En la vida son innumerables las veces que pasamos por aflicciones y tiempos de dificultad.
Es probable que personalmente ya hayas pasado por experiencias o hayas oído testimonios de personas que clamaron a Dios en sus dificultades y fueron salvadas de sus angustias.
Náufragos rescatados, aeronaves en turbulencia libradas de la caída fatal.
Colisiones de automóviles que resultaron en accidentes, pero las vidas fueron preservadas.
Personas salvadas de asaltos, persecuciones y secuestros...
En fin, podríamos continuar recordando situaciones en las que el Señor guardó y socorrió a su pueblo.
Sea en el pasado, en el presente o en el futuro, nuestro Dios es el Dios de salvación.
El Salmo 107 habla de la lealtad, la misericordia y el amor del Señor que libra a los afligidos cuando buscan su ayuda.
El Señor hace maravillas a favor de los hombres. Clama por su misericordia y protección. ¡Él es bueno y fiel!
Clama al Señor en tu aflicción.
No pierdas tiempo: busca al Señor en todo momento. En las horas de angustia, tristeza y tribulación, haz de él tu boya de salvación.
Él es el Dios todopoderoso, él te puede socorrer.
Ora con fe.
Pide diariamente su auxilio y protección.
Dios es generoso en misericordia y gracia. Él ayuda y sustenta la vida de sus hijos.
En la oscuridad y en los momentos de desespero, cree en la presencia de Dios que está contigo.
¡Él no te abandona!
Él te escogió, te ama y te ayuda.
Para orar:
Mi Dios y Padre, protégeme en este día.
Ayúdame en los momentos de aflicción y peligro, Señor.
Cuando mis ojos no puedan ver una salida, que mi corazón pueda confiar en el poder de tu amor.
Gracias porque estás siempre conmigo, en las horas felices y en las tristes.
Quédate conmigo y con todos tus hijos, hoy y siempre. Amén.
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