
Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo. (Juan 16:33)
Las tormentas de la vida son inevitables. Jesús no prometió la ausencia de dificultades, pero garantizó su presencia en medio de ellas. Cuando comprendemos esto, nuestro enfoque cambia: en lugar de temer a las tormentas, comenzamos a prepararnos para enfrentarlas con fe y confianza.
Prepararse espiritualmente es como construir una casa sobre la roca, como enseñó Jesús en Mateo 7:24-25:
Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.
(Mateo 7:24-25)
Quienes escuchan y ponen en práctica la Palabra establecen sus vidas sobre un fundamento sólido que puede resistir los vientos y las inundaciones. Cuando oramos, leemos la Biblia y buscamos a Dios a diario, fortalecemos nuestro espíritu para soportar los días malos.
Otra parte esencial de la preparación es confiar en que Dios tiene el control. A veces él calma la tormenta. Otras veces, calma nuestros corazones en medio de ella. En ambas situaciones, su propósito es moldearnos, hacernos madurar y revelar su fidelidad. Las pruebas no vienen para destruirnos, sino para hacernos crecer.
También es importante recordar que no estamos solos. La comunión con otros cristianos nos fortalece, nos anima y nos recuerda las promesas de Dios. En tiempos difíciles, Dios a menudo usa a las personas para que sean sus manos extendidas.
Mantén la mirada puesta en Jesús. Pedro caminó sobre el agua mirando al Señor, pero comenzó a hundirse al mirar la tormenta. Nuestra seguridad no está en la ausencia del caos, sino en la presencia de nuestro Salvador.
Prepárate hoy con fe y obediencia. Cuando llegue la tormenta, estarás firme, sostenido por aquel que ha vencido al mundo.
Fortalécete en Dios
Dedica tiempo a la oración, la lectura y la meditación de la Palabra. De esta manera, construyes una fe sólida que resiste la adversidad y te mantiene firme ante las tormentas de la vida.
Recuerda que Dios tiene el control, incluso cuando todo parece incierto. Él usa las tormentas para fortalecerte, madurar y revelar su fidelidad en medio de las situaciones más difíciles.
Participa activamente en la iglesia y comparte tus luchas. La comunión fortalece, consuela y renueva la esperanza, recordándote que no estás solo en las batallas de la vida.
Para orar:
Señor, fortalece mi fe en medio de las tormentas. Enséñame a confiar en ti incluso cuando todo parece incierto. Que tu paz me sostenga, tu Palabra me guíe y tu presencia me acompañe cada día. En el nombre de Jesús, amén.
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