Tenemos un Dios poderoso que hace grandes cosas y es capaz de realizar maravillas en nuestra vida.
Él es capaz de abundar en gracia y de bendecirnos por encima de todas nuestras expectativas.
Dios hace más de lo que pedimos y pensamos.
Para que su poder pueda obrar tenemos que estar abiertos al mover de Dios.
Como se dice en el lenguaje popular, tenemos que "entregar el volante" de nuestra vida al Señor.
Dios es quien sabe lo que es mejor para nuestras vidas.
Él es la razón y el propósito de nuestro vivir, somos sus instrumentos.
Y la realidad es que no hay nada mejor para un servidor que ser tocado por el Maestro de maestros.
Solos no somos capaces de hacer grandes cosas y permaneceremos por debajo de lo que podríamos llegar a ser.
Pero si nos ponemos delante de Dios, abrimos la posibilidad de que nos capacite al máximo, pues quien rige el universo es capaz de hacernos crecer mucho más en gracia y en buenas obras.
Permite que Dios conduzca tu vida.
Abre espacio en tus decisiones y expectativas para que Dios se pueda mover.
¡Él es poderoso para hacer que toda gracia abunde para ti!
Creciendo en gracia.
Medita en la Palabra de Dios; alimentamos nuestra fe cuando leemos y escuchamos la Palabra.
Pon en práctica lo que lees y meditas.
El Evangelio es práctico y el fruto de las buenas obras solo surge cuando sembramos.
Permite que Dios te enseñe.
Ten un corazón quebrantado y dispuesto a aprender.
Dios nos da desafíos y bendiciones para que crezcamos en fe.
Debemos actuar como siervos aprendices y no como maestros o "clientes de Dios".
Para orar:
Señor Jesús, tú sabes lo que es mejor para mi vida.
Tus planes son más grandes que los míos.
¡Guíame!
Condúceme de una forma que pueda generar buenos frutos y que bendiga a los que están a mi alrededor.
Quiero fructificar, quiero crecer en gracia.
Ayúdame, amén.
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