Aportacion de: Ben Ayala
Cuando Ricardo era niño (tenía ocho años), su padre murió, así que tuvo que ganarse la vida vendiendo lo que encontraba en la basura por la calle. No tiene amigos de la infancia, porque todos los niños que jugaban con él murieron por enfermedades o debido a las drogas. Los más «afortunados» fueron a parar a las cárceles del Estado.
Ricardo siempre dice que la diferencia en su vida la hizo Dios. Muchos de sus compañeros adolescentes rechazaron el mensaje del evangelio, a pesar de vivir en lugares dónde las personas sabían lo que Jesucristo podía hacer.
«Es tiempo de buscar al Señor, hasta que Él venga y traiga lluvia de salvación sobre nosotros» (Oseas 10:12).
Este es el versículo clave del libro del profeta Oseas, y hoy puede ser también la promesa clave en tu vida.
Para que el pueblo se diera cuenta de lo lejos que estaba de Dios, el Señor obligó a Oseas a casarse con una mujer infiel, así podría llegar a ser un ejemplo para todos. Dios quería enseñarles a los suyos que su pecado contra Él era exactamente igual a la infidelidad en el matrimonio; una deslealtad que destruye el amor y la confianza.
Nos asombra que Dios le dijera a Oseas que hiciera algo incomprensible: casarse con alguien que iba a serle infiel. Nos asombra aun más que eso fuera lo primero que le pidió al profeta ¡antes de llamarlo a hablar en su nombre!
La carga de Oseas fue muy grande; y también la de sus hijos, ya que siempre fueron considerados hijos de la infidelidad.
Vemos dos lecciones muy importantes:
Oseas muestra en su propia vida lo que Dios está sufriendo con la infidelidad de su pueblo.
Dios llama a su pueblo a que se vuelva a Él y deje de ser infiel; de lo contrario, sufrirá las consecuencias de caer en manos de sus enemigos.
Dios le pidió a Oseas que no abandonara a su mujer, para mostrar a todos que Él nos sigue amando, aun cuando nosotros lo abandonamos.
A comienzos del 2000, Ricardo Oliveira era uno de los delanteros más codiciados del fútbol mundial. Jugó en España, en el Valencia, el Betis y el Zaragoza; y en Italia, en el Milan.
Cuando Ricardo era niño (tenía ocho años), su padre murió, así que tuvo que ganarse la vida vendiendo lo que encontraba en la basura por la calle. No tiene amigos de la infancia, porque todos los niños que jugaban con él murieron por enfermedades o debido a las drogas. Los más «afortunados» fueron a parar a las cárceles del Estado.
Ricardo siempre dice que la diferencia en su vida la hizo Dios. Muchos de sus compañeros adolescentes rechazaron el mensaje del evangelio, a pesar de vivir en lugares dónde las personas sabían lo que Jesucristo podía hacer.
«Es tiempo de buscar al Señor, hasta que Él venga y traiga lluvia de salvación sobre nosotros» (Oseas 10:12).
Este es el versículo clave del libro del profeta Oseas, y hoy puede ser también la promesa clave en tu vida.
Para que el pueblo se diera cuenta de lo lejos que estaba de Dios, el Señor obligó a Oseas a casarse con una mujer infiel, así podría llegar a ser un ejemplo para todos. Dios quería enseñarles a los suyos que su pecado contra Él era exactamente igual a la infidelidad en el matrimonio; una deslealtad que destruye el amor y la confianza.
Nos asombra que Dios le dijera a Oseas que hiciera algo incomprensible: casarse con alguien que iba a serle infiel. Nos asombra aun más que eso fuera lo primero que le pidió al profeta ¡antes de llamarlo a hablar en su nombre!
La carga de Oseas fue muy grande; y también la de sus hijos, ya que siempre fueron considerados hijos de la infidelidad.
Vemos dos lecciones muy importantes:
en primer lugar, si Dios nos pide que hagamos algo, nos dará la fuerza para llevarlo a cabo;
en segundo lugar, no debemos juzgar a nadie por lo que esté sucediendo en su vida, ya que quizá está llevando a cabo lo que el Señor le ha pedido y nosotros no lo sabemos.
Oseas muestra en su propia vida lo que Dios está sufriendo con la infidelidad de su pueblo.
Dios llama a su pueblo a que se vuelva a Él y deje de ser infiel; de lo contrario, sufrirá las consecuencias de caer en manos de sus enemigos.
Cuando no queremos saber nada de Dios, nos exponemos a que cualquiera destruya nuestra vida. Si despreciamos a quién nos protege, no tenemos ningún valor.
Dios le pidió a Oseas que no abandonara a su mujer, para mostrar a todos que Él nos sigue amando, aun cuando nosotros lo abandonamos.
Es tiempo de buscar a Dios para que Él nos llene con su presencia.
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