El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu.(Proverbios 15:13)
Hay días en los que nos sentimos mal, quisquillosos y malhumorados.
Es cierto que hay muchas razones para sentirnos así, pero una de ellas es que estamos tristes.
Nuestras emociones pueden perjudicarnos mucho socialmente, profesionalmente y hasta espiritualmente.
Como vemos en el versículo de hoy, cuando tenemos un corazón alegre se refleja en el rostro y en nuestro espíritu delante de Dios y de las personas.
Necesitamos dejar que el Señor entre con su alegría y llene todo nuestro corazón.
Cuando permitimos que la Palabra de Dios renueve nuestro entendimiento diariamente, eso también afecta nuestras emociones.
Si buscamos a Dios constantemente por medio de la Biblia sagrada y la oración, nuestras emociones se robustecerán y serán más equilibradas en Cristo.
Así la alegría de Dios habitará en nuestro corazón, haciéndonos personas más bonitas, felices y con buena disposición.
¡Llena tu corazón con la alegría de Dios y su gracia te embellecerá!
Hermosea tu rostro con un corazón alegre
La alegría de Dios nos fortalece, rejuvenece y hasta nos embellece.
¡Alégrate de tener al Señor en tu vida!
Su presencia es suficiente para alegrar tu corazón durante todo el día.
Ora a Dios y agradécele por todo lo que él ha hecho y por todo lo que hará.
Lee la Biblia constantemente. Busca la renovación total en la Palabra de Dios.
Ella sustentará tu fe en las dificultades diarias y no permitirá que el enemigo robe tu alegría.
Ten en mente la esperanza futura. Confía en el Señor y en todas sus promesas. Él es el mismo, no cambia y no fallará.
Comparte con las personas a tu alrededor la alegría de pertenecer al Señor Jesucristo.
Sé gentil, sonríe y deja que se noten la alegría y el amor de Dios que habitan en tu corazón.
Para orar:
Señor, ¡gracias por todo! Te doy gracias porque reconozco que eres todo lo que necesito para vivir alegre todos los días. A través de tu Palabra aprendo a confiar y a descansar en ti. Así puedo tener mi corazón lleno de una alegría que no es pasajera ni depende de las circunstancias. Ayúdame a vivir plenamente la paz, la alegría y el amor que tú me has dado. Y que de esa forma, mi vida refleje la alegría plena de Cristo al mundo. En el nombre de Jesús, amén.
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