Aportacion de: Ben Ayala
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“Y
amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu
mente y con todas tus fuerzas.
Este
es el principal mandamiento.
Y el
segundo es semejante: Amaras a tu prójimo como a ti mismo”.
No hay
mandamiento mayor que estos. (Marcos 12:30-31).
A lo
largo de su ministerio el Señor Jesús se preocupó por que el ser humano
entendiese su gran amor por los pecadores. Por personas como tú y yo.
Tal vez lo que el Señor quiso decir, es que
si no somos capaces de amarlo a él, no habrá nada de lo que seamos capaces de
amar en este mundo. Tú no puedes dar lo que no tienes, ningún ser humano es
capaz de fabricar amor por otro, sino solo Jesús. Por eso necesitamos de Jesús
todos los día, para amar a nuestros seres queridos y a las personas que nos rodean.
Sin embargo, la pasión es la combinación de energía y convicción. La convicción
en Jesús. La verdadera pasión por Jesús se desarrolla desde un amor por Dios y
un compromiso con su iglesia.
Primero, “El salvar almas constituyó el
gozo de Cristo. Que esta sea vuestra obra y vuestro gozo”. Segundo, “El salvar
personas debe ser la obra de la vida de todos los que profesan a Cristo”. Y por
último, “La responsabilidad de salir a cumplir con la comisión evangélica no
recae únicamente sobre el ministro ordenado. Todo el que ha recibido a Cristo
está llamado a trabajar por la salvación de sus prójimos”.
Las prácticas de iglesia como la oración,
el agradecimiento, la música, el ayuno, el compañerismo y otros ministerios son
importantes para la experiencia cristiana, pero el llevar la salvación al
pecador es nuestra mayor responsabilidad. Como cristianos este debería de ser
nuestro mayor gozo, felicidad y realización en nuestras vidas.
Piensa un poco. En el cielo ya no
evangelizaremos más. No habrá que dar estudios Bíblicos. Porque estaremos a los
pies del gran maestro del evangelio. Pero, mientras estamos aquí en la tierra,
evangelizar debe ser parte de nuestra experiencia de vida. La tarea de predicar
a otros el evangelio con la manera de vivir, es el sentido de vida de todo
cristiano; tanto la tuya como la mía. Pero sabes, la gran comisión tiene fecha
de vencimiento, se extiende desde el momento en que Jesús dio la orden hasta
“el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Y tú y yo no sabemos cuándo será el fin de
este mundo. Por lo tanto, cada minuto es trascendental y precioso. Aún los
demonios saben que el tiempo es corto, y vivir en Cristo es estar preparado
todos los días esperando el regreso del Señor Jesús.
Sin embargo, la experiencia cristiana y el
crecimiento espiritual requieren testigos. Si no participamos en nuestra
comunidad y compartimos nuestra fe, nuestro cristianismo no significa nada.
La Biblia describe el sueño de Dios. El
sueño de Dios es preparar hombres y mujeres espirituales y no simplemente
miembros de iglesia. Que pertenezcan a su iglesia “vestida de blanco sin mancha
ni arruga”.
Puede haber un sin número de coronas y
tipos de coronas por ganar o recompensas por cobrar ,
que no tengan que ver nada con coronas.
Pero si las recibimos, todas ellas son dadas por gracia del Señor Jesús, y son
ganadas cada día mediante los esfuerzos sinceros del cristiano. Tal vez por eso
Jesús dijo: “de gracia recibisteis, dad de gracia”. Recibimos recompensas no
solo para nuestro reconocimiento humano, sino para testificar que el evangelio
de Cristo funciona con el ser humano.
Entones, podemos decir, como San Pablo: “El
tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la
carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me esta guardada la corona de
justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí,
sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:6-8).
Hoy es el último día. Este programa va a
terminar. Pero, no importa quién eres o lo que has hecho, Dios ya te alcanzó.
Entonces, quiero que sepas que los desafíos cristianos no terminan aquí.
Ahora,
Dios te da una nueva hoja en blanco para que puedas escribir una nueva historia
de tu vida con él, y te conviertas en un ser espiritual.
En el hombre y la
mujer que Dios quiso que fueras. Porque, Jesús es la fuerza para vencer. Y en
las manos de Jesús puedes ser una persona maravillosa.
Dios te bendiga.
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