
Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno que sirve. (Lucas 22:27)
El más importante entre ustedes será siervo de los demás. (Mateo 23:11)
¿Qué prefieres: servir o ser servido? Probablemente, muchos contestaríamos que nos gustaría ser servidos. Tal vez estemos cansados de las muchas tareas diarias y deseosos de tener un momento de relax en el que otra persona nos sirva mientras descansamos. Sí, está bien recibir cosas buenas, pero no es bueno que nos enfoquemos en eso. El problema real reside en que lleguemos a considerar a Dios como un recadero que debe estar siempre listo para traer lo que solicitamos...
Alguien dijo una vez que «quien no vive para servir no sirve para vivir». El hecho es que servir es un acto de dar. Con las actividades diarias, durante nuestro trabajo, con actitudes de gentileza y con buenas acciones, servimos y somos servidos.
Jesús es nuestro Señor. Somos nosotros los que debemos servirle con amor. Dios se alegra en darnos cosas buenas porque somos sus hijos. Sin embargo, no debemos invertir los valores. Él se hizo siervo sufridor por nosotros dándonos el ejemplo de cómo podemos servir a Dios y a las personas.
Siervos amados del Señor Jesucristo
Sirve al Señor con alegría y no «exijas» ser servido por Dios como lo hacen los hijos mimados.
Más que servir por interés, sirve con gratitud y amor.
El Señor nos sirve y atiende porque él está lleno de gracia y misericordia, no porque seamos merecedores.
Somos deudores los unos de los otros. Sirve a tu prójimo como te gustaría ser servido.
Para orar:
¡Señor, alabado seas! Estoy muy agradecido por lo que has hecho por mí. Tú te entregaste a ti mismo y te convertiste en siervo humilde por amor. Enséñame a emplear mi vida a tu servicio. Que yo aprenda con tu ejemplo y sea cada vez más parecido a Cristo. Ayúdame a buscar más servir que ser servido. En el nombre de Jesús, amén.
Siervos amados del Señor Jesucristo
Sirve al Señor con alegría y no «exijas» ser servido por Dios como lo hacen los hijos mimados.
Más que servir por interés, sirve con gratitud y amor.
El Señor nos sirve y atiende porque él está lleno de gracia y misericordia, no porque seamos merecedores.
Somos deudores los unos de los otros. Sirve a tu prójimo como te gustaría ser servido.
Para orar:
¡Señor, alabado seas! Estoy muy agradecido por lo que has hecho por mí. Tú te entregaste a ti mismo y te convertiste en siervo humilde por amor. Enséñame a emplear mi vida a tu servicio. Que yo aprenda con tu ejemplo y sea cada vez más parecido a Cristo. Ayúdame a buscar más servir que ser servido. En el nombre de Jesús, amén.
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