Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

Pidiéndole a Dios las Palabras Correctas.

Recuerdos llegan a mi memoria de mis oportunidades de estar en un escenario para hablar en una conferencia a mis colegas bancarios, mis palabras en el micrófono resonaban en toda la sala. 

Me estremezco al escuchar en mis memorias el eco de mis palabras, aún recuerdo que a veces tenía que modular mi voz e intentar ignorar el eco cada vez que pronunciaba una frase.

¡Imaginen cómo sería escuchar la repetición de cada una de nuestras palabras! Tal vez, si dijéramos «te amo», «me equivoqué», «gracias, Señor» o «estoy orando por ti», no estaría tan mal, pero no todas nuestras palabras son agradables o bondadosas. 

¿Qué piensas de los arrebatos de ira o los comentarios degradantes que nadie quiere escuchar una vez (y mucho menos dos)… "esas palabras" que preferiríamos no haber dicho?

Como el salmista David, anhelamos que el Señor controle lo que decimos. Su oración era: «Toma control de lo que digo, oh Señor, y guarda mis labios» (Salmo 141:3). 

Lo bueno es que Dios desea lo mismo, 
y puede guardar nuestros labios 
y ayudarnos a controlar nuestra lengua.

A medida que aprendemos a ajustar nuestro sistema de sonido, prestando atención a lo que decimos y pidiéndole al Señor las palabras correctas, Él nos enseña con paciencia y nos da dominio propio. Y, lo mejor de todo, nos perdona cuando fallamos y le agrada que busquemos su ayuda.

Oremos: 
"Señor, no quiero ser imprudente. 
Ayúdame a cuidar mis palabras, Amen"

Parte del dominio propio es controlar la boca.

Comentarios

NOVEDADES

Caminando con Cristo

Muchas veces, en nuestro caminar con Dios, podemos sentir que todavía estamos lejos de ser perfectos. Nos enfrentamos a luchas, fracasos y momentos en los que pensamos que no estamos progresando como nos gustaría.  Pero el apóstol Pablo nos recuerda en Filipenses 3:12-14 que no importa cuán imperfectos seamos o cuántos errores hayamos cometido en el pasado, Dios nos llama a seguir adelante. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:12-14) No necesitamos quedarnos estancados en el pasado. En Cristo, tenemos una nueva oportunidad cada día. Lo más importante es seguir avanzando, manteniendo siempre la mirada fija en el objetivo, que es n...

Dios puede animar tu día

Hoy compartimos una verdad transformadora: el poder de Dios es capaz de animar tu vida diaria. En medio de la adversidad, es reconfortante saber que tenemos un Dios que está siempre a nuestro lado, dispuesto a fortalecernos y animarnos. La Palabra de Dios asegura en Isaías 41:10: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41:10) Es una promesa fortalecedora que muestra que Dios no solo está con nosotros, sino que también nos permite vencer los desafíos. Cuando el día se sienta pesado, recuerda Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". No nos enfrentamos solos a los desafíos: el Señor nos acompaña y nos capacita para superar cualquier situación. Además, cada mañana la misericordia de Dios es nueva (Lamentaciones 3:22-23), brindándonos un nuevo día lleno de oportunidades para experimentar el amor y el aliento divinos. Por tanto, deja tu día en ...

¡Exalta al Señor con tus alabanzas!

Alaben al SEÑOR, porque es bueno: ¡Porque para siempre es su misericordia! (Salmo 136:1) En la lucha o en la alegría, nuestro llamado es el mismo: exaltar al Señor con nuestras alabanzas. La alabanza es más que una canción. Es una expresión viva de nuestra fe, una declaración de que Dios es soberano, sin importar las circunstancias. Cuando alabamos a Dios, algo poderoso sucede en nosotros. El desánimo se desvanece, las dudas se disipan y la presencia de Dios se hace más real. La alabanza nos recuerda quién es Dios: fiel, justo, amoroso, poderoso. Él es digno de todo nuestro reconocimiento, no solo cuando todo va bien, sino también cuando enfrentamos el valle de sombra de muerte. Exaltar al Señor con toda alabanza es un acto de entrega y confianza. Es decir con el corazón: «Señor, te adoro no por lo que haces, sino por quién eres». En medio del dolor, alaba. En un buen día, alaba. En cada etapa de tu vida, alza la voz y glorifica a aquel que nunca falla. La alabanza transforma el entorn...