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Sinopsis, Levítico

 

LEVITICO:

EL CAMINO DE LA SANIDAD

¿Ha hecho usted alguna vez un recorrido por la Biblia para encontrarse atascado en el libro de Levítico?

Lee todo el Génesis sin problema, aprendiendo acerca de Abraham, Isaac y Jacob y todo lo que les sucedió.

Sigue con la lectura de Éxodo, donde se encuentran incidentes tan dramáticos como puedan ser la confrontación de Moisés con el Faraón en la corte de Egipto, la separación del Mar Rojo y la entrega de la Ley.

Y entonces comienza a leer Levítico.

Una vez que ha leído laboriosamente las ofrendas llega al sacerdocio, a las ceremonias, a todas las restricciones sobre el régimen y las especificaciones sobre la vestimenta del sumo sacerdote y las diferentes y extrañas funciones y fiestas.

Para entonces, su interés se ha esfumado, se ha quedado sin fuerzas y pone fin a su lectura de la Biblia.

¿Cierto?

Soy consciente de que este libro resulta un poco difícil y da la impresión de ser muy complejo.

Hasta lo podíamos titular "la barrera de lo imposible", pero si puede usted atravesarla, se encontrará con que la Biblia es un libro fascinante y que vale la pena leerla hasta el fin.

Al leerlo se encuentra usted con muchas ceremonias y sacrificios extraños, muchas restricciones fuera de lo habitual, problemas de régimen alimenticio y otras diferentes dificultades que parecen totalmente carentes de significado,

Este fin ha quedado muy claro en este libro, y si quiere usted entender el Levítico, hay un versículo que se encuentra
aproximadamente a la mitad del libro que le será de ayuda:

"Me seréis santos, porque yo, Jehová, soy santo y os he separado de los pueblos para que seáis míos." (Lev. 20:26)

Ese es el propósito.

Dios le está diciendo a su pueblo Israel: "Os he separado del resto de las naciones de alrededor a fin de que seáis míos.

Cuando los cristianos leemos esto, debemos de entender que nosotros somos el pueblo de Dios hoy.

Lo que le dijo Dios a Israel también nos lo está diciendo a nosotros, porque en la nueva relación que tenemos con Jesucristo no hay ni judío ni gentil, no hay más que un solo hombre, un cuerpo en Cristo.

Las promesas que aparecen en forma de imagen en el Antiguo Testamento también nos pertenecen a nosotros, que vivimos a este lado de la cruz.

Tal vez se sintió usted eliminado de inmediato por la palabra "santo en este pasaje.

No sé lo que cree usted que significa el término, pero es posible que haya creído usted entender algo que está relacionado con su pasado y que hace que le resulte desagradable.

La mayoría de nosotros relacionamos la palabra "santo con algo sumamente severo y estamos convencidos de que las personas santas tienen un aspecto perfecto, como si fueran de otra galaxia .

Esa era la idea que yo tenía y a mi la santidad no me resultaba atractiva, sino que me repelía, pero me encontré con un versículo que habla acerca de "la hermosura de la santidad (Salmos 29:2) 
y me pregunté a mi mismo: "¿qué hay de hermoso en la santidad?

Cuando lo averigüé, entendí que la santidad es algo hermoso.

Otras personas relacionan la palabra con algo extraño, apartado, como seres extraños y excéntricos, que viviesen en algún lugar del desierto, alejados del resto del mundo.

Son "diferentes, pero la Biblia no sugiere ninguna de estas ideas con respecto a la santidad.

Si quiere usted entender el significado de la palabra, es preciso volver a su raíz original.

La palabra se deriva de la misma raíz de la que procede una atractiva palabra en inglés.

La palabra es "wholeness (integridad, todo, completo), de modo que santidad quiere decir integridad, tenerlo todo, estar completos.

Y si leemos integridad en lugar de santidad, se acercaría mucho más a lo que quisieron realmente decir los escritores de este libro.


Todos sabemos lo que es la integridad o el total. 

Es unir todas las partes presentes y que funcionen tal y como deben ser.

De eso es de lo que está hablando Dios, al decirle a su pueblo: "seréis íntegros porque yo soy integro.

Dios es completo, es perfecto. No hay mancha alguna en él porque vive en armonía consigo mismo.

El es una persona preciosa y es absolutamente lo que debe de ser una persona. Está lleno de gozo, de amor y de paz. 

Vive en integridad y nos mira a nosotros, nos encuentra quebrantados y nos dice: "también vosotros seréis íntegros.

Esa palabra integridad tiene el poder de despertar el deseo en nosotros, que anhelamos ser un pueblo íntegro.

¿No quiere usted ser aquello para lo cual Dios le creó, ingredientes de su personalidad expresados de modo equilibrado?

De eso se trata, la Biblia entera.

Somos conscientes de que somos personas débiles, de que no somos completas, nos perjudicamos a nosotros mismos y a otros y nos damos cuenta de nuestra inhabilidad para afrontar la vida.

A veces nos ocultamos tras una máscara y pretendemos que somos perfectamente capaces de afrontar lo que sea, pero la verdad es que, la mitad del tiempo, sentimos el miedo en nuestro interior.

Esa es la señal de que no hay plenitud en nosotros.

Además conocemos
 el poder diabólico que tenemos para irritar, para enfurecer, para enojar a otros e incluso a nosotros mismos.

Pero esta gran afirmación de Levítico 20:26 declara que Dios sabe perfectamente que somos débiles y que nos sentimos heridos y su amor llega hasta nosotros y nos dice:

"Seréis íntegros porque yo lo soy. Ese es mi propósito le dice a su pueblo.

El hombre se ha perdido en el camino porque había sido creado a imagen de Dios y cuando salió por primera ves de la mano de Dios, era un ser completo.

Adán funcionaba tal y como Dios quiso que funcionase el hombre porque estaba funcionando conforme a la imagen y la semejanza de Dios, pero ahora hemos perdido esa semejanza.

Aún tenemos la imagen, pero la semejanza ha desaparecido.

Este es un proceso que requiere una paciencia y un amor infinito, porque es voluntario y Dios no nos ha obligado nunca a nada.

Esto les puede suceder a aquellos que confían en Dios lo suficiente como para reaccionar ante su amor.

Requiere una paciencia y un amor infinito impartir la comprensión necesaria a hombres y mujeres como nosotros, temerosos y doloridos.

Por eso fue por lo que Dios nos dio su libro y por lo que ha comenzado con nosotros desde lo más básico.

Comienza mostrándonos imágenes y sombras, con ayudas visuales, a fin de mostrarnos lo que hará un día.

Todas las ceremonias y las ofrendas del Antiguo Testamento son sombras e imágenes de Jesucristo y, por lo tanto, Cristo está aquí en el Levítico.

Dios nos muestra, por medio de su pueblo Israel, su manera de sanar un corazón humano herido y así es cómo Dios hace que seamos completos.

Es posible que alguien diga:

"Pues yo creía que Jesucristo era la manera que tenía Dios de hacer que fuésemos íntegros y eso es cierto, lo es. Pero él no solo está a nuestra disposición.

Había hombres y mujeres ante la cruz que estaban doloridos, angustiados y necesitados, lo mismo que lo estamos nosotros.

Ellos necesitaban a Cristo y él estaba a su disposición.

Por ello, al entender aquellos hombres y mujeres lo que representan estas imágenes y aplicarse su significado, pudieron disfrutar del mismo gozo y la misma paz que tenemos nosotros.

Si usted no lo cree, lea los Salmos y verá lo mucho que entendió David acerca de la presencia y la gracia de Dios en su vida.

El fue un hombre sanado por Dios y entendió que Dios era su fortaleza y su vida misma y que él podía suplir cada una de las necesidades de su corazón y enderezar todas las relaciones enredadas de su vida familiar y personal.

Todo esto está reflejado en los salmos que escribió. Por lo tanto, Cristo está por todo el Levítico.

Todos los sacrificios, los rituales y las ceremonias descritas mediante imágenes describen a Jesucristo y a su obra y cómo estuvo a disposición de los hombres y mujeres de entonces.

Y al leer nosotros este libro desde nuestra posición ventajosa, aprenderemos mucho acerca de cómo Jesucristo suple actualmente nuestras necesidades.

Por lo tanto, este no es solo un libro histórico y no está escrito solamente para transmitir "noticias.

Es un manual tremendamente práctico sobre cómo vivir como cristianos.

Pero hay algo más: al leer el libro de Levítico y entender lo que está diciendo, le ayudará a usted a entenderse a sí mismo.

Como ve, Dios adoptó en Jesucristo la forma de hombre. Jesús vino a este mundo,

Dios hecho carne, y habitó entre nosotros como hombre, como el hombre tal y como Dios quería que fuese.

Vino a donde nos encontramos nosotros y todo cuanto fue e hizo como hombre es lo que también somos o podemos ser nosotros.

De modo que, al leer este libro, entenderá más acerca de sí mismo y cuáles son sus necesidades más importantes y vitales y acerca de cómo debe comportarse.

Somos un misterio para nosotros mismos y ni siquiera entendemos cómo pensamos y nos sentimos desconcertados por nuestra propia experiencia.

Recuerde cómo lo expresa Pablo en Romanos: "Porque no hago el bien que quiero; sino al contrario, el mal que no quiero, eso practico. (Rom. 7:19)

Esa es una imagen de la vida.

Es un análisis en profundidad y que examina lo que está sucediendo en su vida y en la mía.

Es lo que nos muestra el libro de Levítico, los motivos de por qué sucede, ayudándonos a entendernos a nosotros mismos.

Este libro tiene como fin resolver el sufrimiento del hombre, sea cual fuere y según vayamos aprendiendo a aceptar la sanidad de Dios, nos enseñará lo que podemos ser.

Debido a que eso es cierto, el libro se divide en dos partes básicas.


La primera parte habla acerca de la necesidad del hombre y nos revela dónde nos encontramos como personas, al tiempo que deja claro cuál es la respuesta de Dios ante la necesidad del hombre.

La segunda parte pone de manifiesto lo que Dios espera de nosotros a cambio.


Primero encontramos la provisión de Dios y luego la actuación, que es el resultado de dicha provisión.

En los primeros dieciséis capítulos, hay cuatro elementos que presentan la necesidad del hombre y que revelan cómo somos.

La primera es una serie de cinco ofrendas.

Estoy seguro de que Dios hizo que tuviésemos cinco dedos en cada mano para que pudiésemos acordarnos de las cinco ofrendas.

Primero nos encontramos con el holocausto, luego está la ofrenda vegetal, la ofrenda de paz, el sacrificio por el pecado, y finalmente el sacrificio por la culpa.

Todos ellos son imágenes de lo que Jesucristo hace a nuestro favor, pero son al mismo tiempo imágenes sobre las necesidades fundamentales de la vida humana y reflejan dos cosas que son esenciales para la existencia humana: el amor y la responsabilidad.

No podemos ser nunca personas completas si no nos aman y tampoco si nosotros no amamos.

El amor es un ingrediente absolutamente esencial en la vida y nada perjudica ni distorsiona ni deforma o acaba más con una persona que el hecho de que se le niegue el amor, pero hay algo más que es también esencial.

A fin de poder estar completos, de respetarnos a nosotros mismos y de tener la sensación de ser valorados, debemos tener un sentido de la responsabilidad.

Debemos de poder realizar lo que vale la pena y, por lo tanto, necesitamos ambas cosas: el amor y la responsabilidad.


El segundo elemento en estos capítulos es el sacerdocio.

Este sacerdocio tiene como propósito ayudarnos a enfrentarnos con los problemas emocionales e intelectuales al intentar resolver las relaciones de amor y en las que media la responsabilidad.

Nos encontramos constantemente con problemas emocionales e intelectuales, nos sentimos molestos, desmoralizados o estimulados, excitados o deprimidos, porque tenemos toda clase de problemas emocionales.

Y nos sentimos intrigados y desconcertados, inseguros y confusos en cuanto a lo que hacer, ante toda clase de problemas intelectuales, de modo que el sacerdocio está ahí para ayudarnos con estos problemas.

En el caso del Antiguo Testamento este sacerdocio lo representaban los hijos de Leví.

Pero en nuestro caso, el sacerdocio no solo lo representa Jesucristo, nuestro Señor y Sumo Sacerdote, al que podemos acudir con toda libertad, sino los unos para con los otros. (1ª Pedro 2:5)

Por eso es por lo que nos necesitamos unos a otros.

Básica y fundamentalmente, no podemos seguir adelante los unos sin los otros, porque tenemos estos problemas y necesitamos que alguien nos ayude a resolverlos.


El tercer elemento es la revelación de una norma que haga posible que podamos distinguir la verdad de lo que es falso, lo que es imitación y lo que es real, lo que nos ayuda y lo que nos perjudica, la diferencia entre la vida y la muerte.

¿No resulta extraño que el hombre, en su condición natural, no sea capaz de hallar la diferencia?

Por eso es por lo que hay miles y miles de personas que creen que están prestando ayuda, pero que acaban perjudicando mucho a los demás ¡y no entienden por qué!

Cuando empiezan a producirse los resultados se preguntan:

"¿qué ha pasado, que ha salido mal?

¿Por qué me he metido en este lío?

Es sencillamente debido a que no saben cuál es la diferencia.

Por eso, un Dios de amor nos explica cuál es la diferencia y establece unas normas gracias a las cuales podemos distinguir entre aquello que es esencialmente perjudicial y lo que de hecho nos sirve de ayuda.


Finalmente, en esta primera sección tenemos la oportunidad de reaccionar, de manera voluntaria y eso también lo necesitamos.

Dios nunca impone su voluntad a ninguno de nosotros, aunque necesitamos ayuda constantemente.

Es preciso que nos encontremos en una situación en la que lo reconozcamos y entonces tendremos que reaccionar de algún modo y tendremos que responderle.

Esta oportunidad se ofreció el Día de la Expiación.

Si, cuando entendamos totalmente nuestra necesidad y la provisión de Dios frente a ella, le decimos que "no a él, él permitirá que lo hagamos.

Es posible que nunca más disfrutemos de esa oportunidad, pero Dios nos permite siempre un largo período de preparación durante el cual nos guía a una comprensión absoluta antes de que nuestro rechazo de Dios sea algo definitivo.


La segunda sección del libro, que va de los capítulos 17 al 27, describe lo que podemos hacer sobre la base de la provisión de Dios, la clase de vida que podemos llevar sobre esta base, pero

¡fijémonos en el orden!

Dios no nos menciona nunca lo que quiere que hagamos hasta no haber expuesto totalmente la provisión.

No habla nunca acerca de nuestro comportamiento hasta que no ha dejado claro el poder mediante el cual podemos actuar.

Debo admitir que nosotros con frecuencia esto lo entendemos al revés en la iglesia y se ha hecho mucho daño a las personas al insistir que deben de actuar conforme a una cierta manera, sin ofrecerles el conocimiento acerca del poder que hace posible que lo hagan.

Hay ocasiones en las que, con toda sinceridad y porque las Escrituras no se han entendido bien, se enseña a la gente que es preciso que vivan según un cierto nivel antes de ser aceptables a Dios; que deben de producir y vencer, o Dios no las amará.

¡Esa es una terrible equivocación!

Es una mentira de Satanás y un legalismo fatídico, a pesar de lo cual todos hemos participado en ello.

Pero para eso está ahí Dios para corregirlo, pero no lo hace, sino que antes nos ayuda y una vez que hemos entendido la base sobre la cual debemos de actuar, entonces deja claro la norma y cómo debemos de comportarnos.

Aquí hallamos una vez más cuatro elementos. Primero, es necesario entender la base de la integridad o de lo que es completo y la sangre es la base.

Cualquiera que haya leído el Antiguo Testamento sabe que en él se menciona la sangre por todas partes.

Están todos esos extraños sacrificios, miles de los cuales se ofrecen todos los años, toros y carneros, cabras y ovejas, pájaros de toda clase, que se ofrecen todo el tiempo, como un verdadero río de sangre que fluye por todo el Antiguo Testamento.

Muchas personas, al encontrarse con este hecho dicen: "el Cristianismo más que una religión parece un matadero.

¿Por qué tanto derramamiento de sangre?

Porque por este medio Dios quiere grabar en nuestra mente un hecho fundamental.

Nos está diciendo que los temas relacionados con nuestra vida corren muy profundos, que solamente pueden ser resueltos por medio de la muerte, que la base de la integridad en la vida es una vida entregada, que no lo conseguiremos nunca sencillamente sobre la base de una vida natural.

Tenemos que arreglárnoslas para descubrir una nueva clase de vida. ¡No podemos tener las dos cosas!

La lucha que se produce en la vida cristiana es debida a que intentamos seguir aferrándonos a la antigua vida y negándonos a aceptar la nueva y la sangre nos habla acerca de este hecho.

El segundo elemento es la práctica del amor en todas las relaciones de la vida.

La Biblia es intensamente práctica y no le preocupa tanto lo que hacemos en la iglesia como lo que hacemos en el hogar como resultado de haber asistido al templo.

De modo que este libro trata acerca de las relaciones en el ámbito de la familia, entre amigos y en la sociedad en general, mostrándonos exactamente la clase de relación de amor que Dios hace posible que tengamos en todas estos aspectos de la vida.

El tercer elemento en esta última sección es acerca de cómo disfrutar la presencia y el poder de Dios, el hombre en relación con Dios, adorándole y ¡entusiasmado por un Dios emocionante!

En este libro podemos aprender lo que representa el templo en nuestra relación con Dios y acerca de cómo pensar sobre él.

¡Lo más importante en la vida es conocer al Dios vivo que se encuentra detrás de todas las cosas!

El último elemento es una consciencia de aquellas cosas que están en juego y su importancia, aprendiendo cómo toda nuestra vida está en la balanza al llegar a este punto, sabiendo que se espera una decisión de nosotros y que hay una opción por la que nos podemos decidir.

Y Dios nos coloca por fin en esa situación y nos ayuda a darnos cuenta de que en el análisis final nos va a tocar a nosotros escoger.

Dios no dice nunca:

"voy a hacer que llevéis una vida desgraciada sino que dice más bien, "si preferís sentiros angustiados y no queréis ser sanados, podéis seguir exactamente donde estáis.

Pero si queréis vida, esto es lo que os espera.

Dios no nos impone nunca su voluntad, pero pone ante nosotros las opciones, lo deja todo muy claro y luego espera a que reaccionemos sobre la base que nos ha dado.

Para terminar, deberíamos volver a nuestro versículo clave: "Me seréis santos, porque yo, Jehová, soy santo y os he separado de los pueblos para que seáis míos.

Y ese es, finalmente, la meta que se ha fijado Dios. Quiere que seamos suyos y aquí hay un tiempo del verbo que es muy interesante.

En nuestro texto en inglés, se expresa en futuro: "seréis míos. Pero el hebreo lo enfoca de una manera extraña, muy diferente al inglés. Se pueden reunir estos tres tiempos del verbo en una sola palabra y es lo que encontramos en este caso.

Dios está diciendo:

"Fuisteis míos, sois míos y seguiréis siendo míos. "Míos dice, ¡Míos! e incluye todos los tiempos de la vida, el pasado, el presente y el futuro.

Si sigue usted esta misma idea por toda la Biblia, se encontrará con lo cierta que es.

Muchos de ustedes saben, gracias a su propia experiencia, que una vez que se han hecho cristianos, que le pertenecerle a Dios, se dieron cuenta de que, en un sentido, siempre le habían pertenecido.

El apóstol Pablo dice: "Pero cuando Dios, quien me apartó desde el vientre de mi madre.... (Gálatas 1:15) a pesar de que Pablo había sido un enemigo acérrimo y una amenaza para el Cristianismo hasta que tuvo la experiencia en el camino a Damasco, pero, echando un vistazo al pasado, supo que le había pertenecido a Dios desde siempre.

"Me perteneces dice Dios, "

¡aunque eres un enemigo, aunque estés en contra mía, aunque te muestres hostil a mi, aunque luches en contra mía, eres MIO!

Entonces, y en el tiempo presente, Dios nos ve en nuestra angustia, en nuestra condición dolorida, sintiéndonos divididos, con nuestras faltas, siendo imperfectos, y pone su mano sobre nosotros y dice:

"Eres mío, ahora mismo, tal y como eres. Me perteneces.


Pero eso no es todo.

Gracias a su poder y a su sabiduría, Dios dice, con esa maravillosa esperanza de un padre lleno de amor:

"Seréis míos, seréis sanados, hechos íntegros, con todas vuestras imperfecciones y deformidades corregidas, nuestras faltas enderezadas, eliminando vuestras iniquidades y todas vuestras relaciones embrolladas serán desembrolladlas.

Seréis santos, porque yo soy santo.

De eso se trata este libro, de eso se trata la Biblia, y de eso se trata Jesucristo.

No sé de nada más sugestivo de esta actividad que la mesa del Señor.

Este suceso nos habla de cómo Dios, en su amor, comenzó el proceso de la curación.

Nos ofrece una imagen de cómo empezó a extender su mano a nosotros en la cruz, mediante el sufrimiento de Jesús, y de qué manera rompió el poder de las tinieblas y comenzó a liberarnos.

Nuestro Señor Jesús nos ofreció este acontecimiento para enseñarnos el significado de estos antiguos sacrificios: una vida derramada por nosotros, una vida entregada a fin de que pudiésemos tener una nueva base en nuestra vida, para que podamos ser suyos.


Oración

Padre celestial, te pedimos que cada vez que nos acerquemos a la mesa del Señor, que hagas que sea una experiencia rica y significativa para nosotros.

Nos gustaría poder ver, con el ojo de nuestra imaginación, al Señor Jesús como el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, que ha atravesado la barrera del pecado, y ahora nos tiende la mano con ternura, perdonándonos, aceptándonos y ofreciéndonos su amor comprensivo, poniendo a nuestro alcance todo cuanto necesitamos para enderezar los entuertos en las relaciones de nuestra vida. Señor, ayúdanos a entenderlo y a apropiarnos de ello para que te demos las gracias por ello.

Sabemos que la curación ha comenzado en las vidas de muchas personas y que continua.

En el caso de algunos está empezando y puede que haya otros en cuyas vidas aún no haya comenzado.

Pedimos que en tu amor, Señor Jesús, puedas tenderles tu mano y sanarles.

Lo pedimos en su nombre, amen.




Es un estudio sintético de cada uno de los libros del Antiguo Testamento: Se examina el propósito de cada libro, quién fue el autor, cuándo y a quiénes se escribió. Se identifica cuál es el mensaje de cada libro y cómo se relaciona este con los demás. La meta de esta materia es darle al alumno un concepto panorámico de la Biblia.


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