Aportacion de: Ben Ayala
Durante años, procuramos orientar a amigos, parientes y vecinos sobre su necesidad de un Salvador. Hace poco, cuando visitando, volví a invitarlos a recibir a Cristo, varios respondieron de inmediato: «Nos gustaría aceptar a Cristo y unirnos a una iglesia, pero todavía no.
Vivimos entre personas con otras creencias. A menos que nos mudemos de domicilio, no podremos practicar bien la fe».
La persecución, el ridículo y la presión de sus amigos, parientes y vecinos
fueron las excusas para posponer su decisión.
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Sus temores eran legítimos, pero les aseguré que, pasara lo que pasara, Dios no los abandonaría.Los insté a no postergarlo más y a confiar en la protección del Señor.
Entonces, algunos de ellos dejaron de lado sus excusas, reconocieron su necesidad del perdón divino y de confiar en Cristo como su Salvador personal.
Cuando Jesús invitaba a personas para que lo siguieran, estas también ponían excusas; todas relacionadas con intereses de este mundo (Lucas 9:59-62).
La respuesta del Señor (vv. 60-62) nos exhorta a no permitir que las excusas nos priven de lo más importante en la vida: la salvación de nuestra alma.
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¿Oyes el llamado de Dios para que aceptes la salvación que te ofrece? No lo pospongas. «He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación» (2 Corintios 6:2).
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«¡Cuán tiernamente Jesús os invita! ¡Oh, pecadores, venid!». ¿Vendrás hoy a Él? Hoy es el día de salvación.
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