Principio de la buena noticia de Jesucristo, el Hijo de Dios. El profeta Isaías había escrito: “Envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto:
¡Preparad el camino del Señor, abridle un camino recto!’
Sucedió que Juan el Bautistae se presentó en el desierto bautizando a la gente. Les decía que debían convertirse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonase sus pecados. De toda la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén salían a oirle. Confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán.
Juan iba vestido de ropa hecha de pelo de camello, que se sujetaba al cuerpo con un cinturón de cuero; y comía langostasi y miel del monte. En su proclamación decía: “Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo.” Marcos 1: 1 - 8.
Jesús sana a muchos enfermos (Mt 8.16-17; Lc 4.40-41) Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diferentes enfermedades los llevaron a Jesús; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. Llevaron ante Jesús a todos los enfermos y endemoniados, y el pueblo entero se reunió a la puerta. Con una sola palabra expulsó a los espíritus malos, y también curó a todos los enfermos.
Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el profeta Isaías: “ Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades.” Jesús sanó de toda clase de enfermedades a mucha gente y expulsó a muchos demonios; pero no dejaba hablar a los demonios, porque ellos le conocían. Y decian: ¡Tú eres el Hijo de Dios!
La sanidad que Dios da es eterna, más es necesario entregar nuestra alma al hijo de Dios? Te invito a que entregues tu alma a Cristo hoy! Juan 3: 16.
¡Preparad el camino del Señor, abridle un camino recto!’
Sucedió que Juan el Bautistae se presentó en el desierto bautizando a la gente. Les decía que debían convertirse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonase sus pecados. De toda la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén salían a oirle. Confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán.
Juan iba vestido de ropa hecha de pelo de camello, que se sujetaba al cuerpo con un cinturón de cuero; y comía langostasi y miel del monte. En su proclamación decía: “Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo.” Marcos 1: 1 - 8.
Jesús sana a muchos enfermos (Mt 8.16-17; Lc 4.40-41) Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diferentes enfermedades los llevaron a Jesús; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. Llevaron ante Jesús a todos los enfermos y endemoniados, y el pueblo entero se reunió a la puerta. Con una sola palabra expulsó a los espíritus malos, y también curó a todos los enfermos.
Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el profeta Isaías: “ Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades.” Jesús sanó de toda clase de enfermedades a mucha gente y expulsó a muchos demonios; pero no dejaba hablar a los demonios, porque ellos le conocían. Y decian: ¡Tú eres el Hijo de Dios!
La sanidad que Dios da es eterna, más es necesario entregar nuestra alma al hijo de Dios? Te invito a que entregues tu alma a Cristo hoy! Juan 3: 16.
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