El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
(Romanos 8:16-17)
¿Te has parado alguna vez a pensar en lo que significa ser heredero del Rey de reyes? No hablamos de una herencia terrenal, compuesta por posesiones que se desgastan con el tiempo. Hablamos de una herencia eterna e incorruptible, reservada en el cielo para quienes han sido hechos hijos de Dios por medio de Jesucristo.
Al aceptar a Cristo como tu Señor y Salvador, no solo has recibido el perdón de tus pecados, sino que también has sido adoptado en la familia real de Dios. Esto significa que tu identidad ha cambiado: ahora eres hijo del Altísimo y, como hijo, también eres heredero de las promesas del Padre.
Esta herencia no se limita al futuro. Ahora mismo, puedes vivir como heredero del Rey. Esto significa vivir con autoridad espiritual, revestido de paz, amor y propósito. Significa no dejar que las circunstancias te derriben, porque sabes dónde perteneces. El mundo puede intentar robarte tu identidad, pero la Palabra de Dios declara quién eres.
Ser heredero del Rey también es un llamado a la responsabilidad. Como representantes del reino, somos llamados a vivir con integridad, a amar como Cristo amó y a proclamar las buenas nuevas con valentía.
Recuerda: no eres cualquiera. Eres heredero del Rey. Camina con la frente en alto, confiando no en ti mismo, sino en Aquel que te eligió, te redimió y te llamó su hijo.
Eres amado. Eres elegido. Eres heredero. Vive como tal.
Viviendo como heredero
Recuerda al orar y leer la Palabra que eres hijo de Dios. Esto fortalece tu fe y te protege de las mentiras del enemigo.
Como representante del reino, toma decisiones que honren a Dios. En cada acción, refleja la justicia, el amor y la verdad del Rey a quien perteneces.
Da testimonio con tus palabras y acciones de lo que Cristo ha hecho por ti. Tu vida puede ser un canal para que otros también descubran su identidad como herederos.
Para orar:
Querido Padre, gracias por hacerme tu hijo y heredero por medio de Jesús. Ayúdame a vivir con fe, propósito e integridad. Quiero que mi vida refleje tu reino y tu amor. Fortaléceme cada día para honrar la herencia que he recibido en Cristo. En el nombre de Jesús, amén.
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