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¡Jesús y la Oraciòn!

Introducción:

Jesús de Nazaret tenía mucho interés en que sus discípulos, y por extensión, nosotros, entendiéramos acerca de la ORACIÓN.

Lucas 11: 5-13  "Les dijo también:  ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? 

Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.

Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 

Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 

¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 

¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? 

¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"

Démonos cuenta que la oración siempre va dirigida a Dios, por lo tanto, esto implica una dependencia de Él por parte del cristiano.

¿Por qué tendría tanto interés el Señor en que supiéramos y entendiéramos acerca de la oración?

Pues, no a causa del resultado de la oración solamente, también por lo que significa ella misma; es decir: Comunión con Dios, y dependencia de Dios.

Esto último choca de frente con la falsa doctrina que enseña que el creyente puede conseguir las cosas que quiere por visualizarlas y agarrarlas del “mundo espiritual”, ya que, según esa herejía el creyente “es un pequeño dios”.

El movimiento “Palabra de Fe” (word-of-faith movement), también llamado “super-fe” o “fe en la fe”, enseña que el hombre no necesita ayuda desde afuera, pues el hombre tiene dentro de sí su propia fuente de poder, y que Dios le ha dado poder al hombre para ser su propio pequeño dios.

Esto es lo que gente como Kenneth Copeland enseña: "La respuesta a tu situación no está en algún sitio allí 'afuera.' 

La respuesta está dentro de ti."

Entonces, si el creyente puede conseguir lo que quiere por sí mismo, ya no necesita orar a Dios, y pedirle a El, lo puede conseguir mediante su poder…

Si nos damos cuenta, esa enseñanza metafísica aludida, niega el principio que Cristo enseñó a sus seguidores.

Por eso, anticipándose, Cristo nos muestra la gran verdad de que nosotros, como creyentes, DEPENDEMOS absolutamente de un Dios Creador que es Soberano e independiente de nosotros, pero que, por amor a nosotros, ha permitido de que nosotros dependamos del todo de Él.

1. La importunidad en la oración (leer de nuevo 5-8)

Jesús les da a sus discípulos un ejemplo muy claro utilizando una pequeña historia acerca de lo que se llama la importunidad.

Ese hombre que insiste a su amigo vecino a la media noche, cuando todos duermen, y le insiste a que le de tres panes para dar de comer a ese otro amigo que acaba de llegar de viaje, 

es un ejemplo claro de importunidad.

Incluso el Maestro les enseña que el vecino despertado, ya no por ser amigo, sino por causa de la importunidad, se iba a levantar y le iba a dar los panes.

Jesús está diciendo aquí que la importunidad es una manera de conseguir cosas entre los humanos; 

¿por qué enseñaría eso?

Sencillamente, porque tiene aplicación en lo espiritual hacia Dios, en el sentido de que así debemos orar.

Como dice Matthew Henry:
"Si así podemos prevalecer con los hombres por medio de nuestra importunidad, aunque ellos se incomoden, 

¿cómo no prevaleceremos con Dios, Quien está deseando que le importunemos?"

Si nos damos cuenta, esta manera de ver el asunto de la oración peticional, destruye el concepto aberrante que muchos tienen en cuanto a que Dios “está demasiado ocupado para ser molestado por nuestras pequeñas cosas”.

Jesús, por tanto, nos enseñó todo lo contrario. 

El nos enseña a perseguir a Dios, hasta ser “pesados” e inoportunos en oración.

I. Esta manera de ver las cosas nos lleva a las siguientes conclusiones.

A. La libertad y la rconfianza.

Nos enseña a dirigirnos a Dios con la libertad y confianza total, para pedirle lo que necesitemos, "De la misma manera que un hombre va a casa de un amigo íntimo, de quien sabe puede esperar ayuda en un momento de apuro".

B. Pedir por las necesidades.

Hemos de acudir en oración a Dios, a fin de pedirle algo necesario, como es el pan diario: "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy" (Lucas 11: 3)

C. El valor de la intercesión.

No sólo hemos de pedir por nosotros solamente, sino por los demás, empezando por los que están más cerca de nosotros, por los que tenemos más responsabilidad. 

Si prestamos atención a la pequeña historia de Jesús, ese hombre a la media noche fue a pedir los tres panes no sólo para él, sino para el recién llegado, de quien era responsable.

Si nos damos cuenta, en el símil de Jesús, la fuerza del relato radica, además de la mencionada importunidad, en cuanto a que la petición buscaba el favor de una tercera persona que no está en ese momento al lado del que pedía.

Hemos de entender que ese tipo de oración es la INTERCESIÓN. 

Es decir, orar y pedir por terceros.

D. Cuando no está en nuestras manos la solución.

Con mayor motivo hemos de ir al Señor en oración cuando de ninguna manera podemos solventar un asunto determinado, mayormente, cuando la situación en la que estamos no fue causa de negligencia o descuido por nuestra parte.

El ejemplo lo tenemos en ese hombre que tuvo que ir a media noche a molestar a otro, porque le surgió un imprevisto. 

La visita de ese otro amigo viajero fue ese imprevisto.

Cuando nos encontremos en situaciones semejantes, no importa la gravedad de las mismas, recurramos a Dios en oración perseverante e importuna, despojándonos de toda ansiedad y afán.

La Palabra también nos enseña al respecto: 

(1 Pedro 5: 6) "Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros"

(Filipenses 4: 6) "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús"

TODA ANSIEDAD Y AFÁN SON DESTRUIDOS POR MEDIO DE UNA ORACIÓN DE FE Y CONFIANZA EN LA PROVIDENCIA DE DIOS, PORQUE SABEMOS QUE ÉL TIENE CUIDADO DE NOSOTROS.
 
Si nos damos cuenta, todo ello siempre apunta a DEPENDER de Dios, y nunca en nuestras habilidades propias (menos aún de aquellas que son inexistentes). 

2. Pedid y se os dará "Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 

Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá"

Como hijos suyos, Dios nos ha prometido darnos lo que le pidamos, siempre en el contexto de lo que estamos estudiando.

¿Por qué a veces no recibimos lo que pedimos?

A veces Dios parece tardarse en responder.

A veces Dios no responde de la manera que desearíamos.

A veces Dios no responde porque nuestra petición es incorrecta a Sus ojos.

Y a veces el pedir va junto con el buscar y con el llamar.

Nos detendremos en esa última posibilidad.

En este sentido, TODO es un conjunto de factores que se deberán poner en marcha.

Si nos damos cuenta, el que hombre de la historia de Jesús no sólo pidió, sino que también buscó a quien pedir, y llamó para que se le abriera la puerta del que tenía los panes.

Es decir, hay creyentes que sólo piden, pero no buscan ni llaman. 

Entonces el equilibrio es inexistente.

Pongamos un ejemplo rápido. 

Sandra desea hacer una psopa de gallina india (plato típico salvadoreño) buenísima, 

porque ha invitado a sus mejores amigas y desea obsequiarlas con una buena comida.

Dios es un Dios de cosas grandes y de cosas pequeñas, como la del ejemplo.

Sandra le pide al Señor que la ayude a hacer ese manjar. 

No obstante, Sandra que no sabe cocinar bien del todo, no ha buscado los necesarios ingredientes, y además, en vez de llamar a la vecina para pedir ayuda, llamó a su esposo por teléfono, y hablando, hablando, la sopa se le quemó.

Este es sólo un ejemplo tonto para entender acerca de la combinación entre pedir, buscar y llamar.

Pongamos otro ejemplo, un poco más serio. 

Roberto necesita un empleo determinado. 

El quiere ser Director de una escuela en el ministerio de educación, y clama a Dios día y noche, y no lo consigue; 

¿por qué? 

Porque en primer lugar Roberto jamás buscó el estudiar y licenciarse en secuencias de la educacion. 

Roberto sólo tiene la secundaria.

A veces pedimos cosas a Dios que Él no puede dar porque nosotros no hemos hecho nuestra parte.

Nuestra negligencia y descuido puede tener sus consecuencias a la hora de pedir y recibir.

Pero si pedimos; buscamos y llamamos, según la voluntad de Dios (porque esa es la clave), seguro que recibiremos, hallaremos y se nos abrirá.
 
3. El deseo de Dios es darnos lo que pedimos.

¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 

¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? 

¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, 

¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"

Así como se vislumbra acerca del padre terrenal, 

se ve claro con nítida luz por parte de nuestro Padre Celestial:

Él quiere darnos lo mejor.

De hecho ya lo hizo; nos dio a Jesús.

Y como dice la misma Palabra: 

"El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, 

¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?" (Romanos 8: 32)

Si un padre terrenal le da a su hijo pan en vez de una piedra, y un pescado en vez de una serpiente, o un huevo, en vez de un escorpión, cosas necesarias para el sustento diario, con mayor razón, el Padre Celestial dará, especialmente, a sus hijos, no sólo lo relatado, sino algo, o más bien, a Alguien: 

El Espíritu Santo.

Démonos cuenta aquí de una cosa: 

¡Hemos de pedir al Padre que nos dé el Espíritu Santo!

Leámoslo: "¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"

Alguien me dirá, bueno, ya el Padre nos dio al Espíritu Santo al recibir a Jesús en nuestras vidas. 

Cierto, pero la
Palabra tiene más que decir al respecto: 

"…antes bien sed llenos del Espíritu" (Efesios 5: 18)

Esa llenura del Espíritu Santo es un don del Padre, que lo da a aquel que se lo pide, tal y como hemos leído.

Siendo el don (regalo) del Espíritu Santo, lo que el Padre quiere darnos, como nos ha dado a Jesús, 

¿cómo no nos dará todas las demás cosas, conforme a Su voluntad?

Por eso la Palabra dice: "Fíate de Jehová de todo tu corazón…" (Prov. 3: 5)

La condición siempre será: 

Guardar sus mandamientos, es decir, hacer Su voluntad: 

"y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él" (1 Juan 3: 22)
 
"Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye"(1 Juan 5: 14)

Por lo tanto, busquemos el agradarle a El de todo nuestro corazón, porque eso vale más que cualquier petición que podamos hacerle.

 

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