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MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA (4.12--13.58) Estudio Biblíco


MATEO 4 Comienzo del ministerio (Mc 1.14-20; Lc 4.14-15; 5.1-11; 6.17-19)

12 Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea. 

13 Dejando Nazaret, fue y habitó en Capernaúm, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, 

14 para que se cumpliera lo que dijo el profeta Isaías:

15 «¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles!

16 El pueblo que habitaba en tinieblas vio gran luz, y a los que habitaban en región de sombra de muerte, luz les resplandeció».

17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!».

Jesús llama a cuatro pescadores

18 Pasando Jesús junto al Mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores. 

19 Y les dijo: --Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.

20 Ellos entonces, dejando al instante las redes, lo siguieron. 

21 Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan, en la barca con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. 

22 Ellos, dejando al instante la barca y a su padre, lo siguieron.


Jesús ministra a la multitud

23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 

24 Se difundió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los sanó. 

25 Lo siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.


5 El sermón del monte

1 Viendo la multitud, subió al monte y se sentó.b Se le acercaron sus discípulos, 

2 y él, abriendo su boca, les enseñaba diciendo: Las bienaventuranzas (Lc 6.20-23)

3 «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

4 Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolación.

5 Bienaventurados los mansos, porque recibirán la tierra por heredad.

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sedi de justicia, porque serán saciados.

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán a Dios.

9 Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios.

10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

11 Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

12 »Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros.


La sal de la tierra

13 »Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? 

No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.


La luz del mundo

14 »Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 

15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa.

16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen vuestro Padre que está en los cielos.


Jesús y la Ley

17 »No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas;x no he venido a abolir, sino a cumplir, y 

18 porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tildez pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. 

19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.

20 »Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.


Sobre la ira (Lc 12.57-59)

21 »Oísteis que fue dicho a los antiguos: “No matarás”, y cualquiera que mate será culpable de juicio. 

22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga “Necio” a su hermano, será culpable ante el Concilio; y cualquiera que le diga “Fatuo”, quedará expuesto al infierno de fuego.

23 »Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 

24 deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda. 

25 Ponte de acuerdo pronto con tu adversario, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. 

26 De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante.


Sobre el adulterio

27 »Oísteis que fue dicho: “No cometerás adulterio”. 

28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

29 »Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.


Sobre el divorcio (Mt 19.9; Mc 10.11-12; Lc 16.18)

31 »También fue dicho: “Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio”. 

32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere, y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.


Sobre los juramentos

33 »Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: “No jurarás en falso, sino cumplirás al Señor tus juramentos”. 

34 Pero yo os digo: No juréis de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 

35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 

36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. 

37 Pero sea vuestro hablar: “Sí, sí” o “No, no”, porque lo que es más de esto, de mal procede.


Sobre la venganza (Lc 6.29-30)

38 »Oísteis que fue dicho: “Ojo por ojo y diente por diente”. 

39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; 

40 al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; 

41 a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.y 

42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues.


Sobre el amor a los enemigos (Lc 6.27-28,32-36)

43 »Oísteis que fue dicho: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”.a 

44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen, 

45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos. 

46 Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 

47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.


6 Sobre la limosna

1 »Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 

2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 

3 Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 

4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.


Sobre la oración (Lc 11.2-4)

5 »Cuando ores, no seas como los hipócritas, porque ellos aman el orar de piee en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 

6 Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensarág en público.

7 »Y al orar no uséis vanas repeticiones, como los gentiles,i que piensan que por su palabrería serán oídos. 

8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis. 

9 Vosotros, pues, oraréis así:

»“Padre nuestrol que estás en los cielos, santificado seam tu nombre Venga tu Reino. 

Hágase tu voluntad, como en el cielo,n así también en la tierra. 

El pan nuestro de cada día,ñ dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 

No nos metas en tentación, sino líbranos del mal, porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén”.

14 »Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 

15 pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.


Sobre el ayuno

16 »Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.

17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 

18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.


Tesoros en el cielo (Lc 12.32-34)

19 »No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan; 

20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan, 

21 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.


La lámpara del cuerpo (Lc 11.33-36)

22 »La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 

23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?


Dios y las riquezas (Lc 16.13)

24 »Ninguno puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.


Confianza en Dios (Lc 12.22-31)

25 »Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? 

26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?

27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se angustie, añadir a su estatura un codo?a 

28 Y por el vestido, ¿por qué os angustiáis? Considerad los lirios del campo,b cómo crecen: no trabajan ni hilan; 

29 pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. 

30 Y si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?

31 No os angustiéis, pues, diciendo: “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”, 

32 porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas. 

33 Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,d y todas estas cosas os serán añadidas.

34 »Así que no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación.f Basta a cada día su propio mal.


El juzgar a los demás (Lc 6.37-38,41-42).

7:1 »No juzguéis,a para que no seáis juzgados,b 

2 porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que medís se os medirá.c 

3 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?d 

4 ¿O cómo dirás a tu hermano: “Déjame sacar la paja de tu ojo”, cuando tienes la viga en el tuy

5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

6 »No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos,e no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen.

La oración, y la regla de oro(Lc 11.9-13; 6.31)

7 »Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, 

8 porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 

9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 

10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 

11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

12 Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos,i pues esto es la Ley y los Profetas.



La puerta angosta (Lc 13.24)

13 »Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 

14 pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.j


Por sus frutos los conoceréis (Lc 6.43-44)

15 »Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 

16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? 

17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 

18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 

19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.m 

20 Así que por sus frutos los conoceréis.


Nunca os conocí (Lc 13.25-27).

21 »No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.ñ 

22 Muchos me dirán en aquel día:o“Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”.

23 Entonces les declararé: “Nunca os conocí.p¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!”.q


Los dos cimientos (Lc 6.46-49)

24 »A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca.

25 Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa; pero no cayó, porque estaba cimentada sobre la roca.

26 Pero a cualquiera que me oye estas palabras y no las practica, lo compararé a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. 

27 Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina».

28 Cuando terminó Jesús estas palabras,r la gente estaba admirada de su doctrina, 

29 porque les enseñaba como quien tiene autoridads y no como los escribas.

8 Jesús sana a un leprosoa (Mc 1.40-45; Lc 5.12-16)

1 Cuando descendió Jesús del monte, lo seguía mucha gente. 

2 En esto se le acercó un leprosob y se postró ante él, diciendo: --Señor, si quieres, puedes limpiarme.

3 Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: --Quiero, sé limpio.Y al instante su lepra desapareció. 

4 Entonces Jesús le dijo:

--Mira, no lo digas a nadie,c sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moisés,d para testimonio a ellos.


Jesús sana al siervo de un centurióne (Lc 7.1-10)

5 Al entrar Jesús en Capernaúm, se le acercó un centurión,f que le rogaba 

6 diciendo: --Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. 

7 Jesús le dijo: --Yo iré y lo sanaré.

8 Respondió el centurión y dijo: --Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra y mi criado sanará, 

9 pues también yo soy hombre bajo autoridad y tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a este: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.

10 Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que lo seguían: --De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 

11 Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; 

12 pero los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

13 Entonces Jesús dijo al centurión: --Vete, y como creíste te sea hecho. Y su criado quedó sano en aquella misma hora.


Jesús sana a la suegra de Pedro (Mc 1.29-34; Lc 4.38-41)

14 Fue Jesús a casa de Pedro y vio a la suegra de este postrada en cama, con fiebre. 

15 Entonces tocó su mano y la fiebre la dejó; ella se levantó, y los servía.


Jesús sana a muchos enfermos

16 Al caer la noche le llevaron muchos endemoniados, y con la palabra echó fuera a los demonios y sanó a todos los enfermos, 

17 para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: «Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias».


Los que querían seguir a Jesús (Lc 9.57-62)

18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, dio orden de pasar al otro lado.l 

19 Se le acercó un escriba y le dijo: --Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.

20 Jesús le dijo: --Las zorrasm tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombren no tiene donde recostar su cabeza.

21 Otro de sus discípulos le dijo: --Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.

22 Jesús le dijo: --Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.


Jesús calma la tempestad (Mc 4.35-41; Lc 8.22-25)

23 Entró él en la barca y sus discípulos lo siguieron. 

24 Y se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 

25 Se acercaron sus discípulos y lo despertaron, diciendo: --¡Señor, sálvanos, que perecemos!

26 Él les dijo: --¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. 

27 Los hombres, maravillados, decían: --¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar lo obedecen?


Los endemoniados gadarenos (Mc 5.1-20; Lc 8.26-39)

28 Cuando llegó a la otra orilla,q a la tierra de los gadarenos,r vinieron a su encuentro dos endemoniadoss que salían de los sepulcros,t feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.

29 Y clamaron diciendo: --¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?

30 Estaba paciando lejos de ellos un hato de muchos cerdos. 

31 Y los demonios le rogaron diciendo:

--Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos.


32 Él les dijo: --Id.

Ellos salieron y se fueron a aquel hato de cerdos, y entonces todo el hato de cerdos se lanzó al mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas. 

33 Los que los apacentaban huyeron y, llegando a la ciudad, contaron todas las cosas y lo que había pasado con los endemoniados.

34 Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, cuando lo vieron, le rogaron que se fuera de su territorio.


Jesús sana a un paralítico (Mc 2.1-12; Lc 5.17-26)

9 1 Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. 

2 Y sucedió que le llevaron un paralítico tendido sobre una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: --Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.

3 Entonces algunos de los escribas se decían a sí mismos: «Este blasfema».c 

4 Conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: --¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?

5 ¿Qué es más fácil, decir: “Los pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? 

6 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados --dijo entonces al paralítico--: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

7 Entonces él se levantó y se fue a su casa. 

8 La gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.


Llamamiento de Mateo (Mc 2.13-17; Lc 5.27-32)

9 Saliendo Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateoe que estaba sentado en el banco de los tributos públicos, y le dijo: --Sígueme.

Él se levantó y lo siguió.

10 Aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa,f muchos publicanosg y pecadores,h que habían llegado, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 

11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos:

--¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? 

12 Al oir esto Jesús, les dijo:

--Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 

13 Id, pues, y aprended lo que significa: “Misericordia quiero y no sacrificios”, porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.


La pregunta sobre el ayuno (Mc 2.18-22; Lc 5.33-39)

14 Entonces se le acercaron los discípulos de Juanl y le preguntaron: --¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? 

15 Jesús les dijo: --¿Acaso pueden los que están de boda tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

16 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo, porque tal remiendo tira del vestido y se hace peor la rotura. 

17 Ni echan vino nuevo en odreso viejos; de otra manera los odres se rompen, el vino se derrama y los odres se pierden; pero echa el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.


La hija de Jairo, y la mujer con flujo de sangre (Mc 5.21-43; Lc 8.40-56)

18 Mientras él les decía estas cosas, llegó un dignatarioq y se postró ante él, diciendo: --Mi hija acaba de morir; pero ven y pon tu mano sobre ella,r y vivirá.

19 Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. 

20 En esto, una mujer enferma de flujo de sangres desde hacía doce años se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto,

21 porque se decía a sí misma: «Con solo tocar su manto, seré salva».

22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: --Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. 

23 Cuando entró Jesús en la casa del dignatario y vio a los que tocaban flautas y a la gente que hacía alboroto,

24 les dijo: --Apartaos, porque la niña no está muerta, sino que duerme.

Y se burlaban de él. 

25 Pero cuando la gente fue echada fuera, entró y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó. 

26 Y se difundió esta noticia por toda aquella tierra.


Dos ciegos reciben la vista

27 Cuando salió Jesús, lo siguieron dos ciegos, diciéndole a gritos: --¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! 

28 Al llegar a la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: --¿Creéis que puedo hacer esto?

Ellos dijeron: --Sí, Señor. 

29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: --Conforme a vuestra fe os sea hecho. 

30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: --Mirad que nadie lo sepa.

31 Pero cuando salieron, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.


Un mudo habla

32 Tan pronto ellos salieron, le trajeron un mudo endemoniado. 

33 Una vez expulsado el demonio, el mudo habló. La gente se maravillaba y decía: --Nunca se ha visto cosa semejante en Israel.

34 Pero los fariseos decían: --Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.


La mies es mucha

35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reinoz y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 

36 Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. 

37 Entonces dijo a sus discípulos: «A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos. 

38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies».


10 Elección de los doce apóstoles (Mc 3.13-19; Lc 6.12-16)

1 Entonces, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus impuros,b para que los echaran fuera y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. 

2 Los nombres de los doce apóstolesc son estos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; 

3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo,d el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo,e 

4 Simón, el cananita,f y Judas Iscariote, el que también lo entregó.


Misión de los doce (Mc 6.7-13; Lc 9.1-6)

5 A estos doce envió Jesús, y les dio instruccionesh diciendo: «Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis,

6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

7 Y yendo, predicad, diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado”. 

8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.

9 No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; 

10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón, porque el obrero es digno de su alimento. 

11 Pero en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos de quién en ella es digno y quedaos allí hasta que salgáis.

12 Al entrar en la casa, saludad. 

13 Y si la casa es digna, vuestra paz vendrá sobre ella; pero si no es digna, vuestra paz se volverá a vosotros. 

14 Si alguien no os recibe ni oye vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies.

15 De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorrao que para aquella ciudad.


Persecuciones venideras (Mc 13.9-13; Lc 21.12-19)

16 »Yo os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas. 

17 Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios y en sus sinagogas os azotarán;

18 y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa mía, para testimonio a ellos y a los gentiles.

19 Pero cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis, porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar, 

20 pues no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.

21 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo. Los hijos se levantarán contra los padres y los harán morir.s 

22 Seréis odiados por todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, este será salvo.

23 Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. De cierto os digo que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre.

24 »El discípulo no es más que su maestro ni el siervo más que su señor. 

25 Bástale al discípulo ser como su maestro y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¡cuánto más a los de su casa!


A quién se debe temer (Lc 12.2-9)

26 »Así que no los temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser descubierto; ni oculto que no haya de saberse. 

27 Lo que os digo en tinieblas, decidlo a plena luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. 

28 No temáis a los que matan el cuerpo pero el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

29 ¿No se venden dos pajarillosy por un cuarto?z Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el permiso de vuestro Padre. 

30 Pues bien, aun vuestros cabellos están todos contados.

31 Así que no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.


Confesar a Jesús delante de los hombres (Lc 12.8-9)

32 »A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 

33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.a


Jesús, causa de división (Lc 12.49-53; 14.26-27)

34 »No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada, 

35 porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra.

36 Así que los enemigos del hombre serán los de su casa. 

37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 

38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 

39 El que halle su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.


Recompensas (Mc 9.41)

40 »El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. 

41 El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá.

42 Y cualquiera que dé a uno de estos pequeños un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa».

11:1 Cuando Jesús terminó de dar instruccionesa a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos.


Los mensajeros de Juan el Bautista (Lc 7.18-35)

2 Al oir Juan en la cárcelb los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulosc 

3 a preguntarle: --¿Eres tú aquel que había de venird o esperaremos a otro?

4 Respondiendo Jesús, les dijo: --Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. 

5 Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen,e los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio; 

6 y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.

7 Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 

8 ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas?
Los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. 

9 Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta, 

10 porque este es de quien está escrito: »“Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino delante de ti”.

11 »De cierto os digo que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.

12 »Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. 

13 Todos los profetas y la Ley profetizaron hasta Juan. 

14 Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. 

15 El que tiene oídos para oir, oiga.

16 Pero ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas y gritan a sus compañeros, 

17 diciendo: “Os tocamos flauta y no bailasteis; os entonamos canciones de duelo y no llorasteis”, 

18 porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio tiene”.

19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores”. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos».


Ayes sobre las ciudades impenitentes (Lc 10.13-16)

20 Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: 

21 «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!, porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que en vestidos ásperos y ceniza se habrían arrepentido.

22 Por tanto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón que para vosotras. 

23 Y tú, Capernaúm, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida, porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. 

24 Por tanto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para ti».


Venid a mí y descansad (Lc 10.21-22)

25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.o 

26 Sí, Padre, 
porque así te agradó.

27 »Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 

29 Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, 

30 porque mi yugo es fácil y ligera mi carga».

12 Los discípulos arrancan espigas en sábado (Mc 2.23-28; Lc 6.1-5)

1 En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados un sábado. Sus discípulos sintieron hambre y comenzaron a arrancar espigas y a comer. 

2 Los fariseos, al verlo, le dijeron: --Tus discípulos hacen lo que no está permitido hacer en sábado.

3 Pero él les dijo: --¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y los que con él estaban sintieron hambre; 

4 cómo entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no les estaba permitido comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?

5 ¿O no habéis leído en la Ley cómo en sábado los sacerdotes en el Templo profanan el sábado, y son sin culpa? 

6 Pues os digo que uno mayor que el Templo está aquí.e 

7 Si supierais qué significa: “Misericordia quiero y no sacrificios”, no condenaríais a los inocentes,f 

8 porque el Hijo del hombre es Señor del sábado.


El hombre de la mano seca (Mc 3.1-6; Lc 6.6-11)

9 Saliendo de allí, fue a la sinagoga de ellos. 

10 Y había allí uno que tenía seca una mano. Para poder acusar a Jesús, le preguntaron: --¿Está permitido sanar en sábado?

11 Él les dijo: --¿Qué hombre entre vosotros, si tiene una oveja y esta se le ca en un hoyo, en sábado, no le echa mano y la saca? 

12 Pero, ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, está permitido hacer el bien en sábado.

13 Entonces dijo a aquel hombre: --Extiende tu mano.

Él la extendió y le fue restaurada sana como la otra. 

14 Salieron entonces los fariseos y se confabularon contra Jesús para destruirlo.


El siervo escogido

15 Cuando Jesús supo esto, se retiró de allí. Lo siguió mucha gente, y sanaba a todos, 

16 y les encargaba rigurosamente que no lo descubrieran, 

17 para que se cumpliera lo que dijo el profeta Isaías:

18 «Este es mi siervo, a quien he escogido; mi amado, en quien se agrada mi alma. Pondré mi Espíritu sobre él, y a los gentiles anunciará juicio. 

19 No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz. 

20 La caña cascada no quebrará y el pábilo que humea no apagará, hasta que haga triunfar el juicio. 

21 En su nombre esperarán los gentiles».


La blasfemia contra el Espíritu Santo (Mc 3.20-30; Lc 11.14-23; 12.10)

22 Entonces le llevaron un endemoniado, ciego y mudo; y lo sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 

23 Toda la gente estaba atónita y decía: «¿Será este aquel Hijo de David?». 

24 Pero los fariseos, al oírlo, decían: «Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios».

25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y ninguna ciudad o casa dividida contra sí misma permanecerá.

26 Si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? 

27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.

28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios, 

29 pues ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata? Entonces podrá saquear su casa. 

30 El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama.

31 »Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 

32 Cualquiera que diga alguna palabra contra el Hijo del hombre, será perdonado; pero el que hable contra el Espíritu Santo, no será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. 

33 »Si el árbol es bueno, su fruto es bueno; si el árbol es malo, su fruto es malo, porque por el fruto se conoce el árbol.

34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?, porque de la abundancia del corazón habla la boca.s 

35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. 

36 Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, 

37 pues por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado».


La demanda de una señal (Lc 11.29-32)

38 Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos diciendo: --Maestro, deseamos ver de ti una señal.

39 Él respondió y les dijo: --La generación mala y adúltera demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.

40 Como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches,vasí estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. 

41 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás, y en este lugar hay alguien que es más que Jonás. 

42 La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oir la sabiduría de Salomón,y y en este lugar hay alguien que es más que Salomón.


El espíritu impuro que vuelve (Lc 11.24-26)

43 »Cuando el espíritu impuro sale del hombre, anda por lugares secosz buscando reposo, pero no lo halla. 

44 Entonces dice: “Volveré a mi casa, de donde salí”. Cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. 

45 Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entran y habitan allí; y el estado final de aquel hombre viene a ser peor que el primero.a Así también acontecerá a esta mala generación.


La madre y los hermanos de Jesús (Mc 3.31-35; Lc 8.19-21)

46 Mientras él aún hablaba a la gente, su madre y sus hermanosb estaban afuera y le querían hablar. 

47 Le dijo uno: --Tu madre y tus hermanos están afuera y te quieren hablar.

48 Respondiendo él al que le decía esto, dijo: --¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: --Estos son mi madre y mis hermanos, 

50 pues todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.


13 Parábola del sembrador (Mc 4.1-9; Lc 8.4-8)

1 Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. 

2 Se le acercó mucha gente, así que él, entrando en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. 

3 Les habló muchas cosas por parábolas, diciendo:

«El sembrador salió a sembrar. 

4 Mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y la comieron.

5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; 

6 pero cuando salió el sol, se quemó y, como no tenía raíz, se secó.

7 Parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron. 

8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta y cuál a treinta por uno. 

9 El que tiene oídos para oir, oiga».


Propósito de las parábolas (Mc 4.10-12; Lc 8.9-10)

10 Entonces, acercándose los discípulos, le preguntaron: --¿Por qué les hablas por parábolas?

11 Él, respondiendo, les dijo: --Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reinoe de los cielos, pero a ellos no les es dado, 

12 pues a cualquiera que tiene, se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. 

14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: »“De oído oiréis, y no entenderéis;
y viendo veréis, y no percibiréis, 

15 porque el corazón de este pueblo se ha entorpecido, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, ni oigan con los oídos, ni con el corazón entiendan, ni se conviertan y yo los sane”.

16 »Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. 

17 De cierto os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron.


Jesús explica la parábola del sembrador (Mc 4.13-20; Lc 8.11-15)

18 »Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:

19 Cuando alguno oye la palabra del Reinoi y no la entiende, viene el maloj y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.

20 El que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y al momento la recibe con gozo, 

21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.

22 El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.

23 Pero el que fue sembrado en buena tierra es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta y a treinta por uno.


Parábola del trigo y la cizaña

24 Les refirió otra parábola, diciendo: «El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;

25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizañak entre el trigo, y se fue.

26 Cuando brotó la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.

27 Fueron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?”.

28 Él les dijo: “Un enemigo ha hecho esto”. Y los siervos le dijeron: “¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?”.

29 Él les dijo: “No, no sea que al arrancar la cizaña arranquéis también con ella el trigo. 

30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega, y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: ‘Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero’ ”».


Parábola de la semilla de mostaza (Mc 4.30-32; Lc 13.18-19)

31 Otra parábola les refirió, diciendo: «El reino de los cielos es semejante al grano de mostazal que un hombre tomó y sembró en su campo.

32 Esta es a la verdad la más pequeña de todas las semillas, pero cuando ha crecido es la mayor de las hortalizas y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas».


Parábola de la levadura (Lc 13.20-21)

33 Otra parábola les dijo: «El reino de los cielos es semejante a la levaduran que tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudado».


Uso que Jesús hace de las parábolas (Mc 4.33-34)

34 Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba, 

35 para que se cumpliera lo que dijo el profeta: «Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo».


Jesús explica la parábola de la cizaña

36 Entonces, después de despedir a la gente, entró Jesús en la casa. Se le acercaron sus discípulos y le dijeron: --Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

37 Respondiendo él, les dijo: --El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre. 

38 El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino, y la cizaña son los hijos del malo.

39 El enemigo que la sembró es el diablo; la siegap es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 

40 De manera que, así como se arranca la cizaña y se quema en el fuego, así será en el fin de este mundo.

41 Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles, y recogerán de su Reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen maldad, 

42 y los echarán en el horno de fuego;q allí será el lloro y el crujir de dientes.r 

43 Entonces los justos resplandecerán como el sols en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oir, oiga.


Parábola del tesoro escondido

44 »Además el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo,t el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo.


La perla preciosa

45 »También el reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca buenas perlas, 

46 y al hallar una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.


Parábola de la red

47 »Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge toda clase de peces. 

48 Cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen lo bueno en cestas y echan fuera lo malo. 

49 Así será al fin del mundo: saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos, 

50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.


Tesoros nuevos y viejos

51 Jesús les preguntó: --¿Habéis entendido todas estas cosas?

Ellos respondieron: --Sí, Señor.

52 Él les dijo: --Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.


Jesús en Nazaret (Mc 6.1-6; Lc 4.16-30)

53 Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas,x se fue de allí. 

54 Vino a su tierray y les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban y decían:

--¿De dónde saca este esta sabiduría y estos milagros? 

55 ¿No es este el hijo del carpintero?z ¿No se llama su madre María, y sus hermanos,a Jacobo, José, Simón y Judas? 

56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, saca este todas estas cosas? 

57 Y se escandalizaban de él.

Pero Jesús les dijo: --No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. 58 Y no hizo allí muchos milagros debido a la incredulidad de ellos.



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