Aportacion de: Ben Ayala
Poco después de aceptar a Cristo como mi Salvador, el compromiso que demandaba esta decisión me hacía dudar de si podría pasar un año sin volver a mis antiguos hábitos de pecado.
Sin embargo, este versículo de las Escrituras me ayudó: «El Señor peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos» (Éxodo 14:14).
Moisés pronunció estas palabras ante los desanimados y temerosos israelitas cuando acababan de huir de la esclavitud en Egipto y Faraón los perseguía.
De joven, con mi mundo rodeado de tentaciones, este llamado a «estar tranquilo» me animó.
De joven, con mi mundo rodeado de tentaciones, este llamado a «estar tranquilo» me animó.
Ahora, 52 años después, permanecer tranquilo y calmado mientras confío en el Señor en medio de situaciones estresantes ha sido el deseo constante para mi vida cristiana.
Cuando nos tranquilizamos, conocemos más al Señor, el cual «es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (v. 1).
Reconocemos que, sin Dios, somos débiles y que debemos someternos a Él. «Cuando soy débil, entonces soy fuerte», afirmó el apóstol Pablo (2 Corintios 12:10).
Cada día, enfrentamos situaciones tensas y frustrantes, pero podemos confiar en que el Señor cumplirá su promesa de cuidarnos. Aprendamos a estar tranquilos.
Cada día, enfrentamos situaciones tensas y frustrantes, pero podemos confiar en que el Señor cumplirá su promesa de cuidarnos. Aprendamos a estar tranquilos.
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