Para Saúl, el primer rey de Israel, una inscripción adecuada habría sido sus propias palabras: "Yo he hecho neciamente y errado en gran manera” (1 Samuel 26:21).
Nosotros, también, nos hemos hechos los tontos.
Jugamos al tonto
cuando desobedecemos a Dios,
cuando desobedecemos a Dios,
incluso en lo que creemos que son las cosas pequeñas,
hay un declive espiritual que va aumentando.
Saúl al principio era humilde, pero el orgullo ocupo su corazón, y luego vino la envidia.
Él tomó el asunto en sus propias manos y lo hizo peor.
Tenemos que obedecer a Dios en todo lo que Él nos dice que hagamos.
Jugamos el tonto cuando tratamos de justificar los males que hemos hecho.
En más de una ocasión, Saúl culpó a otros por lo que había hecho mal.
No era capaz de reconocer y tomar responsabilidad de su propio pecado.
Jugamos el tonto cuando nos olvidamos de que la forma en que terminemos significa más de lo que empezamos.
Un buen comienzo no garantiza un buen final.
Los finales felices
son el resultado de buenas decisiones.
Libro 1 de Samuel : Capitulo 26
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