Ir al contenido principal

Tránslate / Traducción

¡Vuelve al primer amor!

Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. 

¡Recuerda de dónde has caído! 

Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro.
- Apocalipsis 2:4-5

El principio de un noviazgo, el inicio de un nuevo proyecto de trabajo o de estudios es siempre muy intenso, lleno de entrega, de disposición y dedicación. 

Tal como sucede con las otras relaciones o con las actividades que comenzamos, los primeros momentos con Dios también parecen ser mucho más apasionados. Infelizmente, con el pasar del tiempo, muchos abandonan su primer amor.

El versículo de hoy sirve de alerta para que no permitamos que eso acontezca y volvamos a las prácticas de amor que demostrábamos a Jesús al principio. 

Si antes dedicabas más tiempo amando (y sirviendo) a Dios y a tu prójimo, en oración, haciendo un devocional, leyendo y estudiando la Biblia, si sentías placer al participar de las reuniones, del evangelismo, el discipulado, yendo a la iglesia, etc... 

¡Hoy es el momento de regresar a tu primer amor!

Vuelve a amar como al principio:

Recuerda de dónde has caído - haz un análisis personal, reflexiona sobre tu vida y recuerda cómo abandonaste el primer amor.

Arrepiéntete - ora y pide perdón reconociendo el error de haber abandonado y de haber dejado de invertir en tu amor por Dios.

Practica las obras que practicabas al principio- Vuelve a la práctica de las primeras obras con amor, con dedicación y entrega total a Dios.


Para orar:

Padre querido, reconozco que abandoné mi primer amor por ti... 

Perdóname porque permití que nuestra comunión pasara a un segundo plano y me aparté de ti. 

Hoy quiero volver a amarte por encima de todo y de todos y amar también al prójimo, sirviendo cada día más y mejor. 

Ayúdame a no desanimarme y a permanecer en el primer amor. 

En el nombre de Jesús, amén.

Comentarios

NOVEDADES

Regocijaos en el Señor

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Filipenses 4:4) Jesús es el motivo de mi sonrisa, porque en su presencia encuentro la verdadera alegría. No es una alegría pasajera que depende de las circunstancias, sino una paz duradera que trasciende las dificultades. En medio de las dificultades de la vida, puedo confiar en que él está a mi lado, tomándome de la mano y guiándome por el camino seguro. La sonrisa que Jesús pone en mi rostro es un reflejo de su amor inconmensurable. Cuando miro la cruz, recuerdo el sacrificio que él hizo por mí y mi corazón se llena de gratitud. Él me amó primero, incluso cuando todavía estaba perdido. Este amor incondicional me sostiene y me da fuerzas para afrontar cada nuevo día con esperanza. Las promesas de Jesús son fuentes de alegría. Él nos prometió vida abundante y en su palabra encuentro consuelo y dirección. Cuando estoy cansado, encuentro descanso en sus brazos. Cuando estoy triste, él es mi alegría. Cuando soy débil, él es mi f...

¿Qué debo hacer cuando no logro entender?

Lo secreto le pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley. (Deuteronomio 29:29) Moisés llegaba al final de su vida. Él estaba consciente de que moriría poco después sin lograr entrar a la "Tierra Prometida". En sus últimas palabras para el pueblo de Israel, él afirmó que existen cosas encubiertas para nosotros. Son cosas que no entenderemos jamás en esta vida, pues huyen a nuestra comprensión humana. Hay tres actitudes que nos pueden ayudar a lidiar con lo que no logramos entender: Confianza - Aun cuando no entendamos lo que sucede, podemos confiar en el Señor, pues sabemos que él conoce lo que es mejor para nosotros. Obediencia - No necesitamos entender para obedecer. La confianza nos lleva a obedecer aunque no entendamos todo. Humildad - Obedecer sin comprender, también exige humildad. La humildad nos ayudará a aceptar aquello que no entendemos. Confía y obede...

Conectado con Dios

En el mundo acelerado en el que vivimos, es fácil quedar atrapado en las redes sociales, los juegos, la música y todas las distracciones que nos ofrece la vida moderna.  Pero como cristianos, es esencial que recordemos este versículo: Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes. (Jeremías 33:3) La tecnología nos permite estar conectados con el mundo, pero a veces nos olvidamos de conectarnos con Dios. Él siempre está dispuesto a escuchar nuestras oraciones, responder nuestras preguntas y revelarnos maravillas que van más allá del entendimiento humano. La oración es nuestra conexión directa con Dios. Conectarnos con Dios no significa abandonar nuestra vida cotidiana, sino que lo incluimos en todos los aspectos de la misma. Al comenzar el día con oración, dar gracias por sus bendiciones, buscar su guía en tiempos de duda y compartir su mensaje de amor y esperanza con los demás, estamos verdaderamente conectados con Dios. A medida que bus...