En la vida, tenemos planes, metas y deseos. Pero incluso cuando planeamos bien nuestra vida, tenemos la sensación de que nos falta algo para lograr nuestros objetivos. Con el tiempo, nos damos cuenta de que hay factores a nuestro alrededor que interfieren con nosotros, es decir, no tenemos un control total sobre nuestros planes: podemos planificar, pero la planificación no es una señal de éxito. ¡A diferencia de nuestra propia capacidad, los planes de Dios siempre funcionan! Si Dios lo ha determinado, se cumplirá. Entonces, ¿por qué no le entregamos nuestros planes a él? Confía, involucra a Dios en tus planes. Él quiere participar de tus sueños y llevarte a la victoria. Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. (Jeremías 29:11) ¡Deja que Dios escriba tu historia! Permítele que dirija tu vida por un camino de salvación y bendición. Sus planes son más grandes que los nuestro
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