Ir al contenido principal

Ministerio Pastoral ( 18. La Adoración Pública)


En la mayoría de las iglesias, la calidad de la adoración, depende en gran parte de el pastor. 

Él está encargado de la reunión. 

Por eso, es de suma importancia que él dedique tiempo para preparar bien su predicación y también su espíritu para guiar a la gente en adorar a Dios de corazón. 

Informar y educar no son las únicas funciones de la reunión. 

Es también el de guiar y animar a las almas a levantar su espíritu a Dios en adoración de tal forma que sea agradable a él. 

Para lograrlo se debe prestar una atención especial a tres cosas:

1. Un tema en particular.

Cada reunión debe tener un tema en particular y todo debe girar alrededor de él. 

Puede ser que los que  asisten a la reunión no estarán conscientes del tema pero todo, los himnos, la oración y el mensaje deben contribuir a la iluminación del tema. 

No se debe incluir algo que desvíe la atención de la gente del tema. 

Al terminar la reunión todos deben salir pensando sobre el tema. 

Normalmente es el mensaje que se va a determinar con el tema.


2. Llamar más la atención.

La meta del pastor debe ser el de ganar cada vez más la atención de la gente hasta la culminación con la invitación de La Gracia Salvadora. 

El no hacerlo puede ser por causa de la falta de preparación o el resultado  puede ser en una reunión aburrida. 

En la edad moderna es difícil mantener la atención de la gente.

Un estilo defectivo y monótono no mantiene la atención de la gente. 

El único remedio para esto es entrenarse a ser más elocuente.

Es muy difícil predicar más de 30 minutos sin perder la atención de la gente. 

Por eso, es de suma importancia saber bien lo que quiere decir y elegir con cuidado sus palabras para aprovechar al máximo los 30 minutos.

El pastor debe descansar bien antes de las reunión. 

Él no debe dejar la preparación del sermón hasta el último momento. 

El descanso adecuado deja su cuerpo y mente a la cumbre de su capacidad. 

Algunos de los predicadores exitosos dejan el sábado para descansar y recrearse para tener mayor fuerza el domingo.


3. Impacto espiritual.

El fin de la adoración es el de hacer un impacto espiritual sobre la gente. 

Los que realmente conocen y aman a Dios se sentirán un poco defraudados si la reunión no despierta un interés más profundo en las cosas espirituales. 

El pastor debe ser elocuente y capaz de mantener la atención de la gente porque él toca temas de interés personal o porque él es entendido. 

Pero, si el pastor no ha inclinado a la gente hacía Dios, él ha fracasado en dirigir la congregación en una reunión de adoración.


4. Su manera de ser en el púlpito

El espíritu y la manera de ser del pastor en el púlpito tiene mucho que ver con la cualidad de la reunión. 

Si él es devoto, reverente y consciente de que está en la casa de Dios.

El va a influir a los demás a tener la misma actitud, y la reunión tendrá el éxito esperado por la gente.


Por eso, sugiero:

 A. El pastor debe evitar una manera descuidada en el púlpito. 

Tal manera puede manifestarse en su postura, su manera de manejar el himnario y la Biblia y en general en la actitud que dice: "¿qué me importa?" 

Otra falta es la de ser mecánico y artificial. si él pastor es rígido y formal, la gente no se sentirá cómoda. 

Para evitar esto es imprescindible que el pastor este serio pero, a su vez, relajado.

B. Mientras que el pastor está en el púlpito, el debe estar consentrado en su trabajo y en su mensaje. 

Si aparenta tener otras cosas en la mente es muy probable que la gente desviara también su mente en otras cosas. 

Él puede manifestar esto por mirar a otro lado mientras que se está dirigiendo la alabanza o por charlar con otro sentado en la plataforma con él mientras que otro está dirigiendo la alabnza.

C. En tanto sea posible, el pastor debe tener bien en mente los anuncios para que no sea necesario consultar con otros en la congregación durante la reunión, deben ser lo más breve y claro posible, son necesarios, pero a su vez, pueden desviarnos del tema principal de la reunión. 

El pastor que tiene un espíritu devoto y reverente durante la reunión dejará ver a todos, de que están en un lugar sagrado y que es un tiempo solemne.


La adoración a través de la alabanza.

La alabanza es una de las cosas más difíciles y, a su vez, la parte más importante de la adoración. 


Hay desacuerdos en cuanto a la manera de conducir esta parte de la reunión. 

¿La congregación debe cantar o únicamente el coro?

¿Si todos cantan, debe ser dirigido por el coro o por un director? 

¿Está bien usar instrumentos? 

No todos están de acuerdo en cuanto a estas preguntas. 

Por mi parte, el método no importa tanto como el espíritu reverente. 

Un método inferior con un espíritu reverente es mejor que un método profesional sin espíritu reverente. 

En la alabanza, igual que en la predicación, el corazón de los cantantes es lo que importa más. 

Si de lo más profundo de su corazón los cantantes quieren adorar a Dios, ellos van a elegir la música y el estilo que es más agradable a Dios. 


Ofrezco al pastor las siguientes sugerencias:

El pastor debe expresar su gratitud a los cantantes., la falta de su gratitud resulta en desánimo y desacuerdos en el coro. 

El debe estar consciente de la contribución que el coro hace a la reunión. 

Ellos están sirviendo a Cristo y a la iglesia con su voz. 

Ellos hacen un sacrificio de su tiempo en ensayos en preparación por las reuniones.

El pastor debe reservar para sí el derecho de elegir, o por lo menos el privilegio de aprobar la música cantada por el coro. 

Así él puede asegurarse de que el tema de la música concuerda con el tema de la reunión. 

También debe elegir los himnos antes de la reunión. 

Si él tiene un director de música inexperto primero debe consultar con él antes de la reunión para estar seguro de que sabe dirigir los himnos elegidos. 

Un pastor nuevo debe estar consciente de que es posible que la congregación no estará acostumbrado a cantar todos los himnos que él conoce. 

Le conviene hacer una lista de himnos conocidos por la congregación y cada tanto enseñar unos nuevos.

La alabanza en una reunión de adoración debe ser devocional, no es entretenimiento ni un tiempo para poner en exhibición talentos artísticos. 

Es un acto de adoración ofrecido al Ser Supremo, con palabras sagradas expresamos a Dios nuestra adoración, agradecimiento y oración. 

Todos participan, no importa si están escuchando o cantando. 


El pastor no debe estar ocupado en otras cosas durante el tiempo de la alabanza.


La lectura de las Escrituras

La lectura de la Biblia debe ser incluida en cada reunión de adoración. 

El hacerlo reconoce que es la Sagrada Palabra de Dios y que la congregación se presenta para escuchar y buscar la dirección de Dios. 

El no hacerlo implica que las palabras de hombres son de más valor que la Palabra de Dios. 

En el púlpito las Escrituras deben tener un lugar preeminente como la autoridad suprema en la fe y la práctica.

La selección de la porción a ser leída. 

Aquí hay varias sugerencias:

La porción debe estar en armonía con el mensaje pero no es necesario que sea el texto del mensaje. 

Puede ser que va a usar más de una porción de las Escrituras para aclarar el mensaje.

La selección debe prestarse a la adoración. 

Debe ser obvio que si una de las selecciones es de Levítico y este trata acerca de los leprosos y otra de las selecciones se trata de las genealogías, no será adecuado.

Si es la costumbre leer una porción del Antiguo Testamento y también del Nuevo Testamento es importante que ambos sean sobre el mismo tema o que sea armonía entre las dos. 

Lo bueno de esto es que manifiesta la armonía de la Biblia en todas sus partes.

No se debe leer una porción tan corta que es incompleta. 

El de leer poco puede indicar que el pastor piensa que lo que él va a decir es de más importancia que las Escrituras. 

El tiempo dedicado a la lectura de la Biblia debe ser lo suficiente para indicar que la Palabra de Dios es de suprema importancia. 

No debe ser tan larga que la gente se cansa de escuchar ni tan corta que menosprecia su importancia.


La manera de leer:

Muchas veces la Biblia no está bien leída en el púlpito. 

Muchos pastores fracasan en esto. 

No se puede leer bien la Biblia sin prepararse bien para la reunión. 

El leer la Biblia con la expresión debida es el mejor comentario sobre las Escrituras. 

Ningún pastor debe ser negligente en esto. 

Los siguientes consejos van a ayudar.

Hace falta estudiar la porción con cuidado para saber bien su sentido. 

Sin hacerlo, puede ser que el énfasis estará mal puesto y su verdad obscurecida.

Se debe estudiarla lo suficiente para que la mente capte bien sus pensamientos.

En algunos casos hay hábitos malos en la lectura. 

Un pastor debe pedir corrección y esforzarse a superar sus malos hábitos


Consejos adicionales. 

Algunos tienen la costumbre de parar cada tanto y interponer su interpretación al texto.

A veces hay razón por aclarar una palabra no bien conocida pero, aparte de esto, es mejor dejar la Biblia hablar por sí misma. 

Parar y aclarar con frecuencia quita algo de la majestad y autoridad de la Biblia.

El hacerlo alarga el tiempo dedicado a la lectura y así se puede perder la atención de sus oyentes. 

También quita tiempo de la escuela dominical o la predicación.

Hay pocos que son capaces de hacerlo bien. 

El pastor Spurgeon tenía el don de hacerlo pero, para los demás, es mejor no intentar exponer la Escritura de esta manera. 

Es mejor leer la Biblia de la forma más clara y elocuente posible y dejar la exposición para el mensaje.


La oración pública

La oración pública es la adoración de la iglesia en forma audible a través de su líder. 

El pastor expresa en palabras audibles la adoración de la asamblea. 

Pero, es aun más. 

Sirve también para estimular los pensamientos y anhelos de la asamblea y darle forma y dirección a ellos de manera que sus corazones estén vivificados y transportados hacía a los cielos. 

En la oración pública el corazón del pastor toca más íntimamente los corazones de la gente. 

Las fuerzas espirituales de su naturaleza se sienten inspirando, guiando y ayudando a las almas en su acercamiento a Dios. 

El poder hacerlo depende en parte en algunas reglas pero aun más en su comunión a diario con Dios y el estar enterado de las angustias y necesidades de la congregación. 


Entre las reglas surgiremos las siguientes:

La forma de hacerla. 

Por regla general no debe ser escrita. 

Las formas literarias se debe rechazar por las siguientes razones.

No se encuentran ni un solo ejemplo en las Escrituras. 

Tenían lugar en las iglesias como resultado de la corrupción de la adoración.

Sirven para frenar un espíritu de adoración entre ambos, la gente y el ministro.

Son en términos generales y no expresan las exigencias especiales de la congregación en el momento.


La oración, que sale en el momento, de la mente y corazón del orador no es, en todo sentido, sin previo pensamiento. 

La mente, si es posible, debe estar ocupado en meditar sobre las peticiones apropiadas. 

Muy a menudo el pastor está tan apurado en empezar con su mensaje que deja para la oración lo que sale de su boca en el momento. 


Las peticiones. 

Las peticiones de la oración deben nacer de las siguientes fuentes.

Pueden ser expresadas en frases bíblicas, especialmente las de porciones devocionales. 

No hay mejor manera de expresar adoración que con las palabras de la Biblia.

La oración pública es una manifestación de la manera en que el pastor derrame su espíritu en su oración en privado. 

Es una vislumbre, no más, de su oración a diario por el pueblo de Dios y por el bienestar de la iglesia.

La oración pública debe expresar la identificación emocional que el pastor tiene para con su congregación. 

El debe estar al tanto con sus tentaciones, angustias, anhelos y peligros.

La oración del pastor debe manifestar a la congregación que él tiene de continuo su bienestar sobre su corazón. 

Únicamente así él los puede guiar y expresar a Dios el deseo de cada uno de ellos. 

El recluso que pasa todo su tiempo con libros podrá expresar una oración elocuente pero será impotente para guiar a las almas en la adoración que viene de lo más íntimo de su corazón.

En cuanto a la oración pública ofrezco las siguientes precauciones:

No se refiera a sí mismo muy a menudo. 

La oración pública es para la congregación y no para sí mismo. 

No es el momento orar por su salud, su trabajo o sus necesidades económicas. 

Tampoco es la ocasión de pedir perdón por un sermón no bien preparado. 

Siempre estará bien pedir ayuda divina en predicar el mensaje y cumplir con la obra del ministerio. 

Por supuesto, la congregación debe compartir esta petición.

Ten cuidado de lo que dice de personas o familias en la oración. 

Si están pasando por un mal momento está bien orar por ellos. 

Jamás debemos aprovecharnos de la oración pública para elogiar o criticar a alguien. 

Tampoco es un tiempo apropiado para amonestar o retar a la congregación. 

La oración es, en especial, para el oído de Dios y no de los hombres.

La adoración pública no debe ser en forma de enseñanza doctrinal. 

No nos toca enseñar a Dios. 

La oración no es un sermón. 

Es el derrame de nuestro corazón a Dios. 

No es que los oyentes no pueden aprender de la oración pero nuestra meta jamás debe ser el de enseñar algo.


El orden de la oración 

El hacer las cosas en orden tiene ventajas. 

Es concentrar en una cosa a la vez. 

Ayuda a la memoria si tocamos a un tema a la vez. 

Una oración falta de orden, y no es muy eficaz, si los temas saltan a la mente en el momento. 

Sugerimos el siguiente orden en la oración pública: invocación, adoración, agradecimiento, confesión petición y intercesión. La invocación reconoce la necesidad de la ayuda del Espíritu Santo. 

En la adoración celebramos el carácter, perfección y las obras de Dios. 

Agradecemos a Dios por su misericordia y provisión por nuestras necesidades. 

Confesamos que no somos dignos de su gran bondad y pedimos perdón por nuestros pecados. 

Levantamos nuestras peticiones a Dios e imploramos su intervención. 

Debemos pedir a Dios que supla nuestras necesidades tanto físicas como espirituales. 

La intercesión se trata en especial de la oración por las personas de la congregación o conocidos de ellos. 

Entre ellos sería los que han sufrido la pérdida de un ser querido, los enfermos y internados, otras iglesias, misioneros y gobernantes. 

Normalmente la mayor parte de la oración consiste de peticiones.

Por supuesto, debemos cambiar el orden de la oración cada tanto para evitar rutina. 

La invocación siempre será primero, pero se puede intercambiar los demás elementos. 

El pastor debe meditar de ante mano sobre lo que debe estar incluido en la oración. 

Aún así es más probable que se olvidará de algo y otras cosas serán añadidas que saltan a la mente en el momento.


La manera de orar. La manera de orar no tiene menos importancia que la manera de predicar. 

Ofrezco las siguientes sugerencias en cuanto a la manera de orar.

Su postura. 

En las Escrituras encontramos ejemplos de gente orando parados y arrodillados. 

Siempre debe ser en actitud de reverencia. 

Por regla general, debe ser sin movimiento de los brazos. 

Los ojos deben estar cerrados y el semblante natural y serio. 

Debemos tomar en cuenta que no todos mantendrán sus ojos cerrados.

Se debe expresar en palabras simples y reverentes. 

No es un tiempo para volverse elocuente. 

No debemos usar palabras sentimentales ni exclamaciones como ¡oh! O ¿viste? ni lo que sería grosero o fuera de común. 

Tales cosas destruyen el espíritu de la adoración. 

Puede ser que los que tienen gran falta de cultura van a aplaudir pero los piadosos estarán agraviados. 

Reverencia, naturalidad y simpleza son de suma importancia en la adoración pública.

El tono de la voz debe ser la expresión natural de súplica. 

Se debe evitar las siguientes fallas. 

Un tono bullicioso y fatigado. 

Un tono arrogante y autoritario es irreverente. 

Un tono lloriqueo implica que uno está quejándose de Dios. 

A veces estos tonos desagradables resultan de una cabeza fuera de su posición normal. 

Puede ser por mirar demasiado hacía arria o hacía al piso y así uno tiene que esforzar la voz para hablar. 

Dolencias de la garganta entre predicadores a veces resultan de usar mal las cuerdas vocales en la oración. 

Tenemos que tener cuidado de no abusar las cuerdas vocales ni orar en un tono que no sea natural.

Es obvio que, en la adoración pública, el espíritu llevado por adelante por la influencia divina va más allá que reglas humanas. 

Tenemos que tomar en cuenta que las peculiaridades mentales y espirituales del hombre así como en la predicación van a moldear su manera y a veces esto justifica lo que en otro sería ofensivo. 

El cumplir bien esta parte de la adoración es de suma importancia. 

Demasiado a menudo los pastores son negligentes en esto. 

Por eso, le conviene al pastor revisar sus oraciones públicas para detectar sus defectos. 

Le conviene al joven pastor pedir ayuda de alguno de confianza en la congregación a informarle de sus defectos y darle consejo en cuanto a maneras de mejorar su oración pública. 

Al saber sus defectos, hace falta auto disciplina para corregir lo que está acostumbrado hacer mal. 

Un joven es más capaz de corregir defectos que un hombre mayor pero, sea un hombre joven o mayor, debe esforzarse hacer mejor lo que es una parte importante en la adoración pública de la iglesia.


La predicación

Cristo es el tema predominante en el púlpito. 

Todos los demás temas giran alrededor de este. 

El Apóstol Pablo dijo; Nosotros predicamos a Cristo." (I Cor. 1:23) 

Él dice que el mensaje del ministerio es; "Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 

Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo; reconciliáos con Dios. 

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él." (II Cor. 5:19-21)

Toda la verdad predicada, no importa cual ancho sea el rango de sus temas, tiene una relación vital a Cristo, y ningún tema es digno de ser tocado en el púlpito si no se puede terminar por hablar de Cristo. 

Los temas de la predicación han sido iguales en todas las edades. 

El corazón humano, en su decadencia y necesidades, no cambie a través de los años y el remedio de Dios, el evangelio, es siempre lo mismo. 

Los hombres, las doctrinas, los deberes, las promesas y las amenazas de la Biblia son los temas apropiados para el púlpito. 

No hace falta ningún tema que no se encuentra en la Palabra de Dios. 

Los predicadores eficaces en todas las edades han adquirido a las mismas grandes verdades. 

Lo que ha sido distinto ha sido su manera de ilustrar y aplicarlas. 

Las peculiaridades del predicador y las circunstancias de su tiempo modifican la forma de presentarlos pero los temas de sus mensajes no han cambiado


Sermones

El evangelio brinda una fuente inagotable de temas. 

Cada pastor debe ser cuidadoso en asegurarse que hay variación en sus temas e ilustraciones. 

Las siguientes son sugerencias en tener variación.

Continuamente debemos estar estudiando cuidadosamente la Biblia. 

Sus palabras son las Palabras de Dios y, por eso, son vivas y potentes. "Son espíritu y son vida." (Juan 6:63) 

El pastor que se dedica estudiar este libro divino tendrá su mente llena con los vivientes y eternos pensamientos de Dios y no los pensamientos efímeros, débiles de los hombres. 

Hay un mundo de diferencia entre un sermón lleno de los pensamientos de Dios, predicado como la Palabra de Dios para los hombres y un discurso filosófico entregado de la mente y basado sobre razonamiento humano. 

La diferencia no está únicamente en la inefable grandeza del poder despertar y salvar las almas de los oyentes sino también en la mayor eficacia del pastor para preparar sermones de una inagotable fuente de recursos.


Una relación personal para con Dios es de suma importancia. 

Todos los corazones son iguales en su naturaleza básica y él que está bien al tanto con su propio corazón es más capaz de entender los corazones de los demás. 

El poder del pastor depende en gran parte en su conocimiento de la influencia que el evangelio tiene sobre el corazón. 

Hace falta de más que un conocimiento de la naturaleza humana. 

Esto se puede sacar por estudios de Shakespeare y libros de ficción. 

Hace falta conocimiento del alma humana bajo el poder del pecado o la influencia del Espíritu Santo.

Un fiel pastor va a estar en comunión con los de su congregación y así va a saber acerca de su condición espiritual. 

Esto va a sugerir los temas que él debe tocar en su predicación. 

Casi cada vez que hablamos con otros sobre verdades espirituales habrán otros temas que vendrán a la mente.

Debemos tener el hábito de leer libros que se tratan de temas espirituales. 

Así vamos alimentando nuestra fuente de material.

Nos conviene guardar un fichero en el cual anotamos textos, temas, pensamientos e ilustraciones. 

De continuo ellos saltan a la mente en cumplir la obra pastoral. 

No debemos perderlos. 

Debemos guardarlos de tal forma que estén siempre a nuestro alcance. 

Sirven para enriquecer y hacer más eficaz nuestra obra en el púlpito.


Los temas. 

Los temas de sermones se puede dividir entre los que son doctrinales, experiencia y los prácticos. 

De regla general, un mensaje es una combinación de los tres. 

Se puede archivarlos según lo que es la idea predominante del sermón.


1. Sermones doctrinales. 

Hay quienes dicen que debemos predicar a Cristo y no la doctrina pero, ¿cómo se puede predicar a Cristo sin predicar la doctrina? 

Cristo no es una persona imaginaria sino un ser personal viviente. 

Si predicamos a él, tenemos que predicar sobre su divinidad, su humanidad, y su intercesión entre Dios el Padre y los hombres. 

Si predicamos sobre lo que él ha hecho tenemos que hablar de su humillación, su muerte y la expiación que él hizo por el pecado. 

Si predicamos sobre lo que él es, tenemos que hablar sobre su reino en los cielos, su relación para con Dios el Padre y liderazgo sobre la iglesia y lo que él hace por ella. . 

Y si predicamos sobre lo que él será, tenemos que declarar el triunfo final de su evangelio, su venida eminente, la resurrección, el juicio y la gloria que su pueblo disfrutará junto con él. 

La verdad es que no se puede predicar a Cristo sin predicar doctrina. 

Su encarnación y muerte vicaria presuponen la caída, degradación y culpabilidad del hombre y su necesidad de la regeneración. 

Toda la doctrina en las Escrituras gira alrededor de Cristo y predicamos a él únicamente cuando predicamos a ellos. 

En esto se encuentra el verdadero poder del púlpito. 

El sermón que introduce estas grandes verdades al hombre le prepare para la salvación. 

Ellas sirven como el fundamento de la experiencia genuina. 

Un ministerio que no es nada más que exhortación es un fracaso. 

No pone un fundamento para la vida cristiana. 


En predicar la doctrina se debe tomar las siguientes precauciones:

Ten cuidado de parcialidad. 

Cada pastor tiene sus temas favoritos. 

Hay peligro de ocuparse demasiado en una verdad o una clase de verdades. 

El hacerlo puede torcer el sentido del evangelio. 

Por eso, debemos esforzarnos a tocar todos los grandes temas de la Biblia. 

Así sus oyentes pueden ver cada doctrina en su justa relación para con las demás. 

Es posible predicar la pura verdad de tal forma que es casi error.

En tanto que sea posible, debemos evitar el presentar temas en forma polémica. 

Semejante forma de predicar deja sus oyentes con una actitud antagónica. 

A veces hace falta la polémica si predicamos sobre una doctrina que está siendo criticada pero, por regla general, es mejor evitar la polémica en la predicación.

Sobre todo, debemos evitar una forma formal y aburrida. 

Sus oyentes no lo van a escuchar. 

Un sermón no es una disertación teológica. 

Es nuestro deber satisfacer almas hambrientas. 

Juan Newton dijo que debemos saber distinguir ente carne y huesos.

Sermones que se tratan de la experiencia cristiana. 

Hace falta distinguir cuidadosamente entre lo genuino y lo falso en la experiencia. 

El bienestar y consolación de las almas depende en esto. 

Es un aspecto delicado y difícil en la obra del pastor. 

A veces la predicación sobre la experiencia está vituperado porque tiende a dirigir la mente de la gente hacía a sus propios corazones y no hacía a Cristo. 

Hay peligro de esto, especialmente si una gran parte de la predicación es de esta índole. 

Hay muchos que andan en busca de experiencia y les hacemos más mal que bien si concedemos a sus anhelos. 

Sin embargo, cada pastor debe predicar, de vez en cuando, mensajes de esta clase. 

No podemos mirar por alto el lugar importante que la experiencia tiene en las Escrituras. 

Conocimiento de nosotros mismos es de suma importancia, y en el púlpito debe hacer su contribución. 

El predicar la verdad objetiva y desatender lo subjetiva sirve para engañar a sí mismo. 

La Biblia es rico y lleno de material que manifiesta el carácter ideal. 

Un estudio cuidadoso sobre esta verdad ayudará mucho en discernir entre la experiencia falsa y la genuina. 

Los profetas, los Salmos, los evangelios y las epístolas están llenos de dichos que nos ayudan en delinear entre lo verdadero y lo falso, y entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu. 

Además hay libros como el de Jonatán Edwards sobre los afectos. 

También nos conviene tener conocimiento íntimo de nuestro corazón y las experiencias y el carácter de la gente en nuestro alrededor.

En cuanto a esto sugiero lo siguiente:

Debemos enseñar con claridad los principios espirituales por los cuales se puede distinguir entre experiencias verdaderas y falsas. 

Una falta muy común es la de declarar que tal o tal cosa está mal y prohibida para un creyente sin explicar porque. 

Así no compartimos con el creyente el principio por el cual él mismo puede discernir.

No debemos asumir que el mismo molde sirve pare cada experiencia. 

Lo que es una experiencia emocional para una persona no es para todos. 

La naturaleza emocional no es igual para todos. 

Depende también de la edad y la madurez de la persona.

Casi no hace falta hacer mención del hecho de que no debemos hablar mucho de nuestra propia experiencia. 

Es llamar atención a sí mismo y no dirigir a la gente a la regla divina de la Palabra de Dios.


Sermones prácticos. 

El balance y belleza del carácter cristiano depende en la sabiduría y fidelidad del púlpito en delinear los deberes de la vida cristiana. 

El Nuevo Testamento revela un sistema sublime de normas cristianas. 

El hacer caso de ellas sirve para ennoblecer al creyente y su iglesia. 

Esta debe ser una de las fuerzas más nobles y más grandes. 

La educación de la consciencia cristiana es una de las funciones imprescindibles de una iglesia. 

A pesar de ser renacido y tener creencias ortodoxas, es posible que tengan muchas faltas en la vida debido a la falta de instrucción moral. 

Una vida estará manchada por muchas fallas y sin atractivo si los ideales verdaderos de la vida cristiana no han sido desarrollados. 

Así su vida no es un imán radiante con la belleza de santidad que atrae a los hombres a Cristo. 

En los últimos años hemos visto una desmoralización de los creyentes en su integridad y fidelidad a la verdad. 

Nos preguntamos si el púlpito ha declarado adecuadamente la moralidad del evangelio.


Sugerimos lo siguiente:

Cuando presentamos un deber debemos explicar claramente la base para que todos sepan porque es nuestro deber y las consecuencias de no cumplir con él. 

Así despertamos la consciencia y la mente estará iluminada. 

Nadie permanece en obediencia si él no está plenamente convencido y comprende la base de la obligación, y los principios morales que exigen su cumplimiento. 

Un reconocimiento claro de la base de su deber sirve para purificar y mejorar el carácter. 

Nuestra meta debe ser el entrenamiento de un principio ético en la consciencia y no meramente la obediencia ciega.

Los motivos por cumplir con nuestro deber no deben ser legalistas sino que deben fluir de la relación que el creyente tiene para con Cristo. 

El motivo por obedecer debe ser más bien el amor y no tanto el temor.

La impotencia del creyente que obra únicamente por el impulso de temor y legalismo se manifiesta con viveza por la experiencia del Apóstol Pablo en Romanos capítulo siete. 

Él describe la lucha infructífera para alcanzar lo bueno cuando su impulso era el cumplimiento de la ley. 

El quedó derrotado en desesperación. 

Únicamente Cristo y fe en él nos da la victoria sobre el pecado. 

El anhelo del creyente debe ser el llegar a la "medida de la estatura de la plenitud de Cristo." (Efesios 4:13) 

Debe ser posible decir; "El amor de Cristo nos constriñe." (II Cor. 5:14) 

La verdadera vida cristiana es el flujo de gratitud, adoración y amor. 

Los motivos extraídos de la relación del alma con él son el impulso del corazón cristiano y tienen el poder para mantenernos perpetuamente en la santidad.

Esto requiere que el pastor sea fiel en una clara presentación de los deberes y una oposición, sin miedo, del pecado. 

Raras veces es sabio usar el estilo de denuncia. 

La verdadera voluntad se manifiesta, no tanto en la manera sino más bien en la materia del sermón. 

Consiste en la explicación clara y con denuedo de los pecados y errores más comunes. 

En hacerlo no debe ser una falta de verdadera denuedo en la manera pero de tal forma que todos estén persuadidos de su maldad. 

Así se acepta la verdad sin provocar el enojo.


En elegir temas se sugiere lo siguiente:

En tanto que sea posible, el tema debe relacionarse a la vida cotidiana de la gente. 

Esto requiere una relación íntima entre la vida del pastor y la vida actual de la gente. 

Un hombre solitario es capaz de malgastar mucho tiempo en el púlpito predicando sobre temas que no tocan la experiencia verdadera y las vidas de sus oyentes.

Se debe elegir los temas con mucha oración y la búsqueda de la dirección divina. 

No hay nadie que sepa mejor que Dios las necesidades de la gente. 

Cuando elegimos un tema de esta manera podemos predicar con autoridad porque sabemos que es un mensaje de Dios. 

Un sermón debe desarrollar en el alma del pastor y estar lleno de vida y poder como una obra del Espíritu Santo. 

Cuando brota de esta fuente llega a ser un mensaje divino, tal cual debe estar entregado por un embajador de Cristo.


La exposición

Este método de predicar no ha sido empleado mucho en estos últimos años. 

Tal vez la razón para esto es doble. 

En parte es porque el mensaje no es lo más fácil de preparar. 

Por otra parte, es porque la Biblia no está leída con gran regularidad y no hay tanto interés en saber lo que la Biblia dice. 

Sin embargo, la exposición tiene ventajas para ambos, el pastor y el pueblo, que van más allá de otras formas.


Ventajas para el pastor.

Este método promueve un estudio exegético y un, cada vez más amplio, conocimiento de las Escrituras. 

El proceso nos enriquece con un rango cada vez más amplio de conocimiento bíblico y teológico. 

También nos guarda de la monotonía. 

En vez de repetir hasta el cansancio, el predicador es cada vez más rico y variado en su rango de pensamientos e ilustraciones. 

Contribuye también a más familiaridad con las maneras bíblicas de pensar y expresarse y le da más fuerza y simplicidad en comunicar con el corazón cristiano. 

Además conduce el alma del predicador a una comunión viviente con el espíritu de la Biblia y contribuye a su propio bienestar espiritual.


Ventajas para la congregación.

Es obvio que tal método de predicar va a ayudar en eliminar las dudas y dificultades que la gente tiene hoy en día con la Biblia. 

Así el predicador puede plantar delante de la gente el resultado de estudios modernos en la historia, arqueología y geografía que han iluminado, confirmado y verificado la Biblia. 

Tal método también desarrolla principios sanos de la interpretación y sirven para educar a la gente en la manera debida de leer e interpretar la Biblia. 

Así la Biblia llega a ser de más alto valor para ellos.

Otra ventaja es que los creyentes están más acostumbrados a apoyar su fe, no tanto en proclamaciones del púlpito o dogmas de la iglesia, sino en la Palabra de Dios. 

El predicador que es negligente en exponer la Biblia en el púlpito está negando a la gente la riqueza en sumo grado de la verdad divina. 

Él deja una gran parte de la Biblia a ser un libro sellado. 

En el púlpito debemos presentar las riquezas de las Escrituras que viene en forma de tipos, poesía, profecía, parábolas y epístolas. 

El resultado inevitable de no hacerlo es la ausencia de profundidad y integridad en la vida cristiana de la gente en nuestras iglesias.


Sugerencias en cuanto al método de exponer las Escrituras.

El pastor debe elegir porciones de la Biblia que facilitan una explicación inteligente a la congregación de varias niveles de madurez y educación. 

Las visiones simbólicas de Ezequiel o Apocalipsis sirven para despertar interés, pero normalmente van a ser difíciles mantener la atención de la gente por un largo lapso de tiempo.

Hace falta dividir la porción en sectores, cada uno suficiente grande por un sermón. 

Cada sector debe tener un tema específico. 

Esto da unidad al discurso. 

Por ejemplo, el primer capítulo del sermón del monte se puede dividir así:

V. 1-12 las bienaventuranzas. La felicidad, su fuente no es externo sino interno, no material sino espiritual

V. 13-16 La relación del discípulo al mundo. El Dios del creyente es le mediador de la influencia salvador y conocimiento espiritual de los hombres.

V. 17-20 La relación de Cristo al Antiguo Testamento. Cristo no destruyó sino cumplió la ley antigua.

V. 21-24 La ley como fue interpretado por Cristo. El pecado no consiste únicamente en el acto sino también en pensamientos secretos


Primer ejemplo. (21-26) la ley del asesinato

Segundo ejemplo (27-32) la ley del adulterio

Tercer ejemplo (33-37) la ley en cuanto a votos

Cuarto ejemplo (38-48) la ley de vengarse.


Las primeros tres divisiones y los cuatro puntos debajo del cuarto son bastante amplios que cada uno puede servir por un sermón con un tema definido. 

Se puede dividir así una gran parte de las Escrituras. 

Así el predicador no falta de unidad en sus discursos.

Debemos desarrollar el tema general por explicar cada parte del pasaje. 

Así podemos poner a manifieste la verdad especial que el Espíritu Santo presenta en la porción. 

Toma por ejemplo Romanos 5:1-11. Aquí, envuelto en el argumento del Apóstol, el tema general es "los efectos del creyente través de la justificación por fe" 

Estos efectos son:

I. V. 1-2 El ajuste perfecto de su relación para con Dios

II. V. 3-5 La transformación de pruebas terrenales en bendiciones.

III. V. 6-10 La seguridad absoluta de su salvación eterna.

IV. V. 11 El regocijo que viene al contemplar el carácter divino de Dios como se manifiesta a través de Cristo y la expiación.

Los puntos distintos del pasaje contribuyen al desarrollo e ilustración del tema principal e indican la dirección y método de la exposición.

Después de desarrollar el tema por un análisis y exposición de la porción debemos delinear las inferencias hacía a doctrinas, deberes, y aplicaciones prácticas al corazón y a la consciencia. 

Esto es de suma importancia porque se trata de la aplicación de la verdad al carácter y la experiencia cristiana. 

También se puede aclarar errores y pecados. 

La predicación exposicional nos brinda un rango amplio de aplicaciones prácticas.

En la predicación exposicional debemos evitar la crítica del texto, el exponer nuestro gran conocimiento y familiaridad con los mejores comentarios o la crítica de varias interpretaciones del pasaje. 

Nos conviene estudiar con un ojo crítico pero no debemos llevarlo al púlpito a menos que tenemos razón por pensar que alguien de la congregación ha aceptado una interpretación errónea de la porción. 

No tenemos que incluir en el sermón todo lo que hemos aprendido en nuestro estudio. 

El de presentar todas las interpretaciones de la porción puede dejar algunos con dudas de que el pastor tiene la interpretación debida.

Cuesta más preparar un buen sermón exposicional pero es de mucho más valor. 

No se debe intentar predicar un sermón exposicional sin esmerada preparación. 

Si lo hace a medio será un fracaso. 

La meta del predicador debe ser tener éxito en todo, incluso el de predicar sermones exposicionales. 

El gran poder en el púlpito de destacados predicadores del pasado como Crisóstomo, Agustino, Lutero y Calvino fue dado a sus predicaciones exposicionales.


PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN 

1. ¿De quién depende la calidad de la adoración en la Iglesia?

2. Mencione tres aspectos vitales para lograr una calidad en la adoración.

3. Mencione las razones por las cuales una persona puede perder la atención en el mensaje.

4. ¿Cuál es la finalidad de la adoración?

5. ¿Que aspectos son importantes tener en cuenta cuando estamos en el púlpito?

6. ¿Que es lo mas importante de la música en la adoración?

7. ¿Por qué es importante la lectura de la Biblia en la reunión?

8. ¿Qué es la oración pública?

9. Mencione un orden sugerido en la oración pública.

10. ¿Cuál debe ser el tema predominante en el púlpito?

11. ¿Cómo se pueden dividir los temas de los sermones?

Comentarios

NOVEDADES

¿Que significa Esfuerzate y se valiente, no temas ni desmayes?

Respuesta: Muchas veces a lo largo de nuestras vidas, cuando estamos mas cerca de la bendición que Dios tiene para nosotros, somos victimas del desanimo y olvidamos que Dios prometió no desampararnos nunca.  A propósito, las únicas personas que se desaniman son aquellas que luchan por algo grande.  El desanimo rara vez toca al corazón de la gente sin visión y sin metas, siendo el arma del enemigo para aquellos que saben lo que quieren. “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes.  Porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” Josué 1:7 Dios ha prometido estar contigo todos los dias de tu vida. En el libro de Josue, cuando el pueblo de Israel se preparaba para la conquista de Canaan, y entrar en la tierra prometida,  Dios le promete a Josuè que nunca lo desamparará y requiere de él de dos virtudes indispensables, el esfuerzo y la valentía.  Dios no ha cambiado hoy y requiere que sus hijos nos mantengamos en pie ...

"¿Las Cuatro Leyes Espirituales, cuales son?"

Respuesta: Las Cuatro Leyes Espirituales son una manera de compartir las buenas nuevas de salvación disponible por la fe en Jesucristo. Es una manera simple de organizar la información importante en el Evangelio en cuatro puntos.  La primera de las Cuatro Leyes Espirituales es “Dios le ama y tiene un plan maravilloso para su vida”. Juan 3:16 nos dice, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 10:10 nos da la razón por la que vino Jesús. “He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. ¿Qué nos impide experimentar el amor de Dios? ¿Qué nos impide tener una vida abundante? La segunda de las Cuatro Leyes Espirituales es, “La humanidad está contaminada por el pecado, y por tanto está separada de Dios. Como resultado, no podemos conocer el maravilloso plan de Dios para nuestras vidas”. Romanos 3:23 afirma esta información, “Por cuanto todos pecaron, y e...

¿Que es "LA UNCION APOSTOLICA"?

OBJETIVO: Que usted sepa cuáles son, LOS BENEFICIOS DE UNA UNCION APOSTOLICA. TEXTO SALMOS 89:1-4 Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca. Porque dije: Para siempre será edificada misericordia; En los cielos mismos afirmarás tu verdad. Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo, diciendo: Para siempre confirmaré tu descendencia, Y edificaré tu trono por todas las generaciones. Selah SALMOS 89:20-28 Hallé a David mi siervo; Lo ungí con mi santa unción. Mi mano estará siempre con él, Mi brazo también lo fortalecerá. No lo sorprenderá el enemigo, Ni hijo de iniquidad lo quebrantará; Sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos, Y heriré a los que le aborrecen.  Mi verdad y mi misericordia estarán con él, Y en mi nombre será exaltado su poder. Asimismo pondré su mano sobre el mar, Y sobre los ríos su diestra. Él me clamará: Mi padre eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación.  Yo tam...