Y a cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí,
mejor le fuera que se le atara al cuello una gran piedra de molino y que se le hundiera en lo profundo del mar.
(Mateo 18:5-6)
Hay una preocupación muy clara en el Nuevo Testamento, una que recorre todos los libros y que sirve como tema de avisos, advertencias y de cartas enteras.
Es la preocupación de los falsos maestros.
A veces, son personas muy bien intencionadas que quieren tener buenas ideas, pero que se desvían de lo que enseña la Biblia.
Hay una verdad, un solo evangelio.
El apóstol Pablo se enojó con los gálatas por dejarse engañar tan rápidamente y creer en un evangelio diferente al predicado.
Por eso es tan importante que te aferres a lo que te han predicado: que Jesucristo es Dios encarnado, que murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día.
Él está al lado de Dios Padre y volverá un día para gobernar.
Aférrate a la verdad.
¿Conoces la verdad del evangelio?
Ten fe de que todas esas cosas sucedieron.
¿Crees en el evangelio?
Ten fe de que todo pasó por las razones que dice.
¡Comparte el evangelio!
La salvación se ofrece a todos, comparte con otros el mensaje de salvación.
Para orar:
Señor, te agradezco con todo mi ser por el evangelio de mi salvación.
Creo, Padre mío, en el evangelio de Jesucristo, me aferro a él con temor y reverencia.
Te pido que tu Espíritu Santo ilumine mi mente y me ayude a conocer bien la sana doctrina.
Te lo pido en el nombre de Jesús, ¡amén!
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