra confianza inquebrantable en el poder de Dios. Es en los momentos más difíciles cuando él se revela como nuestro refugio y fortaleza, una ayuda muy presente en las angustias. Cuando nos apoyamos en Dios, comenzamos a reaccionar inteligentemente, enfrentando nuestros problemas con valentía. Es importante recordar que las pruebas no son una señal de que “Dios nos ha abandonado”, sino una oportunidad para madurar espiritualmente. Así como el oro se refina con el fuego, nosotros nos refinamos en medio de las dificultades. Dios no nos ha prom

Cuida bien de tu hermano

Siempre doy gracias a Dios por ustedes, pues él, en Cristo Jesús, les ha dado su gracia. (1 Corintios 1:4) En este versículo podemos percibir la preocupación del apóstol Pablo de motivar a sus hermanos en la fe. La iglesia de Corinto pasaba por problemas, pero la postura de Pablo fue sorprendente: él comienza la epístola dando gracias a Dios por la vida de los hermanos de aquella región. Pablo tenía un corazón agradecido, pues sabía que Jesús murió también por ellos. Si Dios derramó su gracia sobre ellos, ¿cómo no continuar siendo un canal de bendición para la edificación de los hermanos? El apóstol comprendía que toda buena semilla necesita cuidados: debe ser regada y podada para que dé fruto. A pesar de las faltas de los hermanos en Corinto, Pablo entendía que para "podar" era necesario que la semilla brotara y tomara forma. Cuidar no es solo exhortar. Es importante también agradecer. Edifica la fe de tu hermano Busca edificar la fe de tu hermano a través de la Palabra de D

Viviendo el amor de Dios a diario

El amor de Dios nos rodea todos los días como el cálido abrazo de un padre amoroso.  Su bondad se manifiesta de manera sencilla y profunda en nuestro caminar diario.  Cada amanecer, él nos regala la luz del sol, recordándonos su presencia constante en nuestras vidas.  En tiempos difíciles, él es el refugio seguro para nuestras preocupaciones y miedos. En el amor de Dios encontramos inspiración para tender la mano a los demás.  Una sonrisa amable, un gesto compasivo o una palabra amable reflejan su amor a través de nosotros.  El perdón que él nos ofrece nos anima a perdonar y a buscar la sanidad de las relaciones en nuestras vidas. El amor de Dios nos guía en las decisiones y nos fortalece cuando enfrentamos desafíos. Nos anima a ser pacientes y amorosos, incluso cuando el mundo que nos rodea parece caótico.  A través de la oración, podemos sentir su amor rodeándonos y dándonos paz. ¡Reconozcamos y celebremos el amor de Dios en cada momento de nuestro día!  Que su amor nos inspire a viv

Aunque no entiendas ahora, lo entenderás después

  Ahora no entiendes lo que estoy haciendo —le respondió Jesús—, pero lo entenderás más tarde. (Juan 13:7) ¿Cuántas veces nos preguntamos o cuestionamos a Dios el por qué de una situación determinada en nuestras vidas? Muchas veces, cuando sucede algo que está fuera de nuestro control y que no comprendemos. Puede ser la pérdida de alguien, el final de una relación, una enfermedad, un accidente, el desempleo, una decepción... Le preguntamos al Señor el por qué y realmente no logramos entender. Sin embargo, la Biblia nos enseña que Dios siempre tiene el control de todo. Si le tenemos como autor y consumador de nuestra fe, podemos confiar y descansar en él. Puede que no comprendamos lo que Jesús está haciendo, pero él lo sabe muy bien. Luego comprenderemos que todo lo que nos sucede ayuda a nuestro crecimiento en la fe, en el amor y en el conocimiento del Señor. Aun cuando no entendemos, nuestro carácter está siendo moldeado cuando pasamos por dificultades confiando y amando a Dios de tod

Es más importante obedecer a Dios que a los hombres

¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! —respondieron Pedro y los demás apóstoles—. (Hechos 5:29) Los apóstoles y discípulos recibieron de Cristo la misión desafiadora de anunciar el Evangelio.  Sin embargo, los líderes judíos la rechazaron, negándose a oír e intentando impedir que ellos predicaran el mensaje del Señor Jesús.  En nuestros días vivimos limitaciones diferentes, pero las imposiciones son bastante similares.  Los hombres que rechazan a Dios intentan silenciar el Evangelio genuino con sus agendas seculares y su ideología dominante. Pero es más importante obedecer a Dios que a los hombres.  Esfuérzate en vivir los principios y valores de la Biblia cueste lo que cueste.  Anuncia toda la Palabra de Jesucristo aunque algunos te rechacen o intenten impedirlo.  Ninguna institución humana cumplirá esa tarea que compete a la Iglesia de Dios.  Por eso, en la fuerza del Espíritu Santo, revístete de las armas que Dios da y testifica la salvación de Jesús al mundo. Obede

El Señor es nuestra fortaleza

En el camino de la vida enfrentamos muchos desafíos que pueden sacudirnos. Sin embargo, es en esos momentos cuando debemos recordar que el Señor es nuestra fortaleza y nuestra roca inquebrantable. Como está escrito en el Salmo 18:2:Jehová, roca mía y castillo mío, mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. (Salmo 18:2) Cuando nos sentimos sobrecargados, podemos confiar en la promesa de que Dios es nuestro refugio seguro. Él nos da valor para afrontar las tormentas y paz para superar los momentos de ansiedad. La fuerza que el Señor nos da no es solo un refugio contra el peligro, sino también una fuente continua de fortaleza y renovación. En su presencia encontramos esperanza y valentía para seguir adelante, incluso cuando el camino parece difícil. ¡Así que no te desanimes! Pon tu confianza en el Señor y permítele ser tu fortaleza. Con Dios de nuestro lado, somos más que vencedores. Él nos sostiene y guía, fortalece nue

No hay límites para los que tienen fe

Hay momentos en los que nos sentimos limitados o con las «manos atadas» en ciertas situaciones de la vida. Podemos ser competentes en muchas áreas, pero en realidad no tenemos el control de todas las cosas. Ahí es cuando nos damos cuenta de lo limitados que estamos. Aun siendo pequeños y frágiles, tenemos un Dios grande y poderoso que está presto para ayudarnos. Si deseamos verlo actuar a nuestro favor, tenemos que confiar en él y tener fe. Jesucristo sabía que la fe es capaz de mover montañas. Él enfatizó en su ministerio el poder de la fe. Cuando canalizamos nuestra fe en Dios, lo imposible puede llegar a ser posible. Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible. (Marcos 10:27) Lo imposible puede ser una realidad con la fe puesta en Dios. Con fe podemos atravesar el mar en tierra seca (Hebreos 11:29). A través de la fe podemos derribar los muros en nuestras vidas (Hebreos 11:30). No pongas límites a tus sue

Él escucha tu voz

Seguramente te has sentido angustiado en algún momento de tu vida, triste por una situación o desamparado por una tragedia. Desde los problemas más sencillos en el trabajo hasta los momentos más difíciles, es bueno contar con alguien que nos escuche en medio de esas situaciones. Pero yo clamaré a Dios, y el Señor me salvará. Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha. (Salmo 55:16-17) Aquí el salmista cuenta con que Dios lo escucha. Él confía que el Señor lo oye, que no está solo en las dificultades, sino que el Dios Todopoderoso está presente y es capaz de actuar. Eso es así porque, más que un oyente, Dios es Salvador y es capaz de rescatarte de los peores lugares. Confía en Dios, pues él está contigo en todo momento. El Señor está presente y puede ser un refugio para tu alma el día entero y todos los días de tu vida. Clama, pues él te escucha Ora a Dios y lleva ante él tus mayores dificultades. Abre tu corazón delante del Señor, pues él es el Salvador y te puede ayudar.