A veces perdonar es una tarea difícil, especialmente cuando la persona que nos ha hecho daño forma parte de nuestro círculo íntimo. Pero medita en esto: ¿quiénes somos para no perdonar? ¿No hemos sido perdonados primero y justificados en Cristo?
Por más difícil que sea, perdonar es una obligación de quien ha recibido de parte de Cristo el perdón de sus pecados. Aquel que es salvo en Cristo recibió su perdón y fue alcanzado por la gracia. Se entiende que quien recibe el favor de Dios es compasivo y bondadoso. Es en esos momentos que una persona puede ser alcanzada por el amor de Dios o entender la importancia del perdón. Cuando perdonamos hacemos lo que Cristo hizo por nosotros.
Para un cristiano, el perdón no debe ser una elección, sino más bien una actitud presente en su vida. Cuando tenemos conciencia de nuestros errores y de nuestras limitaciones, podemos ser compasivos con nuestro prójimo, perdonando a quien pidió perdón de corazón. Cuando somos misericordiosos recibimos misericordia en la misma medida.
Quien fue perdonado perdona:
En lugar de enfocar tu atención en el error de quien te causó daño, fija tus ojos en quien te perdonó y te sanó.
Cuando nos examinamos a nosotros mismos, percibimos lo limitados y dependientes que somos de la misericordia de Dios. ¿Cómo no vamos a perdonar?
Medita en la Biblia sobre el amor de Dios por nosotros. Su amor sobrepasa cualquier entendimiento y nos ha alcanzado a todos.
Para orar:
Señor Jesús, dame un corazón amoroso y compasivo. Ayúdame a crecer en espíritu y gracia. Fui alcanzado por tu perdón y quiero perdonar al prójimo como ya fui perdonado. En el nombre de Jesús, amén.
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