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Tránslate / Traducción

COMO LIQUIDAR A MI PEOR ENEMIGO?

Yo” soy mi peor enemigo, mis pensamientos se convierten en armas poderosas que destruyen mi vida, minan mi fe de mentiras y engaños y me debilito. 
  • Cuando dejo que ellos actúen establezco limites en mi vida que no me permiten avanzar.
  • Los pensamientos son tan sutiles que no nos damos cuenta hasta que no encontramos entre la espada y la pared sin saber que hacer, sentimos que el mundo se nos viene abajo y caemos derrotados.
  • Estos pensamientos negativos no llenan de inseguridad, desconfianza, temor, dudas y nos olvidamos de las promesas y de la palabra de Dios que restaura y fortalece nuestras vidas.

Pero existe un antídoto para liquidar a este enemigo: La espada de Dios, su palabra y el poder y autoridad que en ella encontramos son la mayor arma para destruir este gigante que quiere apoderarse de nuestras vidas.

2 Corintios 10:5 “Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo…”

Alimentemos nuestros pensamientos en la obra y el servicio a Dios, en hacer su voluntad y guardar su palabra… Conectemos nuestra mente con la de Él y anhelemos cada dia que nuestros pensamientos sean como los suyos.

Isaías 26:3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.


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Formación Pastoral (5. Pruebas)

El líder crece en medio de las pruebas - Las diversas formas de una prueba Las tardes cálidas y llenas de placidez en familia constituían algo que nunca previó Abraham. Sara, su esposa, junto a las siervas atendiendo los quehaceres domésticos. Los negocios atravesando su mejor período y, en la mayoría de los casos, con una tendencia a crecer. Y en el inmenso solar, su hijo con otros chicos de su edad. ¿Qué más le podía pedir a Dios?. Estaba orgulloso de cuanto había acontecido en su existencia. Ocasionalmente cuando veía morir la tarde y la brisa bañaba con frescura aquél territorio, solía recordar los años de espera. Al comienzo se desesperaba pensando que jamás se materializarían en su existencia las promesas divinas. Vino luego un período que podía llamar de resignación, y por último, –por cosas paradójicas de la vida—el reverdecer de la fe tras cada nuevo encuentro con Dios quien le reafirmaba las promesas. ¿Pruebas?¿Momentos difíciles? Esos dos conceptos sonaban lejanos. Si en alg...