Y, cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones. (Santiago 4:3)
Imagine el escenario de un niñ@ que le pide a su papá un par nuevo de zapatillas después de llegar a casa de la escuela.
El padre, intrigado por la petición de su hij@, se pregunta
"¿Sus zapatillas son viejas? o ¿Están rotas?".
Le pregunta a su hij@ el motivo de su petición, pero se sorprende con la respuesta
"es para poner celosos a mis compañeros".
Viendo esto, ¿cuál crees que sería la actitud correcta del padre?
¿Comprar unas nuevas o no?
Con certeza no las compraría por estas razones e incluso hablaría con el niñ@ sobre la situación.
Cuando haces tus peticiones al Señor, él ve las intenciones de tu corazón.
Aunque no las digas, él sabe cuáles son.
El apóstol Santiago enseña que no recibimos lo que pedimos, porque pedimos por razones equivocadas, egoístas y pecaminosas.
¡Examina tu corazón antes de hacer tus peticiones y pide las cosas correctas!
¡Haz un peticion!
Mira cuáles son tus principales peticiones a Dios, por las que pasas más tiempo orando.
Ahora intenta ver las razones detrás de ellas, ya sea estatus, placer, orgullo o necesidad real.
Pide la guía del Espíritu para identificar eso, para iluminar las razones en tu corazón.
Para orar:
Señor Jesús, ilumina mi corazón para ver cuáles han sido las razones detrás de mis peticiones.
¿Estoy pidiendo mal?
Por favor, mi Señor, ayúdame y enséñame a orar correctamente, conforme a lo que hay en tu corazón.
Te lo pido, en el nombre de Jesús, ¡amén!
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