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5° parte: PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS!

Jesús, sentenciado a muerte (Mc 15.6-20; Lc 23.13-25; Jn 18.38–19.16)

15 Durante la fiesta,g el gobernador tenía la costumbre de poner en libertad a un preso, el que la gente escogía. 16 Había entonces un preso famoso llamado Jesús Barrabás. 17 Estando la gente reunida, Pilato preguntó:

– ¿A quién queréis que os ponga en libertad, a Jesús Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?h

18 Porque comprendía que lo habían entregado por envidia.

19 Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa mandó a decirle:

–No te metas con ese hombre justo, porque anoche tuve un sueño horrible por causa suya.

20 Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitudi para que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. 21 El gobernador repitió la pregunta:

– ¿A cuál de los dos queréis que os ponga en libertad?

Ellos dijeron:

–¡A Barrabás!

22 Preguntó Pilato:

– ¿Y qué haré con Jesús, a quien llaman el Mesías?

–¡Crucifícalo! –contestaron todos.

23 Pilato les dijo:

–Pues ¿qué mal ha hecho?

Pero ellos volvieron a gritar:

–¡Crucifícalo!

24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que el alboroto era cada vez mayor, mandó traer agua y se lavó las manosj delante de todos, diciendo:

–Yo no soy responsable de la muerte de este hombre. Es cosa vuestra.

25 Toda la gente contestó:

–¡Nosotros y nuestros hijos nos hacemos responsables de su muerte!

26 Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás; luego mandó azotar a Jesús y lo entregó para que lo crucificaran.k

27 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio, y reunieron toda la tropa a su alrededor.

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28 Le quitaron la ropa, le vistieron con una capa rojam 29 y le pusieron en la cabeza una corona hecha de espinas y una vara en la mano derecha.n Luego, arrodillándose delante de él y burlándose, le decían:

–¡Viva el Rey de los judíos!

30 También le escupían, y con la misma vara le golpeaban la cabeza.ñ 31 Después de burlarse así de él, le quitaron la capa roja, le pusieron su ropa y se lo llevaron para crucificarlo.o Crucifixión de Jesúsp  (Mc 15.21-32; Lc 23.26-43; Jn 19.17-27)

32 Al salir de allí encontraron a un hombre llamado Simón, natural de Cirene,q a quien obligaron a cargar con la cruz de Jesús.

33 Llegaron a un sitio llamado Gólgotar (es decir, “Lugar de la Calavera”) 34 y le dieron a beber vino mezclado con hiel;s pero Jesús, después de probarlo, no lo quiso beber.35 Cuando ya lo habían crucificado, los soldados echaron suertes para repartirse la ropa de Jesús.t

36 Luego se sentaron allí a vigilar. 37 Por encima de la cabeza de Jesús pusieron un letrero, en el que estaba escrita la causa de su condena: “Este es Jesús, el Rey de los judíos.”u

38 También fueron crucificados con él dos bandidos,v uno a su derecha y otro a su izquierda. 39 Los que pasaban le insultaban meneando la cabezaw 40 y diciendo:

–¡Tú, que derribas el templo y en tres díasx lo vuelves a levantar, sálvate a ti mismo! ¡Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz!y

41 Del mismo modo se burlaban de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, junto con los ancianos. Decían:

42 –Salvó a otros, pero él no se puede salvar. Es el Rey de Israel, ¡pues que baje de la cruz y creeremos en él! 43 Ha puesto su confianza en Dios, ¡pues que Dios le salve ahora, si de veras le quiere!z ¿No nos ha dicho que es Hijo de Dios?a

44 Y hasta los bandidos que estaban crucificados con él, le insultaban.


Muerte de Jesús (Mc 15.33-41; Lc 23.44-49; Jn 19.28-30)

45 Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda aquella tierra quedó en oscuridad.b 46 A eso de las tres, Jesús gritó con fuerza: “Elí, Elí, ¿lema sabaqtaní?” (es decir, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”)c

47 Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y dijeron:

–Está llamando al profeta Elías.d

48 Al momento, uno de ellos corrió en busca de una esponja, la empapó en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó para que bebiera.e 49 Pero los demás decían:

–Déjale, a ver si viene Elías a salvarle.

50 Jesús dio otra vez un fuerte grito, y murió. 51 En aquel momento, el velof del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas, 52 los sepulcros se abrieron y muchos hombres de Dios que habían muerto resucitaron. 53 Salieron de sus tumbas después de la resurrección de Jesús y entraron en la santa ciudad de Jerusalén, donde los vio mucha gente. 54 Cuando el centurión y los que con él vigilaban a Jesús vieron el terremoto y todo lo que estaba pasando, dijeron aterrados:

–¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!

55 Estaban allí, mirando de lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea y que le habían ayudado.g 56 Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
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