Así se cumplió la Escritura que dice: «Le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia», y fue llamado amigo de Dios.
(Santiago 2:23)
¡Ser amigo de Dios es una bendición y un privilegio! Toda la vida de Abraham cambió desde el momento en que él creyó en el Señor. Eso implicó un cambio completo en su vida: actitudes, esperanza, expectativas y planes. Él tuvo que poner en práctica su fe y su obediencia para llegar a ser un verdadero amigo del Dios eterno.
La historia de Abraham nos enseña que tener al Dios soberano como amigo significa más que una mera amistad superficial. No es intentar manipular ni buscar el poder de Dios para obtener beneficios propios como hacen muchos amigos interesados. Ser amigo de Dios implica confiar en él, amarlo y obedecerlo de corazón.
Mi Amigo
Jesús nos concede el privilegio de ser sus amigos personales. ¡Decide responder a esa invitación maravillosa!
Acércate a Dios con fe y sinceridad. Lee Hebreos 11:6.
¡Puedes confiar! Jesús es el amigo perfecto y siempre puedes contar con él.
Encuentra en Dios verdadero aliento, compañía y amor. Haz de él tu mejor y más grande amigo.
Obedece la Palabra. Jesús dijo que seríamos sus amigos si le obedecemos (Juan 15:14).
Renuncia a la amistad con el mundo y estrecha tu amistad con Dios. Lee Santiago 4:4.
Para orar:
Señor Dios, ayúdame a ser tu amigo de verdad. Tú eres mi Padre, mi Señor y Salvador, pero también eres mi mejor amigo. Quiero corresponder a tu amistad fiel y misericordiosa con fe, amor y obediencia. Enséñame a ser un buen amigo tuyo y de aquellos que están a mi alrededor. En el nombre de Jesús, amén.
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