“Yo” soy mi peor enemigo, mis pensamientos se convierten en armas poderosas que destruyen mi vida, minan mi fe de mentiras y engaños y me debilito.
- Cuando dejo que ellos actúen establezco limites en mi vida que no me permiten avanzar.
- Los pensamientos son tan sutiles que no nos damos cuenta hasta que no encontramos entre la espada y la pared sin saber que hacer, sentimos que el mundo se nos viene abajo y caemos derrotados.
- Estos pensamientos negativos no llenan de inseguridad, desconfianza, temor, dudas y nos olvidamos de las promesas y de la palabra de Dios que restaura y fortalece nuestras vidas.
Pero existe un antídoto para liquidar a este enemigo: La espada de Dios, su palabra y el poder y autoridad que en ella encontramos son la mayor arma para destruir este gigante que quiere apoderarse de nuestras vidas.
2 Corintios 10:5 “Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo…”
Alimentemos nuestros pensamientos en la obra y el servicio a Dios, en hacer su voluntad y guardar su palabra… Conectemos nuestra mente con la de Él y anhelemos cada dia que nuestros pensamientos sean como los suyos.
Isaías 26:3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.
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