El ministerio de Jesús de predicación, enseñanza y sanación, fue motivado por un sentimiento muy simple.
El hecho de que las multitudes no conocieran verdaderamente a Dios Padre, que no tuvieran liderazgo espiritual, que estuvieran sumergidos en sus pecados y enfermedades, motivó a Cristo a actuar.
La situación de la gente no es muy diferente hoy en día. La verdad es que muchos siguen siendo tan miserables como antes, pero ni siquiera lo ven.
¡Necesitas actuar! La misericordia debe convencerte a salir de tu lugar para ayudar a las personas que te rodean.
Sé como Cristo y ten compasión de los pobres, los débiles, los perdidos y los pecadores.
Él dio su vida por la salvación de ellos, ¡esparce este mensaje!
Levántate y ayuda.
¡Ten misericordia!
Recuerda que tú también eres objeto de la misericordia divina.
Reconoce lo que Dios ha hecho en tu vida.
Date cuenta de que tu prójimo también necesita misericordia, ayúdalo como puedas.
Como mínimo, ora por los que te rodean.
Quien hace más que tú es Dios, y hace mucho.
Para orar:
Señor, mi Dios amado, Dios de misericordia, te pido que moldees mi corazón para que yo pueda ver como Jesús vio.
No quiero tener un corazón de piedra, insensible y desconectado de ti.
Antes, quiero vivir tus mandamientos como fuente de vida.
¡Haz tu obra en mí, por favor!
En el nombre de Jesús, amén.
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