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¡Ven y sígueme!


Parábola: El joven rico (Mc 10.17-31; Lc 18.18-30)

Un joven fue a ver a Jesú  y le preguntó:
 –Maestro, ¿Qué he de hacer de bueno para tener vida eternal

Jesús le contestó:
– ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno?
Bueno solamente hay uno.
Pero si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos.

–¿Cuáles?
–preguntó el joven.

Jesús le dijo:
–‘No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.
–Todo eso ya lo he cumplido
–dijo el joven
–.¿Qué más me falta?

Jesús le contestó:
–Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres.
Así tendrás riquezas en el cielo.
Luego ven y sígueme.
Cuando el joven oyó esto, se fue triste, porque era muy rico.

Jesús dijo entonces a sus discípulos:
–Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.

Os lo repito:
le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.


Al oírlo, sus discípulos se asombraron más aún, y decían:
–Entonces,
¿Quién podrá salvarse?
Jesús los miró y les contestó:
–Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios.


Pedro entonces añadió:
–Nosotros, que hemos dejado cuanto teníamos y te hemos seguido,
¿Qué vamos a recibir?

Jesús les respondió:
–Os aseguro que cuando llegue el tiempo de la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, vosotros, que me habéis seguido, os sentaréis también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna.

Muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros.

Los que querían seguir a Jesús. .Lucas 9:57-10:16 Mateo 8:18-22

Jesús, viéndose rodeado por la multitud, ordenó pasar a la otra orilla del lago.
Se le acercó entonces un maestro de la ley, que le dijo:
–Maestro, deseo seguirte adondequiera que vayas.

Jesús le contestó:
–Las zorras tienen cuevas, y las aves, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.

Otro, que era uno de sus discípulos, le dijo:
–Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.

Jesús le contestó:
–Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.

Mientras iban de camino, un hombre dijo a Jesús:
–Señor, deseo seguirte adondequiera que vayas.

Otro le dijo:
–Señor, quiero seguirte, pero deja que primero me despida de los míos.

Jesús le contestó:
–El que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no sirve para el reino de Dios.

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