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Tránslate / Traducción

¿Qué es la humildad?

Humildad es estar libre de la obsesión con uno mismo. 

Es no tener que compararse con otros. Esto nos lleva a nuestro segundo punto; si ésta es la humildad, 

¿Cómo la podemos desarrollar en nuestra vida?

Lo que el apóstol Pablo dice en Romanos 12:3

“Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado.” (NVI)

Cada creyente es llamado a tener un concepto apropiado de sí mismo. 

Ser humilde, entonces, significa conocer las debilidades y las habilidades que tenemos, reconocer nuestras fallas y nuestros talentos, estar en balance cuando se trata de nuestra imagen propia.

Se cuenta la historia de una tortuguita que subía el tronco de un árbol, usando la boca para agarrarse de la corteza y empujando con las patas a toda fuerza. 

Finalmente, llegó a la primera rama y empezó cuidadosamente a atravesarla.

Cuando había llegado casi al final, se lanzó al espacio, extendió las patas… y dio un fuerte golpe en el suelo. 

Volvió a repetir el proceso con mucha dificultad, se lanzó al vacío… y cayó nuevamente.

Dos buitres la miraban sentados sobre una pared. 

De repente, uno le dijo al otro: ¿No crees que es hora de decirle que fue adoptado? 

Si no tenemos un concepto apropiado de nosotros mismos, podremos ser como esa tortuga. En vez de buscar el lugar que Dios tiene preparado para nosotros, podremos insistir en tomar posiciones que no fueron hechas para nosotros.

Esto sucede en la iglesia, por ejemplo, cuando una persona desea siempre estar al frente, recibiendo halagos, cuando sus dones no se prestan a esa clase de servicio. 

Cada uno de nosotros debe de considerar con honestidad cómo podemos servir mejor. A la vez, no debemos de tener un concepto demasiado bajo, tampoco.

Hay personas que siempre responden con un "no puedo" cuando se les invita a servir al Señor. Recuerda que Dios no hace basura. 

Si Dios te creó, puedes estar seguro de que sirves para algo. La humildad consiste en reconocer que tu valor no depende de lo que haces, sino de lo que eres.

Si estás en Cristo, eres hijo de Dios; ése es tu valor. 

Muchas veces nos alocamos tratando de comprobar que valemos algo por el dinero que ganamos, por nuestra apariencia física o aun porque somos más religiosos que otros. 

Pablo, en cambio, había aprendido la importancia de hallar su identidad en Cristo. 

Filipenses 3:7-9 “ Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo.

Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. 

Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo y encontrarme unido a él. 

No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe.” (NVI)

Para muchos paréese extraña la idea de encontrar su identidad en Cristo y se preguntan: Antes de su conversión, Pablo se consideraba digno de la aprobación de Dios en base a sus logros, sus estudios, y su pasión. 

Mas sin embargo, ahora valora mucho más el conocer a Cristo. Ya no valora esas cosas. Él sigue siendo judío, sigue siendo ciudadano romano, sigue usando su conocimiento del Antiguo Testamento; 

Pero estas cosas ya no le son importantes como muestras de su valor ante Dios o ante las personas. Su valor lo encuentra en el hecho de que Cristo lo amó y murió por él.

De igual modo, hallaremos la verdadera humildad cuando empecemos a encontrar nuestra identidad en Cristo, en lugar de estarnos comparando con otras personas. 

No tenemos que ser más inteligentes, más guapos o más fuertes que otros para valer algo. 

¿Dejaré entonces de ser yo mismo? 
¿Se perderá mi identidad personal?

C.S. Lewis dice en uno de sus libros “al unirnos a Cristo, llegamos a ser lo que verdaderamente somos.” 

La realidad es que, cuando vivimos separados de Cristo, nuestro auto-concepto es falso. Cuando entendemos quienes somos en Cristo y cuando encontramos nuestro valor en él, somos liberados para ser quienes Dios nos creó para ser. 

La humildad no es pensar menos de uno mismo que de otros; ni tampoco significa tener una opinión baja de los dones que uno tiene.


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