
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
(Juan 1:14)
En esta Nochebuena, recordamos que Dios no se quedó de brazos cruzados observando el mundo destrozado. Él entró en nuestra historia. Aquel que creó todas las cosas eligió revestirse de nuestra fragilidad. La encarnación es el gran anuncio de que el Creador ha venido a caminar entre sus criaturas.
La llegada de Jesús marca el inicio de una nueva etapa en la historia divina. La luz finalmente brilló en la oscuridad y nos reveló el rostro de Dios. Hoy, en el silencio de la espera, se nos invita a percibir que la venida del Hijo inaugura un nuevo capítulo: Dios está cerca, Dios está aquí.
Para ponerlo en práctica:
Dedica unos minutos hoy a estar en silencio y percibir la presencia de Dios en tu vida.
Reflexiona sobre cómo la venida de Jesús revela el carácter de Dios. Él es Dios cercano, compasivo, presente.
Acércate a alguien que conozcas que haya enfrentado alguna pérdida o soledad durante este año y dedica unos minutos para hablar, orar con él o hacerle una breve visita.
Para orar:
Señor, gracias por acercarte y venir a mi encuentro. En esta Nochebuena, ayúdame a acoger tu presencia y a caminar contigo. Que la luz de Cristo brille hoy en mi corazón. Amén.
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